Limpiar las calles para hacer sombra
945 latas de aceite para coches “de esas que cada día ensucian las calles de Nueva Delhi” fueron recicladas para construir una pérgola bajo la que protegerse de los 48 grados que soportan los habitantes del barrio de Rajokri, una zona suburbial de Dehli. 48º Public Art Ecology se llamaba, precisamente, la iniciativa que animaba a realizar piezas de arte público para, desde las propias intervenciones de las calles, invitar a los habitantes de la capital de la India a repensar su relación con la ecología, la ciudad y el futuro. Jugaad –un término que describe la búsqueda de un gran objetivo a partir de los medios disponibles- fue una de las instalaciones. La firmó el arquitecto Sanjeev Shankar y, con su política de limpiar y reciclar lo limpiado, recuerda las tapias que los agricultores mediterráneos construían para delimitar sus terrenos con las piedras que entorpecían el arado en el interior de la tierra de surcos. Ambas, la pérgola-instalación de Shankar y la tradición de los agricultores del mediterráneo, invitan a preguntarse por la definición del progreso. Y a ponerse a la sombra.
El arquitecto indio Sanjeev Shankar estudió arquitectura y ciencia. En Bombay, Delhi, y Londres cuajó una carrera arquitectónica atípica que le fue empujando a realizar intervenciones más cercanas al arte contemporáneo que a una idea de la arquitectura al uso. Con sus acciones, más allá de interrogarse por la dudosa ecología de la ciudad, invita a fomentar la participación comunitaria y la vida en la calle. Tras exponer en Toronto, Bruselas o Londres, en uno de sus más recientes escritos homenajea el ingenio de los vendedores ambulantes que, en su país, como en tantos de Asia, África o Sudamérica, colorean las calles, las llenan de esperanza, barullo y vida, y constituyen una reivindicación de la ciudad como espacio colectivo. Shankar describe los dulces de coco, que venden esos comercios callejeros, sobre hojas de plátano. Difícilmente un envoltorio puede ser más sostenible.
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