Con la formación gano yo, y cuando me dejen ganaremos todos
Me pregunto cómo una sociedad del primer mundo es capaz de tirar por tierra las habilidades y competencias de los profesionales
En esta etapa de crisis socioeconómica emerge la formación como tabla de salvación, quizás ello nos ayude a lanzarnos de lleno hacia una sociedad del conocimiento donde podamos vivir mejor.
Bienvenidos a Tenerife, isla encantada por el fantasma del desempleo que sobrevuela todo rincón habitado. Y es que, prácticamente con un 30% de paro, las Islas Canarias siguen siendo un paraíso, pero hoy habitado por desafortunados. No pretendo aparentar ser negativista con esta entrada, sino realista, porque la situación que vivimos los jóvenes aquí no es para nada esperanzadora.
Tengo 24 años, soy Licenciado en Sociología por la Universidad de La Laguna -recién titulado- y he convivido durante mis años de estudio en una sociedad en la cual para triunfar y lograr éxito económico no era necesario más que colocar andamios. Prueba de ello es que hoy más del 80% de los jóvenes canarios no tienen estudios profesionales ni universitarios, el incentivo económico pues no se encontraba tras la formación.
Mientras esto, yo he terminado mi carrera, y ahora tengo frente a mi un mercado laboral que no es capaz de absorber mano de obra cualificada porque ni siquiera su clase política y empresarial lo está. Tengo muchas dudas. Me pregunto cómo se puede permitir que en una sociedad desarrollada un Licenciado o Diplomado universitario desempeñe labores de baja cualificación ante el desespero de una situación que no permite ejercer otra cosa. Me pregunto cómo una sociedad del "primer mundo" es capaz de tirar por tierra las habilidades y competencias de profesionales que se suponen han de ser enriquecedoras socioeconómicamente.
Las respuestas las encuentro en un modelo económico de desarrollo con el que la educación no puede luchar. En una sociedad donde lo primero es el éxito económico y donde las decisiones giran en torno a ese objetivo, no es extraño esperar los resultados que hoy tenemos. Se ha llegado a tal punto que los titulados superiores estamos devaluados, desprestigiados por lo material, ¡por tener menos status económico que un peón de obra! Mucho habrá que cambiar porque el camino de una sociedad avanzada no es otro que el del conocimiento, y eso ha sido así siempre, siglos antes de que se pusiera de moda la formación express. Aún así, a pesar de todos los problemas, yo seguiré creyendo en el desarrollo académico porque con él gano para mí, y cuando me dejen, trabajaré para que ganemos todos.
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