¡Mierda de país!
Pienso esto en paro, a unos días de que se me acabe la prestación sin derecho a subsidio, mientras me preparo para perder la casa y quién sabe qué más
Llevo toda la vida oyendo que los de mi quinta eran unos vagos, que sólo sabían organizar botellones y que preferían gastar sus sueldos (de mileuristas) en teles de plasma -¡cómo si hoy los hubiese de otro tipo!- a tener los hijos que aseguraran su pensión. La misma que, por cierto, parece que no vamos a disfrutar ni a los 70, tras la muerte de unos padres a quienes, en vista de lo que cuentan, tendremos que mantener durante su vejez. Y eso si volvemos a trabajar...
Ahora, políticos, economistas y gurúes del periodismo, se dan cuenta de que no. Que todo lo contrario. Que somos los más preparados, los más listos, los más guapos. Los más fracasados.
Ante la inminente finalización de mi prestación, esta semana acudí a mi oficina del Servicio Canario de Empleo, organismo a través del que nuestro Gobierno pretende crear 80.000 puestos en cuestión de meses. Primero, dijeron que cambiando el modelo productivo. Después, que no, que eso es muy difícil, y que será gracias a los tres alemanes que pasan sus vacaciones de saldo en un territorio degradado y que, hipócritamente, nos enseñaban a proteger en los coles de la EGB y los capítulos de Barrio Sésamo (ahora los niños ven a la Esteban).
Era la misma oficina en la que, poco antes, una diligente funcionaria (de esas que han de asignarme uno de los 80.000 contratos en liza) me había espetado que la culpa era mía: "¡A quién se le ocurre estudiar Periodismo!", me largó.
Tan honesta mujer no tenía ni idea (creo que ni miró mi currículum) de que, desde que me licencié, en 2003, y hasta hacía un año, nunca había dejado de trabajar y, como tantos otros miembros de mi generación, de seguir preparándome: idiomas, posgrados, formación continua... Tampoco de que, en ese período, contribuí a pagar su sueldo, hice frente a una hipoteca y a las letras del coche en el que cada mañana iba a trabajar, y saneé la maltrecha economía de unos padres que, sin la ayuda de sus dos hijos, hoy parados, viven en la ruina. Y por supuesto, no estaba enterada de que, hasta no mucho antes, el sector audiovisual era uno de los pilares en los que su Gobierno pretendía basar nuestro nuevo modelo productivo.
En mi nueva visita, una segunda funcionaria me avisaba: "Cuando se te acabe la prestación, no tienes derecho a subsidio. Tienes 30 años y careces de cargas familiares, así que ya puedes ir a los servicios sociales".
Hoy leo que EL PAÍS pone en marcha (Pre)parados, que nuestros políticos se marcan como prioridad combatir el paro juvenil y que el propio Rajoy apuesta por "podar" la administración, única salida que quedaba a los que, con entre 30 y 45, no quisieron o no pudieron traer hijos a este mundo, y, pese a las circunstancias, aún tenían la tranquilidad mental suficiente para estudiar una oposición a sabiendas de que, encima, les recortarían el sueldo una vez lograsen la plaza. Y, mientras me preparo para perder la casa y quién sabe qué más, no dejo de pensar ¡qué mierda de país!.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.