Imprudencias sobre las vías
En los últimos cuatro años, el 90% de los muertos en accidentes de ferrocarril por arrollamientos se atribuyen a la imprudencia de personas y vehículos en pasos a nivel e instalaciones ferroviarias
Cada fin de semana mueren en España no menos de 14 personas en accidentes de carretera. A nadie le extraña. El riesgo de la carretera lo tenemos asumido. Si un tren arrolla a 30 personas que cruzan la vía por un lugar inadecuado y mueren 12, el suceso abre los telediarios y las primeras páginas de los periódicos.
La sociedad española no está acostumbrada a siniestros de esa magnitud en el ferrocarril porque son muy esporádicos. El ferrocarril es mucho más seguro que la circulación por carretera, por eso el suceso de Casteldefells nos ha conmocionado.
Hace seis años un coche con cinco inmigrantes ecuatorianos dribló las barreras tendidas de un paso a nivel en el centro de Hellín (Albacete) y resultó arrollado por un tren. Murieron los cinco ocupantes. El Ministerio de Fomento impulsó entonces un plan de choque hasta 2012 por valor 1.080 millones de euros para eliminar pasos a nivel y lanzó una campaña de divulgación en televisión para alertar del riesgo de cruzarlos sin precaución.
"En los últimos cuatro años el 90% de los muertos en accidentes de ferrocarril por arrollamientos y atropellos se atribuyen a la imprudencia de personas y vehículos en pasos a nivel e instalaciones ferroviarias", recuerda Francisco Toledo, director del grupo de Investigación INFORSE (Innovación en Ferrocarril, Seguridad Vial y Ergonomía) de la Universidad de Valencia. En el caso de Casteldefells el maquinista será quien más ayuda psicológica necesite por el fuerte estado de estrés postraumático que sufren loa maquinistas después de un accidente de esta magnitud", añade.
Los pasos a nivel y las mejoras arquitectónicas de las estaciones han consumido muchos recursos públicos en los últimos años. De los primeros quedan unos 2.800; una insignificancia, frente a los 10.000 de Francia. En país vecino la ciudadanía es más respetuosa con los riesgos. Y en las escuelas con poblaciones afectadas con pasos a nivel se imparten campañas de sensibilización sobre los peligros reales de arrollamiento. "Se percibe menos riesgo al cruzar una vía que una autopista, cuando frente a un mismo obstáculo un tren que circula a 100 kilómetros por hora necesita al menos unos 500 metros para detenerse y el coche una décima parte", señala Toledo.
Hace tan solo ocho meses se estrenó en Casteldefells un paso subterráneo. La altura de los andenes se recreció hasta los 68 centímetros sobre la cota de las vías. Con esas dimensiones no resulta fácil atravesarlas, salvo para quienes gozan de mucha agilidad, como la de los jóvenes que, ante la aglomeración formada en torno al paso inferior de las vías, decidieron cruzarlas sin percatarse de la proximidad del tren Alaris procedente de Alicante, que pasa por Casteldefells en la modalidad "via libre", sin pararse.
Para ocasiones puntuales, como ésta de las fiestas de San Juan o acontecimientos deportivos, Toledo propone reforzar los sistemas de vigilancia técnica y presencial con guardas de seguridad: "La creciente complejidad de la arquitectura ferroviaria y las mejoras en accesibilidad están favoreciendo la desaparición del hábito de cruzar las vías, pero las multas por infringir las acciones prohibidas deberían agravarse". Ante una infracción, la legislación vigente sólo permite a Renfe (operadora) o Adif (infraestructuras) proponer una sanción y elevarla a la policía.
El experto en seguridad ferroviaria insiste en subrayar la excepcionalidad de tragedias como la de Casteldefells (invasión de vía por terceros y no imputable a descarrilamiento, choque o avería técnica) como síntoma del alto nivel de seguridad en el ferrocarril, pero sirve, no obstante como indicador.
Francisco Toledo y su equipo trabajan en el acopio de los valores de referencia nacionales, respecto a los europeos, para calcular las tasas de riesgos aceptables para accidentes ferroviarios.
La Unión Europea desarrolla la creación de autoridades nacionales en materia de seguridad ferroviaria. En la actualidad esta responsabilidad recae junto a otras competencias, en sendas direcciones generales de Renfe y Adif. En el futuro la autoridad nacional de seguridad ferroviaria será completamente independiente de ambas entidades, determinará quiénes son los responsables de cada uno de los accidentes y ordenará las medidas a tomar para evitar que se repitan.
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