La cumbre autonómica acaba en bronca
El Gobierno fracasa en su intento de lograr un pacto de empleo con las comunidades del PP.- "Hace falta más lealtad y madurez institucional", reprocha Zapatero
La cuarta Conferencia de Presidentes, dedicada a la recuperación económica y al empleo, fracasó ayer tras la negativa del PP a pactar nada con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en medio de una gran bronca política que alargó hasta las 12 horas una sesión programada para durar ocho. Muy avanzada la tarde el presidente del Gobierno presentó una propuesta en la que asumía ocho de los diez puntos sobre el empleo que defendía el PP. Se sometió a votación y salió rechazada con 10 votos a favor (los presidentes de las comunidades gobernadas por el PSOE y los regionalistas de Cantabria y Canarias) y ocho abstenciones, las de las comunidades del PP.
El nuevo reglamento exigía que cualquier propuesta fuera aprobada con dos tercios de los votos para ser considerada "recomendación al Gobierno" o por unanimidad para tener la categoría de acuerdo. El presidente de Navarra, Miguel Sanz, de UPN, se ausentó de la reunión antes de la votación, aunque dijo mostrarse más favorable que contrario a la última propuesta.
Nada más constatarse el fracaso, Zapatero acusó al PP de haberse negado al acuerdo. "Es lamentable que por intereses partidistas no se tenga altura de miras ni visión de Estado [...] Hace falta más lealtad y madurez institucional en España", dijo con evidente enfado. Fue aún más explícito al señalar cómo, al final de la sesión, la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, le reconoció que los presidentes del PP "no se responsabilizan con el Gobierno de España" en la lucha contra el paro y a favor de la recuperación económica. "Las comunidades del PP se lavan las manos", fue el análisis de Zapatero.
Fue sin duda la Conferencia de Presidentes más larga y más tensa. Zapatero mantuvo desde un principio la posición de que lo más importante era el acuerdo en sí mismo, por encima del contenido. Su apuesta política era, según señaló, enviar un mensaje de unidad y de confianza a la sociedad y los mercados. Así lo pidieron expresamente los empresarios y los sindicatos, invitados por primera vez a un acto de este tipo.
Mientras, los presidentes del PP se presentaron sometidos a una disciplina de partido contra cualquier acuerdo en política económica y laboral, base de su oposición. La tensión se mantuvo hasta el final entre Zapatero, dispuesto a llegar a un acuerdo de mínimos -sobre una propuesta que repartió a primera hora de la tarde y a la que después incorporó planteamientos del PP a última hora-, y unos presidentes populares muy beligerantes. "La Conferencia de Presidentes es de España, no del presidente del Gobierno. Quien gana o pierde no es un partido. Es el Gobierno de España", dijo Zapatero.
El jefe del Gobierno, en su intento de preservar la unidad y salvar la conferencia, llegó a aceptar ocho de los diez puntos del documento conjunto que presentaron los mandatarios del PP en materia de economía y empleo, así como siete de los diez puntos sobre agricultura y agua de los populares. Dicho documento lo habían acordado el viernes los presidentes del PP con Mariano Rajoy.
Sobre esta situación se basó toda la resistencia del PP a pactar un documento. Según explicó el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, "Zapatero pretendía pactar en tres horas lo que no ha pactado en tres años", en referencia al tiempo transcurrido desde la anterior conferencia. Feijóo no citó un solo punto de desacuerdo con el Gobierno en cuanto al contenido de la propuesta final. Sólo criticó que el PP había llegado a la reunión con sus propuestas sobre la mesa, publicadas días antes, y el Gobierno había esperado hasta la hora de comer para poner un papel sobre la mesa.
En el documento de Zapatero se aceptaban puntos del PP como las reformas estructurales para liberalizar servicios, la reestructuración y saneamiento del sistema financiero, el diseño de la política energética, la optimización de los recursos destinados a investigación, el diseño de un sistema educativo competitivo y la reforma de los organismos reguladores. No aceptó el punto referente a la reforma laboral -interpretado por los sindicatos y el Gobierno como un abaratamiento del despido- y tampoco la posibilidad de bajar ciertos impuestos.
Zapatero llegó a atrasar una cena de gala con el Rey, que tenía a las 21.00 en el Palacio Real con motivo de la visita a España del presidente de Vietnam, decidido a agotar las posibilidades de un acuerdo. Los presidentes del PP plantearon que el debate sobre el texto propuesto se derivara a las conferencias sectoriales para que lo estudien. Trató de mediar sin éxito el presidente de Canarias, Paulino Rivero, de Coalición Canaria.
Finalmente, fue Esperanza Aguirre la que señaló claramente que el PP no quería acuerdos con Zapatero, que no quería comprometerse en un acuerdo con él en materia económica. Esta parte final del encuentro no fue seguida por patronal y sindicatos, que abandonaron la sesión a primera hora de la tarde.
El presidente de la Xunta, hombre de confianza de Rajoy y que actuó como principal portavoz de los presidentes del PP, sentenció la conferencia desde primera hora de la mañana: "No podemos acompañar a un Gobierno que no sabemos adónde va". Núñez Feijóo dejó clara la opinión del PP antes de comer, cuando dijo que la propuesta de
Zapatero era "más un plan de imagen que un plan económico" y concluyó: "Es difícil que genere un espacio de confianza".
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