Aprender con propósito social: realidad virtual y Alzhéimer
Con los proyectos de aprendizaje-servicio los estudiantes y el profesorado de Formación Profesional consiguen unir en un mismo empeño el éxito educativo y su compromiso como ciudadanos. Cuanto más y mejor aprenden, más capaces son de prestar un mejor servicio a la ciudadanía. Diseñan escenarios virtuales donde los pacientes de Alzhéimer pueden interactuar con su entorno y fijar recuerdos necesarios en su vida cotidiana.
Un grupo de estudiantes de segundo curso de Técnico Superior en Mantenimiento Electrónico del Centro Público Integrado de Formación Profesional (CIFP) Río Tormes (Salamanca) decide poner su conocimiento a disposición de la comunidad. Acuerdan colaborar con agencias sociales en el desarrollo de terapias para pacientes con Alzhéimer.
Su propósito es que, de manera inmersiva, lúdica y segura, los pacientes con Alzhéimer puedan sentir, experimentar y consolidar recuerdos sobre ubicaciones y objetos cotidianos, rutinas y recorridos frecuentes. Diseñan y crean escenarios virtuales 360º, referidos a itinerarios por su ciudad y al interior de la residencia habitual, incorporando objetos 3D con los que poder interactuar.
“Quien ha tenido una experiencia de realidad virtual (lo más probable a través de un videojuego) sabe que es increíble. La sensación inmersiva es total. Puedes recrear entornos y habitar virtualmente en ellos”, afirma Elena Rodríguez, profesora de Formación y Orientación Laboral (FOL) y jefa de estudios adjunta de Calidad e Innovación del CIFP Río Tormes.
Para que todos los estudiantes contribuyan al bien común, aborden los desafíos globales y prosperen en un mundo complejo, la investigación reclama la construcción de relaciones significativas y profundas entre docentes, estudiantes y otros agentes educativos. Experiencias de aprendizaje creativas, colaborativas, conectadas socialmente y relevantes. Nuevas pedagogías que dan voz a los estudiantes para decidir sobre lo que aprenden y actuar como promotores de su aprendizaje.
La autoevaluación y la coevaluación se fomentan como herramientas de metacognición para tomar consciencia y responsabilizarse de la propia formación. Los estudiantes se convierten en codiseñadores de un aprendizaje que, conectado con la vida real, responde a sus aspiraciones.
Michael Fullan, profesor de la Universidad de Toronto, desarrolla el concepto de aprendizaje profundo enfocado a la comprensión y aplicación significativa del conocimiento. Los estudiantes, en nuestra encrucijada social y cultural, necesitan comprender conceptos a nivel profundo, ser conscientes de su significado, de su proceso de adquisición y transferir ese conocimiento a situaciones del mundo real. En este marco, el pensamiento crítico y las habilidades socioemocionales, además de las tradicionalmente académicas, se consideran componentes esenciales de la formación.
En línea con todas estas referencias de investigación, Elena Rodríguez expone: “Solemos pensar que en el centro estamos solo para buscar el éxito educativo de los alumnos y que su compromiso social ya lo adquirirán por otros sitios. No es lo que pretendemos con nuestros proyectos. Queremos sumar en un mismo empeño el éxito educativo y su compromiso como ciudadanos. Cuanto más y mejor aprendan, más capaces serán de prestar un mejor servicio a la ciudadanía. Esto es lo que da sentido a lo que aprenden. Esta forma de adquirir conocimientos, prestando un servicio a la comunidad, se convierte en el norte que orienta el talento de nuestros alumnos: la búsqueda y el fortalecimiento del bien común”.
Víctor Jiménez, estudiante del CIFP Río Tormes, manifiesta: “Hemos conseguido con nuestros conocimientos contribuir en un problema de la sociedad que además nos tocaba de cerca, ya que todos nosotros tenemos abuelos. Ha sido también muy apasionante ver cómo interactúan con los trabajos que nosotros realizamos y que esto sirva de ayuda para mejorar la calidad de sus vidas.”
Eva María Sanchez, subdirectora de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer (AFA) de Salamanca, dirige a los estudiantes el siguiente mensaje en la red social X (antes Twitter): “Desde AFA Salamanca os puedo decir que les ha encantado el tour, ha servido para que se sientan motivados, activos, alegres, orgullosos de lo que saben y de su ciudad, con ganas de compartir sus vivencias y de ir a pasear por la plaza. ¿Qué más se puede pedir? Les habéis hecho felices”.
Elena Rodríguez y Miguel Ángel Casanova (director del centro), docentes del título de Técnico Superior en Mantenimiento Electrónico, son conscientes del vertiginoso cambio al que está sometida nuestra sociedad y consecuentemente, la Formación Profesional: “dentro de quince años estos títulos serán sustituidos por otros que aún no conocemos”. Entienden, por ello, que la formación de sus estudiantes necesita del aprendizaje profundo, siendo conscientes de su significado: aprender a pensar y a hacer de forma creativa, a gestionar su desconocimiento.
De ahí su convencimiento en trabajar multidisciplinarmente y promover la colaboración entre diferentes ámbitos curriculares. De hecho, abordan juntos los proyectos del título Mantenimiento Electrónico, como responsables de dos de sus módulos profesionales: Empresa e Iniciativa Emprendedora y Mantenimiento de equipos de vídeo.
Consiguen transformar las aulas en pequeñas comunidades de aprendizaje con grupos cooperativos que funcionan de manera relativamente autónoma. A cada miembro del equipo se le asigna un rol. Cada grupo de trabajo registra su actividad, compromisos y acuerdos en el cuaderno de equipo. Al final de la clase, el secretario documenta en el diario de sesiones las actividades realizadas y las tareas de cada miembro para la siguiente sesión.
La información recogida sirve para evaluar su funcionamiento y logros alcanzados. En el desarrollo de las actividades individuales, cada estudiante crea un porfolio digital, donde recogen las actividades seleccionadas como evidencias, analizan su progreso y se hacen conscientes de su avance y de cómo lo consiguen. Perciben, al tiempo, la importancia de cuidar su identidad digital.
Todos los proyectos se orientan a poner el conocimiento al servicio de las personas, tienen un componente social y están alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. “Descubrí la pedagogía de aprendizaje servicio (ApS) hace ya diez años y ha transformado mis clases. Me permite hacer realidad el emprendimiento social aplicando los conocimientos a necesidades reales de colectivos vulnerables”, comenta Elena Rodríguez.
Utilizan metodologías como Design Thinking, orientadas a la acción, al prototipado, previa labor colectiva de reflexión, planificación y posterior validación. Por otra parte, incorporan herramientas muy visuales, como el mapa de empatía y el mapa de actores, lo que facilita poner el foco en lo que realmente necesitan los destinatarios; es decir, cocrear con ellos. “Me gusta mucho el enfoque humanista que trata de hacer coincidir las necesidades de las personas con lo que tecnológicamente es factible y económicamente viable”, explica Rodríguez.
El proyecto Mnemos. El hogar de tus recuerdos
En el curso 2021-22, se dota al centro con un Aula ATECA (Aula de Tecnología Aplicada) para la familia profesional de Electricidad y Electrónica. Un equipamiento tecnológico que incluye gafas de realidad virtual y aumentada, cámaras de grabación 360º, escáneres virtuales, cortadoras láser e impresoras 3D. En estas circunstancias, Elena y Miguel plantean, a su grupo de segundo curso de grado superior, cuestiones como: “Qué hacer con toda esta tecnología y cómo ponerla al servicio de una necesidad social”. Es lo que llaman emprender con propósito para prestar un buen servicio; aquí encuentran el sentido y la motivación para aprender.
Exploran las necesidades sociales de su entorno próximo en las áreas de medio ambiente, sanidad, formación, etc. Seleccionan aquellas que pueden abordar desde su área de especialización e idean usos ambiciosos de la dotación tecnológica. Por ejemplo, utilizar la dotación de 12 pares de oculus (gafas de realidad virtual) más allá del uso habitual para videojuegos.
Después de los primeros descubrimientos deciden centrase en las entrevistas a los trabajadores de residencias de mayores, profesionales del área de atención a personas en situación de dependencia y, por supuesto, a los propios usuarios. Al final acuerdan trabajar en la mejora de las condiciones de vida de las personas mayores con Alzhéimer.
Investigando sobre la enfermedad observan que las terapias se encaminan a ralentizar su avance y progresar en la mejora de la calidad de vida. Contactan con dos entidades salmantinas, la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer (AFA) y el Centro de Referencia Estatal de Atención a Personas con Enfermedad de Alzheimer y otras Demencias (CRE Alzheimer). Conciertan la visita al Centro de Día de AFA y mantienen una entrevista con Magdalena Hernández, presidenta de la asociación.
Encuentran en Magdalena Hernández su mejor aliada. Aprenden sobre la enfermedad y sus hándicaps funcionales y se sienten atraídos por la búsqueda de nuevas herramientas que mejoren la calidad de vida de estos pacientes. Desde los primeros contactos, la AFA actúa como cocreadora del proyecto. Se acuerda que se centrarán en preservar los recuerdos actuales de los pacientes, vivir cada momento con entusiasmo y potenciar lo más posible su autonomía.
Trabajan con un grupo de afectados de Alzhéimer, que aún son autónomos para vestirse y salir a la calle, aunque, en cualquier momento, se pueden desorientar y no saber volver a casa. Desde la AFA les lanzan la pregunta: ¿Podríais desarrollar alguna herramienta que les ayude a orientarse por la ciudad?
La necesidad se transforma en propósito y en un proyecto formativo, académico y de aprendizaje-servicio que orientará su cualificación profesional como Técnico Superior en Mantenimiento Electrónico. Un marco de reflexión y acción que adopta el nombre de Proyecto Mnemos. El hogar de tus recuerdos (del griego Mnemósine, diosa de la memoria).
De vuelta al aula
Cómo preservar los recuerdos actuales de los usuarios de AFA, era la pregunta que se llevaban de vuelta al aula, a su laboratorio de creatividad para empezar a trabajar. Siguiendo el proceso de pensamiento de diseño (design thinking), después del análisis de contexto, definen el propósito, fomentan la proliferación de ideas y posibles soluciones, la activación colectiva del pensamiento creativo, pasan a una fase de esbozo y dibujo, a la creación de prototipos, pruebas y evaluaciones. Los estudiantes deciden, al final, que es viable, pertinente y funcional diseñar escenarios 360º, importados de Google Street View, con los que visualizar y dar a conocer rutas o zonas. En este caso, el centro de la ciudad de Salamanca.
A partir de lo que imaginan, proyectan y prototipan en emprendimiento con Elena Rodríguez. Los estudiantes, con Miguel Ángel Casanova, responsable de la formación más tecnológica, crean un recorrido por la Plaza Mayor. Más adelante, y como trabajo de fin de ciclo, el estudiante Marcos Vicente crearía otro por la Plaza de Anaya y catedrales. En ambos incorporan preguntas de orientación, la presencia virtual de comercios y cafeterías, además de referencias históricas. Aquello que lleve a evocar recuerdos, vivencias y a generar diálogos sobre lugares comunes; dar pie a una enriquecedora estimulación cognitiva, como pretenden las terapias de mejora de la calidad de vida de los enfermos de Alzhéimer.
Como cualquier prototipo, una vez puesto a prueba por los usuarios, los estudiantes toman conciencia de la necesidad de hacer adaptaciones. Por ejemplo, el uso de las gafas de realidad virtual no era viable con personas de edad avanzada y con Alzhéimer. La sensación de agobio que les provocaban era contraria al propósito de la terapia. Con el buen criterio de las terapeutas, se sustituye por una actividad grupal de resolución colectiva de las cuestiones integradas en el escenario virtual y que ahora se proyecta en una pantalla de la sala.
El Centro de Referencia Nacional del Alzheimer (CRE Alzheimer) les pide un escenario virtual con el interior de una habitación lo más sencilla posible. Los estudiantes diseñan una especie de videojuego, con el programa Unity. En una ventana virtual los pacientes pueden observar el cambio de estación. Se les pide que identifiquen la ropa de cama y de vestir y su secuencia, así como los objetos que no debían olvidar antes de salir de casa.
Al proyecto Mnemos se le ha otorgado el Premio Nacional de Aprendizaje Servicio (2022), en la categoría de Tecnologías de la Información y Comunicación y el premio al mejor proyecto emprendedor STARTinnova Castilla y León 2022. Además, ha sido seleccionado como uno de los mejores proyectos de innovación social en la convocatoria Talent Junior de la Universidad Pontificia de Salamanca 2022.
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