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SISTEMA EDUCATIVO
Tribuna
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Reeducar Europa: la penetración de la extrema derecha en la enseñanza

Los partidos de ultraderecha apuestan por recentralizar y cambiar los contenidos y metodologías de los sistemas educativos

Una alumna en una escuela italiana, en una imagen de archivo.
Una alumna en una escuela italiana, en una imagen de archivo.MARZIO TONIOLO (Reuters)

La batalla cultural de la extrema derecha global contra lo que sus líderes denominan “wokismo”, “fanatismo climático” y “globalismo socialista” se ha agudizado. No únicamente en el tono de confrontación mostrado en plataformas políticas como la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) liderada por el trumpismo o la alianza europea Patriots, recientemente reunida en Madrid, sino también respecto a iniciativas, proyectos y políticas que operan en instituciones fundamentales para la reproducción social de las sociedades contemporáneas: la escuela y la universidad.

Reformulando una conocida frase de Margaret Thatcher, es posible decir que, para la extrema derecha, la educación es el método, pero el fin es cambiar -en clave reaccionaria- el corazón y el alma de las sociedades. Con ello, se pretende forzar una “ventana de Overton” que cambie la actitud social hacia ideas consideradas hasta hace poco como totalmente inasumibles se acaben considerando aceptables o discutibles. Claro ejemplo de ello es la limpieza étnica de la franja de Gaza para convertirla en un “resort”. Algo completamente impensable… hasta hace algún tiempo.

La voz de la extrema derecha cada vez está más presente en el ámbito educativo, participando incluso en eventos internacionales de educación como la feria de educación Didacta, organizada esta semana en Stuttgart, donde estuvo el partido neonazi alemán AfD, a pesar del rechazo de la mayor parte de las organizaciones del profesorado. Escudándose en la libertad de expresión, están impulsando un programa educativo que fomenta las desigualdades de clase, etnia y género.

La reciente investigación sobre las políticas educativas de la extrema derecha en Europa, que hemos publicado en la prestigiosa revista internacional de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) Education Policy Analysis Archives, demuestra que los partidos políticos de extrema derecha, que han tenido representación significativa en las elecciones europeas de 2024, están conformando una agenda política común en materia educativa -aunque con ciertos matices nacionales- organizada bajo una Internacional de Ultraderecha en Educación (IdUE).

Las investigación muestra los cuatro ejes principales en torno a los cuales la extrema derecha europea está centrando su batalla cultural en el terreno educativo: a) la organización del sistema educativo; b) el currículo y los contenidos escolares; c) la educación en valores y d) la metodología docente.

Recentralización y privatización educativa

Los partidos de extrema derecha apuestan por recentralizar y controlar los sistemas educativos (excepto en Alemania, por su tradición histórica). En Francia, Le Pen quiere que el ministerio autorice y controle los libros de texto (como la censura franquista) y que el profesorado no pueda expresarse “en cuestiones políticas, ideológicas y religiosas”.

Asumen el discurso neoliberal y abogan por la privatización del sistema educativo, convirtiendo la educación en un nuevo nicho de negocio, así como gestionar las escuelas como empresas y adaptar la educación a las prioridades establecidas por el mercado. En Italia afirman que este modelo devolverá el poder a los hombres en una profesión “demasiado feminizada”.

Educar en la “identidad nacional patriótica”

Insisten en que la escuela debe educar en la cultura y la identidad nacional “patriótica” así como enfrentarse al interculturalismo e impulsar el asimilacionismo suprimiendo “la lengua y cultura de origen”. Reclaman la recuperación de un supuesto pasado épico y glorioso, ligado a valores tradicionales católicos, raciales y culturales. Apuestan por confrontar “el islam radical que está tomando el poder”, especialmente en los centros educativos y denuncian que la supuesta “bajada de nivel” es atribuible a los estudiantes de origen extranjero. Además, abogan por el “PIN parental” para que no se impartan contenidos sobre diversidad, prevención de lgtbfobia, transición ecológica, etc., con el argumento de que así se “defiende a los menores del adoctrinamiento”. Esto también se plantea directamente mediante normas y directivas que restringen o prohíben contenidos relativos al respeto a la diversidad sexual, por ejemplo.

Valores patrióticos y meritocracia

En coherencia con lo anterior, proponen una educación “patriótica” que enseñe y ensalce “las gestas y hazañas de héroes nacionales”; a la vez que rechazan la educación afectivo-sexual, que consideran “propaganda de género” o una forma acentuar la homosexualidad y transexualidad.

Dentro del conjunto de “valores” que reclaman incluyen la meritocracia como sistema que exalta los valores del esfuerzo individual y la competencia por “llegar arriba”, exigiendo terminar con la “discriminación positiva” que beneficia sobre todo a la población inmigrante, según ellos.

Ideología del esfuerzo y leyes de autoridad docente

Como metodologías docentes apuestan por la recuperación de la ideología del esfuerzo y la disciplina como ejes de su forma de entender la “calidad educativa”. Lo cual se proyecta en la culpabilización del estudiante como único responsable de su fracaso escolar.

Por ello quieren convertir al profesorado en figuras autoritarias mediante leyes que sancionen como “delito de atentado contra la autoridad las agresiones a profesionales docentes”, equiparando al profesorado a los cuerpos policiales. En Italia, esta ideología se extiende a la persecución de las familias, amenazando con encarcelar hasta dos años a los padres de los niños que abandonan la escuela, en lugar de luchar contra las causas del abandono escolar.

Defender el bien común

Ante el discurso catastrófico de estos partidos que ataca insistentemente la confianza en las instituciones democráticas y en la educación pública, que responsabiliza al propio alumnado con dificultades de su situación escolar y del “fracaso educativo”, que pretende una escuela selectiva y segregadora en vez de inclusiva, democrática y participativa, es clave recuperar la defensa de la escuela pública, dotarla de recursos y medios suficientes, fortalecer la formación inicial y permanente del profesorado en el pensamiento crítico e impulsar los principios democráticos y participativos en el sistema educativo. Más aún, resulta crucial educar a las actuales y futuras generaciones en la igualdad, la justicia social y el bien común desde una pedagogía antifascista.


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