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Universidades
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Atraer talento internacional: la gran oportunidad de las universidades españolas

Convendría que las características de la prueba de acceso no hagan desistir a competentes estudiantes extranjeros no comunitarios que aspiren a cursar sus estudios en los campus de España

Clase en un aula de IE University, en su torre en Madrid.
Clase en un aula de IE University, en su torre en Madrid.IE
Santiago Íñiguez de Onzoño

España es destino preferido de los estudiantes internacionales. Actualmente, la población de alumnos extranjeros en universidades españolas representa el 6,6% del total, mientras que en Reino Unido es un 24% y en Francia un 12%. A pesar del atractivo de nuestro país, todavía estamos por detrás de otras potencias europeas.

El sistema universitario español también se ha convertido en una opción preferente para investigadores y docentes extranjeros, aunque la oferta de plazas sea limitada y el proceso de reconocimiento de sus credenciales sea tortuoso. Sin embargo, aquí también estamos por detrás de otros países de nuestro entorno. Por ejemplo, los datos muestran que en Alemania el 14,7% del personal docente es extranjero, frente al 3,4% en España.

Esta información muestra una carencia significativa, pero también una inmensa oportunidad para las universidades españolas: la apertura y atracción de más talento y estudiantes internacionales. Varias razones justifican la necesidad y la oportunidad de apertura de nuestras universidades al mercado internacional:

1. Mejorar la generación de conocimiento y excelencia del aprendizaje. Desde su creación en el siglo XIII, las universidades tenían una clara vocación internacional, evidente en su propia denominación, abierta al entero universo. Docentes y alumnos se movían de Bolonia a París o a Salamanca, asistiendo a las clases en latín, entonces la lengua vehicular, hoy es el inglés.

Con el tiempo, John Henry Newman, el transformador de los estudios de la universidad de Oxford del siglo XIX, definía a la universidad como “la reunión de extraños de todas partes en un solo lugar”. Esa genuina diversidad cultural, la apertura a distintas culturas y visiones del mundo, es el motor de la innovación y generación de conocimiento, parte de la misión característica de las universidades. Además, facilita el mejor entorno para el aprendizaje de los estudiantes. Sin esta diversidad, las universidades están cojas.

2. Poder alinear oferta y demanda universitaria ante el declive demográfico. Como es sabido, desde el año 2015 la población española se está encogiendo: somos uno de los países con mayor índice de envejecimiento del mundo. La consecuencia será que en menos de nueve años las universidades españolas tendrán menos candidatos nativos, lo que condicionará no solo su crecimiento orgánico, sino incluso su mantenimiento. La falta de sostenibilidad del modelo puede provocar el cierre de departamentos, escuelas, con el consiguiente menoscabo para el músculo investigador nacional. Se puede evitar esta debacle con la apertura a un mayor número de estudiantes internacionales que permita mantener la escala y el sano crecimiento de nuestras universidades.

3. Mejorar la financiación de la universidad. Uno de los problemas históricos de la educación superior es la escasez de recursos que permitan financiar docencia de calidad, inversiones en investigación y pedagogía. Como sucede en otros países, como Reino Unido, la entrada de alumnos internacionales no comunitarios, para los que podría fijarse legítimamente una matrícula más alta, permitiría un volumen de ingresos adicional significativo.

4. Impacto positivo en la economía y el bienestar de la sociedad española. Todos los estudios realizados sobre universidades con presencia significativa de alumnos internacionales muestran los efectos positivos: creación de empresas, generación de empleo y valor económico en el entorno circundante. Los casos más representativos son Estados Unidos y Reino Unido, pero otros países se están moviendo en esa dirección, incluidos China y Alemania.

Sería determinante que la prueba de acceso para extranjeros se pudiera realizar tanto en inglés como en español,

No obstante, el potencial de atracción de alumnos internacionales a España está actualmente en jaque. La Ley de Educación (LOMLOE) ha cambiado el acceso de candidatos extranjeros a universidades españolas, estableciendo que los estudiantes procedentes de países no europeos, o con los que no existe convenio bilateral, deberán superar una prueba especial. Pendientes del desarrollo a través de los decretos correspondientes, convendría que las características de la prueba de acceso no hagan desistir a competentes estudiantes que aspiren a cursar sus estudios en universidades españolas.

En este sentido, sería determinante que la prueba de acceso se pudiera realizar tanto en inglés como en español, especialmente para estudiantes que pretendan cursar en inglés sus estudios en España. En caso de mantener el examen únicamente en español, estudiantes procedentes de países no hispanohablantes -la mayoría- optarán por otros países. Además, tras un grado de cuatro o más años cursado en España, los alumnos de otras nacionalidades aprenden español y se sumergen en nuestra cultura, con los consiguientes beneficios de largo plazo para el país.

Al mismo tiempo, y en un entorno tecnológico como el actual, la realización presencial de la prueba (por ejemplo, en consulados o sedes de entidades españolas en el extranjero), en lugar de facilitarla en formato online, supondría costes de desplazamiento o de estancia que probablemente no sean asumibles por parte de muchos potenciales estudiantes.

Además, podría considerarse convalidar las pruebas de acceso internacionales ampliamente contrastadas (por ejemplo, SAT, ACT, LNAT), con el objetivo de facilitar la entrada de candidatos de formidable calidad que enriquecieran la diversidad de la composición de alumnado.

El riesgo de una regulación restrictiva puede estrangular la venida del talento internacional a nuestras universidades. La internacionalización del sistema universitario español, lejos de limitar el acceso de alumnos españoles a nuestra educación superior, les proporcionaría una visión intercultural e internacional necesaria para su transformación en emprendedores, su incorporación al mercado laboral y a la sociedad global, además de representar un factor de gran valor social y económico.

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