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Informe PISA: España obtiene su peor resultado, pero resiste el batacazo educativo global mejor que su entorno

El país queda más cerca que nunca del promedio de la OCDE y la UE en una edición de la mayor evaluación internacional del mundo marcada por la pandemia

Alumnos en un instituto de Tordesillas (Valladolid), este martes.Foto: EMILIO FRAILE
Ignacio Zafra

España ha obtenido este martes sus peores resultados en el informe PISA desde que la prueba educativa, la más importante del mundo, empezó a publicarse en el año 2000. Pero al mismo tiempo, paradójicamente, también ha conseguido en cierta forma el mejor resultado. Los alumnos españoles del último curso de la ESO han bajado 8 puntos en matemáticas respecto a la edición anterior, de 2018 ―en la que ya cayeron mucho―, hasta quedarse en 473. Han retrocedido tres en comprensión lectora, hasta los 474. Y han subido dos puntos en ciencias, hasta los 485. El batacazo global ha sido, sin embargo, de tal calibre, con un descenso medio de los países de la OCDE, la organización integrada por los países ricos que organiza la prueba, de 17 puntos en matemáticas, 11 en lectura, y 4 en Ciencias, y una caída aún más acusada en la Unión Europea, con bajadas medias de 20, 14 y 6 puntos respectivamente, que España nunca se había situado tan cerca del promedio de ambas organizaciones, a solo un punto.

En la octava edición de PISA han participado 690.000 estudiantes de 81 países de 15 y 16 años, 30.800 de ellos españoles. Los exámenes se realizaron, con un año de retraso debido a la pandemia, en la primavera de 2022. Y la caída general de los resultados solo puede entenderse por la covid, que afectó al funcionamiento del sistema educativo, en mayor o menor grado, durante tres cursos. El hecho de que España salga relativamente mejor parada, aunque con fuertes diferencias territoriales, es una muestra más de que el protocolo para prevenir los contagios en la escuela, diseñado en 2020 por los ministerios de Educación y Sanidad y aplicado disciplinadamente por las comunidades escolares, la campaña de vacunación de los adolescentes, y los fondos inyectados por el Gobierno (1.600 millones solo el primer curso de pandemia) para contratar profesores, fueron eficaces.

Las matemáticas han sido los conocimientos más perjudicados, tanto globalmente como en España, porque son los que más requieren el acompañamiento directo del profesor y en los que más difícil resulta para los chavales aprender por su cuenta o con ayuda de sus familias. Históricamente se ha estimado que 40 puntos de diferencia en una prueba de PISA equivalen a un curso académico (aunque algunos estudios lo reducen a 30, o incluso a menos porque no es un dato oficial de la OCDE). Y el informe refleja impactos muy elevados en la prueba de matemáticas en la mayoría de países del entorno europeo de España, como Portugal, Suecia y Dinamarca, que pierden 20 puntos; Francia, 21; Finlandia, 23; Alemania, 25; Países Bajos, 26; Polonia, 27, o Islandia, 36. España queda por primera vez por delante de países como Noruega, donde los resultados en matemáticas han caído 33 puntos.

El informe apunta que los descensos globales en el rendimiento educativo no se deben, probablemente, solo a la pandemia. Y el estudio no encuentra una relación directa entre la duración de los cierres escolares generales adoptados por los países, sobre todo en la primavera de 2020 —que no abarca otro tipo de perturbaciones educativas generadas por la covid, como los confinamientos de aulas concretas o los individuales—. Dicha conexión entre semanas de cierre y pérdida de aprendizaje de los estudiantes sí se observado en otras pruebas, como PIRLS, otra gran evaluación internacional centrada en la educación primaria, quizá porque la mayor madurez de los chavales de secundaria que analiza PISA les permitió aprender mejor de forma autónoma. En esta edición, por otra parte, el formato de la prueba de matemáticas ha vuelto a cambiar para hacerse todavía más competencial, un planteamiento educativo que exige a los alumnos un mayor esfuerzo a la hora de razonar y relacionar saberes para aplicarlos a la resolución de problemas muy pegados a la realidad, lo que también puede haber hecho mella en los alumnos.

Singapur, Taiwán y Japón, en cabeza

Una decena de países, casi todos asiáticos, han logrado, pese al contexto, mejorar sus resultados. Es el caso de Singapur, que ha subido 6 puntos en matemáticas, hasta los 575. La ciudad-Estado, que solo tiene 5,4 millones de habitantes y es uno de los lugares más ricos del mundo, lo que lo convierte en un caso poco representativo, vuelve a quedar en primera posición en las tres pruebas. Le siguen Taiwán, Japón y Corea, que también han experimentado subidas. China, por su parte, limitó esta vez su participación, siempre muy restringida, a Macao y Hong Kong. Una de las conclusiones del primer PISA poscovid es un aumento de la distancia entre los países asiáticos avanzados, que ya ocupaban las primeras posiciones, y el resto. El primer país europeo, y quinto del mundo, Estonia, ha perdido 13 puntos en matemáticas (hasta los 510), 12 en lectura y cuatro en ciencias. Estados Unidos también ha bajado, sobre todo en matemáticas (13 puntos, hasta los 465), una competencia en la que queda por debajo del promedio de la OCDE (que es de 472). Latinoamérica no retrocede tanto en PISA como cabría esperar a la vista de la forma en que muchos de los Estados afrontaron educativamente la covid, con cierres escolares muy prolongados. El primer clasificado de la región, Chile, pierde 6 puntos en matemáticas (412), 4 en lectura (448) y se queda igual en ciencias (444).

Los descensos globales en comprensión lectora y ciencias son más moderados. Aunque en el entorno de España hay unos cuantos descalabros importantes. Los resultados en lectura de Portugal caen 15 puntos; los de Alemania, 18; los de Francia, 19; los de Noruega, 22; los de Países Bajos, 26; los de Finlandia, 30, y los de Islandia, 38, por citar algunos. En el caso de España, la comparación de la prueba de lectura con la anterior está condicionada por las extrañas circunstancias que rodearon dicho examen en el país en 2018: la OCDE retrasó un año la publicación de los resultados de España después de detectar unas “anomalías” que acabó atribuyendo al cansancio y la falta de interés de una parte de los alumnos. En todo caso, los resultados del país descendieron 20 puntos respecto a 2015.

Equidad y diferencia

La nueva edición del Informe PISA reafirma muchas de las características del sistema educativo español. Como su grado, superior a la media de la OCDE y la UE, de equidad educativa, con un gran peso de alumnos que obtienen rendimientos intermedios; una proporción algo más baja que el promedio entre los que van mal, y un porcentaje muy pequeño, según diversos expertos excesivamente minúsculo, de los que van muy bien. Letonia e Irlanda son ejemplos de países que, además de presentar altos niveles de equidad, superiores al de España, logran también muy buenas puntuaciones.

Las chicas españolas obtienen de media 25 puntos más en lectura y nueve menos en matemáticas que los chicos, una diferencia casi idéntica a la que se produce de media en la OCDE y la Unión Europea. En ciencias, los promedios de ambas organizaciones internacionales no muestran diferencia por género, pero en España sí, con las chicas cinco puntos por debajo.

La gran brecha educativa, que PISA vuelve a certificar en todos los países, es la que viene determinada por el nivel socioeconómico y cultural de las familias de los alumnos. En España las diferencias entre los más ricos y los más pobres ―que se calcula tomando al 25% de cada lado de la horquilla― alcanza en matemáticas 86 puntos, lo que equivale a un poco más de dos cursos académicos. La media de la OCDE es de 93 puntos, y la de la UE, de 102. El país de la Unión con menores diferencias en este terreno es Irlanda, con 74 puntos. Y donde más hay, Eslovaquia, con 133.

Para medir la “resiliencia” de los chavales pobres, la OCDE calcula el porcentaje de estudiantes que, pese a pertenecer al grupo de menor renta, se sitúa en el 25% que mejor puntuación saca en matemáticas. En España representan el 12%, dos puntos más que la media de la OCDE. En el Reino Unido, el país de la organización donde más pesan, son el 15%, y en Eslovaquia, que es donde menos, el 6%.

Los estudiantes inmigrantes obtienen peores resultados en casi todos los países. En España, 36 puntos menos en ciencias, 33 menos en matemáticas, y 32 en lectura. En los promedios de la UE y la OCDE dichas diferencias entre nativos y foráneos son, en casi todas las pruebas, bastante superiores. El país desarrollado con mayor brecha al respecto es Finlandia (con 92 puntos en lectura). En Australia, en cambio, los inmigrantes, buena parte de ellos procedentes de China y de países del sureste asiático, aventajan a los autóctonos en 24 puntos en matemáticas.

Mucha ansiedad con las matemáticas en España

En una clara muestra de que España tiene un problema con las matemáticas, PISA refleja que es el sexto de 41 países miembros de la OCDE donde más “ansiedad” provocan a los estudiantes. Las sufre el 37%, más del doble que el promedio de dicha organización. España también es uno de los Estados donde las chicas la sienten con mucha más frecuencia que los chicos (un 50% más). Los estudiantes pobres también sienten más ansiedad, tanto en las medias internacionales, como en España (donde la sufren un 26% más).

La nueva legislación educativa ha incorporado por primera vez en España una perspectiva socioemocional en la enseñanza de las matemáticas para tratar de reducir el problema, que contribuye a que muchos adolescentes, especialmente las chicas, se alejen de los estudios más relacionados con las matemáticas, como los científicos, los tecnológicos y las ingenierías, que a su vez abren la puerta a muchos de los empleos más estables y mejor pagados. La inclusión de este enfoque en los currículos educativos por parte del Ministerio de Educación fue recibida con sarcasmo por la oposición. PISA pone de manifiesto, sin embargo, que casi todos los países desarrollados afrontan mejor el problema de la ansiedad matemática que España: solo en Italia se da más (39%), mientras en Portugal solo la siente el 14% del alumnado y en Dinamarca, el 12%.

Qué opinan de sus institutos y de sus profesores

Los alumnos españoles muestran un elevado “sentimiento de pertenencia” a sus centros educativos, en el sentido de sentirse bien integrados en ellos (aunque dicha opinión ha bajado un poco respecto a ediciones anteriores). Solo Austria y Suiza tienen índices superiores entre 40 países de la OCDE, y donde más bajo resulta es en Polonia. España es también uno de los países donde los chavales dicen tener mejor relación con sus docentes: ocupa el puesto 11 en una lista que encabeza Corea y tiene a la República Checa en último lugar. Las chicas, el alumnado desfavorecido y los inmigrantes muestran un poco menos sentimiento de pertenencia a sus centros en España y también globalmente. El país destaca, en cambio, por el hecho de que las alumnas y los estudiantes pobres aseguran tener mejor relación con sus maestros, algo que no sucede en las medias internacionales.

España sale relativamente bien retratada en el índice de segregación o de aislamiento de los estudiantes, que mide en qué grado no tienen contacto con chavales con los que no comparten determinadas características. En el caso de la separación por rendimiento académico, España es el séptimo país de 42 países de la OCDE con un índice más bajo. Y en segregación del alumnado desfavorecido, es el undécimo país donde menos se da.

La mitad de acoso que en el Reino Unido

El acoso escolar frecuente, que es el más grave, afecta en España a un 6,5% del alumnado, según explican los propios chavales en las encuestas sobre distintas cuestiones vinculadas a su vida en los centros educativos que incluyen las pruebas de PISA. Se trata de uno de los porcentajes más bajos de la OCDE, donde la media alcanza el 8,3%. El país desarrollado que menos tiene es Corea del Sur, con el 1,1%, y, dentro de la UE, Italia (5,1%). Donde más se produce es en el Reino Unido (13,6%). Dentro de España, el acoso frecuente en La Rioja (4,1%) y Castilla y León (4,2%) es menos de la mitad que el que se registra en Cataluña (8,6%) y Canarias (10,2%). España es uno de los pocos países donde las chicas aseguran que sufren más acoso que los chicos. Un tipo de maltrato que también padecen más los estudiantes desfavorecidos y los inmigrantes.

Los chavales pobres perdieron más

PISA analiza los efectos de la pandemia desde varios puntos de vista. Concluye, por un lado, que el alumnado español más pobre perdió más conocimientos en matemáticas que los del resto de clases sociales por la covid, aunque estima que dicha diferencia fue moderada. El informe concluye que lo mismo sucedió en otros 12 países. En 24 no haya diferencias. Y en tres, Malta, Grecia y Chile, estima que el alumnado pobre perdió un poco menos en competencias matemáticas que el resto por la pandemia del coronavirus.

PISA formuló a los estudiantes varias preguntas sobre cómo vivieron los cierres escolares que se decretaron en muchos países en marzo de 2020 y que en parte del mundo desarrollado, no así en España, volvieron a producirse en más ocasiones en los meses y años siguientes. Los alumnos españoles son de los que menos sintieron en aquel periodo que sus profesores estaban disponibles para ayudarles (el país ocupa el puesto 32 de 39). Y de los que menos creen que sus docentes estuvieran preparados para enseñarles bien a distancia (puesto 33). España recupera posiciones (17) cuando se pide a los chavales que valoren el apoyo educativo que recibieron de sus familias.

El 56% del alumnado español afirma que “disfrutó aprendiendo por su cuenta” durante el cierre escolar. En Finlandia, donde el porcentaje es más alto, lo dice el 72%, y en Japón, el más bajo, el 39%. Solo el 38% de los estudiantes españoles dice que en aquel contexto se sintió motivado para aprender. En Colombia, cuyos alumnos sufrieron un larguísimo cierre escolar, el porcentaje sube al 65%, mientras en el Reino Unido se queda en el 26%.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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