Los docentes, tras la súbita muerte de un estudiante en Málaga: “Queremos personal sanitario en los centros educativos”
El reciente fallecimiento de un alumno en un instituto malagueño recuerda la escasa presencia de enfermeras escolares en colegios e institutos, 10 veces por debajo de la media europea
El pasado lunes falleció de forma súbita durante el recreo un alumno de 12 años en el instituto Sierra de Mijas (Málaga). Los profesores y una enfermera que pasaba cerca del centro atendieron al menor tras desplomarse, pero este murió sin que pudieran reanimarle. A la espera del resultado de la autopsia que descarte patologías previas y a pesar de que el estudiante contó de inmediato con toda la ayuda disponible, este caso aciago ha recordado la histórica reivindicación de la comunidad educativa para contar en los centros con una enfermera escolar, una figura que avanza a paso de tortuga en el sistema educativo español a pesar de que la pandemia ha consolidado su importancia.
“Queremos personal sanitario en los centros como en los países de nuestro entorno (y en los centros privados de España). Quiero gritar a las familias que por eso hay que luchar. Nos va la vida en ello. Vosotros podéis meter caña. Hacedlo”, reclamó Esther López, profesora de ese instituto, en un mensaje en Twitter que se ha hecho viral tras el suceso.
“La enfermera escolar hace muchísimo más que la covid: atiende diabetes, asma, cardiopatías, necesidades de sondajes y ofrece un cuidado integral del alumno para que tenga una inclusión total y sus padres puedan conciliar”, explica Elena Rubio, enfermera en el colegio Gonzalo de Berceo de Leganés (Madrid), con 436 alumnos. En paralelo a las dolencias, las enfermeras solucionan caídas y otros incidentes imprevistos y habituales en los recreos, además de dar una educación para la salud clave para evitar enfermedades como la obesidad (España tiene la mayor prevalencia del continente, con un 40% de niños con obesidad o sobrepeso entre tres y ocho años).
La inmensa mayoría de los 8,2 millones de alumnos de enseñanzas no universitarias carece de enfermera en sus colegios e institutos, a pesar de que algunos congregan a más de 1.000 estudiantes y profesores. Como el Sierra de Mijas, con 1.300 personas. Por lo general, las profesionales sanitarias están más presentes en colegios privados, que las promocionan como un servicio esencial, que en los centros públicos o concertados.
Si la media europea ronda los 750 alumnos por cada enfermera escolar, en España la ratio se dispara hasta 10 veces más, con 8.500 alumnos, según el Observatorio Nacional de Enfermería Escolar, formado por 26 asociaciones y que hace un mes reunió cifras de las 17 autonomías. “Más de 1.000 alumnos es un núcleo urbano y estos tienen soporte sanitario. El sistema de salud necesita un cambio, somos muy robustos en la atención hospitalaria aguda, pero hemos fallado en la salud pública y en la educación para la salud. Estas enfermeras lograrían mejores resultados en salud a futuro”, subraya Diego Ayuso, secretario general del Consejo de Enfermería.
Hace un mes, la Asociación Científica Española de Enfermería y Salud Escolar (Aceese) llevó al Congreso 52.000 firmas para exigir una ley que regule la presencia de enfermeras en colegios e institutos, pero no obtuvo respuesta de los grupos políticos. En paralelo, el Observatorio de Enfermería Escolar se reunió el pasado invierno con el Ministerio de Educación. “La respuesta fue que no podían hacer nada y que educación para la salud la hacen los biólogos”, critica Ayuso. El ministerio rebate: “El modelo de la enfermera escolar es un modelo posible, pero no el único. Hoy existen protocolos de asistencia y acuerdos para la atención de la población escolar en las diferentes autonomías”. Entre las regiones destacan la Comunidad de Madrid, con 700 enfermeras desplazadas a los centros educativos (500 públicos y 200 privados) para 1,1 millón de alumnos y la ciudad de Ceuta, con 16 para 19.436 estudiantes. Otras comunidades como Andalucía disponen de 400 enfermeras de enlace, pero estas trabajan desde los centros de salud y han gestionado para los colegios los protocolos y casos sospechosos o positivos de la pandemia, y su continuidad está aún en el aire.
Al hijo de Juan Francisco Perán le diagnosticaron diabetes con poco más de dos años y la respuesta del colegio San Fernando de Lorca (Murcia), se queja, fue: “Tráigalo cuando cumpla los seis años”. “Hicimos turnos mi mujer y yo durante seis meses, valoramos pedirnos una excedencia, hasta que finalmente pusieron un enfermero que hoy atiende a muchos niños. La cuestión ha evolucionado muy poco a pesar de que la enfermera siempre fomenta la autonomía de los niños”, explica Perán, presidente de la Federación Española de Diabetes (Fede).
Los padres a menudo consiguen enfermeros que atiendan a sus hijos con enfermedades crónicas gracias a la presión ejercida sobre los Gobiernos autonómicos o con ayudas económicas de los Ayuntamientos, como suele ocurrir en la Comunidad Valenciana. “El ministerio rechaza la enfermera escolar sin argumentos científicos y no lo recomienda a las comunidades autónomas. Las muertes súbitas a veces son irreversibles, pero a veces los niños son reanimados. En ciertas muertes, los profes se quedan hechos polvo porque tienen la sensación de que podían haber hecho más”, ilustra Natividad López, presidenta de la Asociación Nacional de Enfermería Escolar (Amece), que celebró este invierno su sexto congreso nacional. “Estamos ahorrando costes al sistema porque las madres a menudo dejan de trabajar por atender a sus hijos”, puntualiza.
La lista de tareas que realiza una enfermera escolar es infinita: “Desde los tres años les educamos en hábitos de vida saludable, higiene postural, bucodental, corporal, primeros auxilios, alimentación saludable, programas sobre reanimación cardio pulmonar, para utilizar esos desfibriladores que nadie sabe usar, prevención de drogodependencia y tabaquismo, manejo del estrés y la ansiedad para afrontar problemas”, matiza Rubio. Esta enfermera hace hincapié en la importancia de tratar la sexualidad mucho antes de la adolescencia, para inculcar a los niños el respeto a su cuerpo y al de los demás, en paralelo a la prevención de enfermedades de transmisión sexual. “Cuando normalizas, no tienen tabús y no buscan información por su cuenta”, añade.
Las enfermeras pueden contribuir además a prevenir situaciones de maltrato familiar, acoso y tendencias suicidas entre los alumnos, y su incorporación a los centros escolares se sumaría a otros colectivos ya presentes como los psicólogos, los logopedas o los trabajadores sociales. La preocupación por el estado de la salud mental de los alumnos y los casos de autolisis es creciente entre la comunidad educativa después de la pandemia, y ha provocado que cinco autonomías aprueben guías para prevenir las conductas autolesivas. El sindicato de enfermería Satse realizó en 2020 un estudio económico que cifraba entre 16 y 20 euros por habitante y año el coste de disponer con una enfermera en cada centro escolar en España. “La demanda existe desde 2004 y la sensibilidad es evidente, pero a nivel político lo ven como un coste muy grande, debemos coger lo mejor de países como Reino Unido, Estados Unidos o Japón, donde la enfermera escolar es una figura de referencia para padres y docentes”, concluye Engracia Soler, presidenta de Aceese.
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