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¿Sigue siendo Berlín sexi o solo pobre?

La capital alemana sufre una crisis económica marcada por su enorme deuda y un turismo que no ha recuperado las cifras previas a la pandemia

Almudena de Cabo

Los berlineses recuerdan aún la famosa frase, que se convirtió en todo un lema, “Berlín es pobre, pero sexi”. Más de dos décadas después de que el entonces alcalde, Klaus Wowereit, pronunciara esa frase, la capital alemana sigue sin salir de su agujero económico y este año registró un nuevo récord de deuda de cerca de 76.000 millones de euros, pero la gran pregunta es: ¿sigue siendo atractiva o simplemente es pobre?

Si nos atenemos a las cifras de turistas, Berlín no ha logrado recuperarse de la caída durante la covid. En concreto, ha atraído menos visitantes en lo que va de año que en años anteriores. Según la Oficina de Estadística, casi 9,2 millones de turistas visitaron la ciudad en los primeros nueve meses de 2025. Esto supone un descenso del 3,5% con respecto al mismo periodo del año anterior. Antes de la pandemia, Berlín se movía en cifras muy elevadas, con 14 millones de visitantes en 2019. “Diría que en este momento el turismo se ha estancado”, explica Burkhard Kieker, consejero delegado de Visit Berlin, el portal oficial de turismo, que señala, no obstante, que Berlín sigue estando entre las tres o cuatro ciudades más visitadas en Europa, junto con Londres, París y Roma, con 12,7 millones de visitantes el pasado año. En su opinión, no se trata de un hecho aislado, sino que a Londres y a Nueva York también les está costando volver a cifras anteriores a la covid. “Es un poco como con Volkswagen. Si Volkswagen vende medio millón de coches menos en un año, sigue siendo el mayor fabricante de automóviles del mundo (en términos de facturación), y lo mismo ocurre con Berlín”, comenta Kieker.

Sin embargo, la Puerta de Brandeburgo o sus míticos clubes como el legendario Berghain parecen no ser un reclamo suficientemente poderoso en un momento de preocupación económica. Más de la mitad de los turistas que recibe Berlín son alemanes y estos son conocidos por su cautela. Además, hay que tener en cuenta que los precios de los alojamientos y la gastronomía también han subido. Berlín se ha encarecido un 20% desde 2019. Pero esto no es un hecho aislado. Todo cuesta más.

Lo que realmente le está pasando factura a Berlín y al resto de las ciudades de Alemania es la disminución de vuelos de bajo coste, algo de lo que alertan desde el sector de la hostelería y gastronomía. La subida el pasado año del impuesto del tráfico aéreo ha llevado a muchas compañías a replantearse su estrategia en el país europeo. Volar para pasar el fin de semana en Berlín, como pasaba antes, es demasiado caro para mucha gente, que decide optar por otros destinos. “Vemos en los sistemas de reservas cuántas personas buscan vuelos a Berlín y, junto con Italia, España es el país con mayor demanda de vuelos a la capital. Pero al final, la gente no reserva porque quizá los vuelos les resultan demasiado caros”, reflexiona Kieker.

El problema del aeropuerto

De la misma manera lo ve Marcel Weber, presidente de la asociación Clubcomission, que trabaja por mantener la famosa noche berlinesa. “El aeropuerto es un gran problema en Berlín. Ya no es tan fácil llegar en avión como antes del coronavirus”, comenta. “Berlín sigue siendo el lugar al que la gente quiere ir, el punto de referencia. Eso sigue ahí, pero también tenemos la tarea de preservarlo”. De momento, el Gobierno acaba de anunciar que quiere reducir el impuesto que encarece los billetes aéreos a partir del 1 de julio de 2026.

El ambiente bohemio y cultural sigue estando allí, a pesar de los recortes presupuestarios del gobierno berlinés. Pocos lugares pueden presumir de tener tres óperas. Pero la ciudad está en continua transformación: clubes míticos como el Watergate echan el cierre al no poder hacer frente al aumento de los costes y a la caída de turistas, y las casas okupas que marcaron tanto el paisaje urbano tras la caída del muro en 1989 han ido desapareciendo por la presión inmobiliaria y la especulación. Para Kieker, esta evolución no es algo inusual. “Berlín es una ciudad con muchas heridas de la historia. Y creo que eso, como sabemos por los estudios de mercado, sigue siendo muy interesante y atractivo para la gente, al igual que el hecho de que siga siendo una ciudad muy tolerante y abierta”, defiende.

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Sobre la firma

Almudena de Cabo
Ha desempeñado la mayor parte de su carrera como corresponsal en Alemania, país al que llegó en 2007 y donde ha trabajado para medios como la Agencia Alemana de Prensa (DPA), TVE o El Correo. Vivió varios años en Londres, donde trabajó para BBC Mundo antes de regresar a Berlín en 2024. Desde entonces escribe sobre Alemania en EL PAÍS.
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