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Nueva York vive la fiebre del juego

La ciudad ha recibido ocho propuestas para construir nuevos casinos. Un comité de expertos elegirá tres de las candidaturas. Cada licencia vale 500 millones de dólares

María Antonia Sánchez-Vallejo

Nueva York vive la fiebre del juego, con ocho proyectos de construcción de casinos en alguno de sus distritos sobre la mesa. Una junta estatal creada específicamente para conceder las licencias hará pública su decisión antes de finales de año, y por el camino quedarán cinco iniciativas, ya que sólo se aprobarán tres licencias. Este inusitado fervor toca tangencialmente a la Organización Trump, ya que uno de los proyectos tenía previsto levantarse en el campo de golf que el emporio del presidente republicano gestionaba en el Bronx.

Las ocho licencias se solicitaron en junio, en un periodo inusualmente breve para la licitación, ya que las tres promotoras que ganen la concesión deberán depositar 500 millones de dólares cada una —el precio de la licencia— antes del 31 de diciembre. La primera fase de valoración de las propuestas ha despejado la competencia en una preselección realizada por los llamados comités asesores comunitarios (CAC), con seis representantes del Estado, el municipio y el distrito correspondiente a la ubicación propuesta. Estos comités de primera instancia han validado dos de los proyectos, uno al sureste de Queens y otro en Yonkers. Sobre ellos se pronunciará finalmente la Junta de Ubicación de Instalaciones de Juego, o Junta de Juegos de Azar.

Otros tres están pendientes de votación por el correspondiente CAC, mientras que tres más, los más desafiantes para el tejido urbano de la ciudad, se han quedado por el camino. El más llamativo era el casino proyectado junto a la sede de la ONU, en la vertiente este de Manhattan, rechazado el 22 de septiembre. Manhattan no ha tenido suerte en el reparto de cartas, pues, además del contiguo a Naciones Unidas, se han rechazado sendos proyectos en Times Square, y en la zona financiera del distrito.

Por el contrario, los comités asesores comunitarios han aprobado un proyecto en el Bronx, el distrito con las rentas más bajas de la ciudad. Es el proyecto más jugoso, por la relación que guarda con el campo de golf que en su día gestionó la Organización Trump. Si finalmente se aprueba, el emporio familiar del presidente recibiría 115 millones por el acuerdo que Bally’s, el grupo promotor del casino, firmó con la Organización en 2023. Esta cantidad se suma a los 60 millones que Bally’s ya pagó para adquirir los derechos de explotación del emplazamiento. De todos los proyectos, ofrece el escenario más cinematográfico: sobre las suaves lomas del campo de golf se divisa el skyline de Manhattan.

Los planes de apertura de nuevos casinos llevaban años en el aire, desde que la legislatura estatal aprobó una ampliación del juego en 2013. Hasta entonces, solo se permitían ciertas modalidades de juegos de azar: hipódromos, loterías estatales y casinos en territorios indígenas. La modificación de la constitución estatal ha permitido desde entonces la apertura de cuatro casinos en el norte del Estado. En 2022, Albany, sede del Congreso estatal, aprobó un proceso para conceder tres proyectos al sur del Estado (la ciudad de Nueva York y su conurbano) como parte de las negociaciones presupuestarias de ese año.

Numerosas críticas

La proliferación de casinos se ha encontrado con numerosas críticas, porque, según muchos vecinos, cambiarán significativamente —para mal, se temen— el paisaje de los barrios donde se levanten, incluidos espacios emblemáticos de la ciudad como Coney Island, con una de las playas más extensas de Nueva York, y Citi Field, el gran estadio de los Mets. En Coney Island, por ejemplo, los vecinos y los operadores de los parques de atracciones que jalonan el paseo marítimo se han levantado contra el plan. Las comunidades de los alrededores de Citi Field, en un barrio con un alto porcentaje de población inmigrante, también han sugerido una alternativa para la obra. Los promotores responden asegurando que, por ley, deberán invertir un mínimo de 500 millones en la zona donde se ubiquen, lo que puede significar desde la construcción de viviendas sociales hasta la mejora del transporte público local.

Según un estudio de City Limits, las nuevas instalaciones de juego generarán 5.500 millones en ingresos brutos, 841 millones de dólares al año en impuestos y crearán 30.000 puestos de trabajo.

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