Hungría: el enfermo de Europa
El desplome del consumo por la elevada inflación ha paralizado la economía del país. El Gobierno de Orbán ha reducido impuestos, pero no ha impedido que el PIB lleve tres años estancado y sea el penúltimo de la UE


En los alrededores del lago Balaton, una zona conocida turísticamente al oeste de Hungría, Ivett Korosi se enoja cuando echa una mirada a los precios de las cartas de los restaurantes. “Por un plato de carne rebozada con patatas, lo más popular de Hungría, y una bebida se paga 8.000 florines, unos 20 euros”, exclama esta periodista de 37 años. Hace tres años, antes de que la economía húngara se desplomara y la inflación estallara, rondaba los 5.000 florines, unos 12 euros en la actualidad, pero menos de 10 entonces. “Es un verdadero lujo comer fuera; ni los locales mediocres bajan de esa suma”, explica Korosi, visiblemente molesta: “La precariedad económica se ha vuelto un tema de conversación común; incluso, familias de clase media se quejan de que gastan mensualmente mucho más que hace unos años, lo que les ha obligado a recortar gastos y pequeños caprichos que antes eran normales”, afirma. “Y en Hungría hay muchas personas viviendo sin ningún tipo de ahorros”, recalca.
Los hábitos de compra cambiaron para esta madre con dos niños. “Con la covid empezamos a comprar de un supermercado online que traía la comida a casa; desde hace poco, vamos a una gran cadena internacional para rebajar la factura casi a la mitad”, apunta. No tiene la misma suerte que José Pérez, un español que reside en Rajka, un municipio húngaro de 6.000 habitantes, limítrofe con Eslovaquia y Austria. “Hacemos la compra general en una localidad eslovaca, mientras que compramos pasta y café en otra austriaca”, cuenta. “La diferencia de precio también se debe al IVA impuesto por cada país”, remarca. “En Hungría se sitúa en el 27%, mientras que en Eslovaquia está en un 23% y en Austria, un 20%”, detalla Pérez.
La inflación acumulada desde 2020 alcanza el 50%. Tras tocar un máximo de casi el 26% en invierno de 2023, se situó en el 4,3% en julio de 2025 en comparación con julio del pasado año, el doble del 2% registrado en la eurozona. Sin embargo, los precios siguen más altos que hace tres años, lo que provoca el ahogamiento de los hogares. “Las empresas están enfrentándose a un aumento del precio de la energía por la guerra de Ucrania y de los costes laborales por la subida de los salarios, a lo que se suma la falta de demanda; se trata de una especie de mezcla tóxica, que se traduce en un mayor reajuste de precios que continúa entre nosotros”, explica Peter Virovacz, economista de ING Bank Hungría, quien vaticina que la inflación durará: “Pese a las medidas del Gobierno de imponer un tope a los precios, la inflación oscila en el 4%; sin ellas, estaría entre un 5% y un 6%”. A esto se suma la volatilidad del florín húngaro, que, aunque se ha estabilizado en los últimos meses, ronda los 400 florines por euro, una depreciación de un 30% desde principios de esta década. Esto desembocó en un incremento del coste de la importación y una explosión del coste en todos los sectores. Por ejemplo, el alquiler en la capital subió un 50% desde 2020, según XTB.
Vagón de cola
“Hemos sufrido la crisis financiera global y la de deuda europea también en los últimos años, pero la economía húngara se sostenía gracias a que la demanda externa estaba en auge; en este periodo, en cambio, tenemos una policrisis, ya que tenemos una falta de las demandas externa e interna”, explica Virovacz. La exportación experimentó altibajos por la situación económica del resto de Europa, pero el desplome del consumo doméstico, que representa un 45% de los ingresos fiscales, conllevó la paralización de la economía. Según Eurostat, Hungría está en el tren de cola de los Veintisiete en cuanto a consumo per cápita: un 30% por debajo de la media comunitaria.
El país registra tres años sin aumentar su PIB. El crecimiento anual solo fue del 0,2% en el segundo cuatrimestre de este año, lo que coloca a Hungría en el penúltimo puesto de la UE, por delante de Austria y por detrás de su vecina Rumania. La media europea es del 1,5%. El primer ministro, el ultranacionalista Viktor Orbán, redujo el impuesto de sociedades al 9%, uno de los tipos más bajos de la UE, e introdujo un impuesto sobre la renta fijo del 16%, del que están exentos muchos contribuyentes. “El margen fiscal estrecho, una divisa frágil y una política monetaria que necesita mantener las tasas de interés altas están frenando también el crecimiento económico”, precisa Virovacz.
Hungría también sufre los problemas de la industria automotriz europea, que representa casi un 9% de su PIB, y de la caída de las inversiones nacionales. A principios de esta década, el país entró en una frenética carrera para ser un importante productor mundial de baterías de automóviles, un sector que muestra signos de desaceleración. La filial húngara de CATL, el gigante chino y líder mundial del sector, despidió a trabajadores y suspendió la construcción de la fábrica más grande de Europa en Debrecen. Y BYD, otro fabricante chino que también levanta una planta en Szeged, recortó la capacidad anunciada inicialmente para trasladarla a Turquía.
La inversión nacional cayó un 1,1% en los últimos tres meses, según la oficina de estadística. Este es el noveno trimestre consecutivo de desplome y lleva tres años en pronunciada caída. “El colapso se debe a la debilidad de nuestros mercados de exportación, agravada por los problemas cíclicos y estructurales de la industria automotriz europea. Esto aún no se ha compensado con los grandes proyectos de construcción en marcha y que se han retrasado también debido a la débil demanda externa”, señala Virovacz. “Si se produjera un aumento de la demanda de coches nuevos y eléctricos, la exportación crecería y beneficiaría a la economía local”, apuntala.
El estancamiento también viene lastrado por el bloqueo de 19.000 millones de euros de fondos de la UE por la persistente preocupación por el retroceso democrático, según la Comisión Europea. “Mucha gente también culpa al Gobierno; lo que pasa en la escena política tiene su efecto, pero se ha robado tanto dinero que ahora hay un hueco inmenso que se está tratando de tapar”, asevera Korosi.
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