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Una escapada al lago Balatón, el lugar donde los hún­garos van a veranear

En este lago de Hungría y en el sur de la región de Transdanubia se disfruta de la vida tranquila entre maravillas históricas, bonitos pueblos, una gran oferta de balnearios, gastronomía y vinos

lago Balaton
Vista aérea del monasterio benedictino de Tihany, a orillas del lago Balatón (Hungría).Alamy Stock Photo

El lago Balatón es el lugar al que los hún­garos van a veranear. Aquí no se ven demasiados extranjeros, pero durante los meses de calor, los hoteles y las pensiones se llenan de veraneantes que toman el sol y pasean en barca por sus opacas aguas color turque­sa. Además de sus bonitos puertos deportivos, el mayor (y menos profundo) lago del centro de Europa tiene una caracte­rística curiosa: es pinto­resco y moderno a la vez. Lo que más atrae a los visitantes son sus balnearios, los cen­tros de salud y los cam­pings, pero hay muchas otras experiencias que a veces pasan desapercibidas para el turista de paso, como catas de vinos en precio­sas bodegas, los muchos senderos para explorar en sus alrededores o sus tesoros históricos.

Estamos en la región de Transdanubia, y si vamos hacia el sur nos encontraremos con un paisaje diferente, que apenas ha cambiado en siglos, dominado por granjas blancas con techos de paja. Allí se alza Pécs, una ciudad universitaria que ofrece cultura e historia sin ape­nas turismo y un ambiente casi mediterráneo en sus calles llenas de vesti­gios de su pasado otomano y roma­no, además de museos excepcionales. Sus plazas y bares están llenos de estudiantes, pero también hay restaurantes, vinotecas y locales de lujo para otro tipo de clientela más selecta. Y aún quedan por explorar los alrededores de la ciudad, con montones de castillos medievales y bodegas.

Balatonfüred, un lujoso lago donde veranean los húngaros

El lago Balatón es la mayor extensión de agua de Hungría. Su litoral de 235 kilómetros está lleno de pueblecitos, cercanos unos de otros. Pero a un paso está la otra cara del país: el sur de Transdanubia, la zona menos poblada del país, con localidades muy dispersas, una oportunidad para descubrir la Hungría más auténtica y tradicional.

Balatonfüred es la población más antigua y popular de la orilla norte del lago Balatón. En otros tiempos, la élite económica y política de Hungría construyó grandes mansiones, un legado arquitectónico que aún es visible. Es una localidad muy turística, pero apenas se ven carteles en inglés porque casi todos los visitantes son nacionales, y resulta una buena base para disfrutar del lago, con puertos deportivos y todo tipo de alojamientos.

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Pero a Balatonfüred se va sobre todo por sus balnearios: es famosa por las aguas termales de su reconocido Hospital Estatal de Cardiología. A finales de siglo XVIII la población fue declarada ciudad-balneario, pero su época dorada fue el siglo XIX, sobre todo la primera mitad, cuando los líderes políticos y culturales de la época de la Reforma (1825-1848) acudían aquí para veranear. Hoy es un popular destino de fin de semana para húngaros de clase media en busca de tiempo en familia o de una escapada romántica.

Dos de las estatuas que rodean el paseo en Balatonfüred alrededor del lago.
Dos de las estatuas que rodean el paseo en Balatonfüred alrededor del lago.Alamy Stock Photo

Tiene uno de los puertos deportivos más elegantes del lago, Tagore Sétány, rodeado por restaurantes y tiendas de recuerdos, perfecto para pasear. Y si evitamos el verano, encontraremos un tranquilo paraíso donde los vecinos de cierta edad juegan a cartas en la rosaleda, observan los barcos y dan de comer a los patos. Una serie de estatuas ilustran, como una pasarela de famosos, la historia del lago, empezando cerca de la rosaleda con el busto de Rabindranath Tagore, el poeta bengalí primer ganador no europeo del Nobel de Literatura. Fue él quien plantó, en 1926, el tilo que hay junto a la estatua para señalar el lugar donde se curó. En diagonal hay un inquietante monumento a las víctimas del naufragio del Pajtás de 1954: una mano que sobresale del agua. Las estatuas de El Pescador y El Capitán del Ferri vigilan la entrada. Se dice que si se frotan sus botas se volverá a Balatón. Enfrente, el forzudo cineasta István Bujtor está inmortalizado en su pasatiempo preferido: navegar.

Más adelante está el muelle desde el que zarpan los barcos de la Balaton Shipping Company desde la década de 1840: de finales de abril a principios de octubre se puede disfrutar de los cielos rosados de la puesta de sol en cruceros con antiguos barcos.

Una campiña inédita para descubrir la Hungría más natural

En los alrededores de Balatonfüred podemos olvidarnos de los turistas (incluso en verano) y descubrir la naturaleza. Porque sus acogedores hoteles-balneario son también una fantástica base de operaciones para visitar los pueblos, viñedos, senderos, restaurantes de carretera y playas de la orilla norte. La Ruta Ciclista del Balatón que atraviesa la ciudad, de 200 kilómetros, es una manera ideal de ver la región, como lo son también los barcos de la Balaton Shipping Company que conectan la localidad con otros pueblos.

En Herend, unos 30 kilómetros al norte de Balatonfüred, salen al encuentro los sueños de porcelana decimonónicos de una fábrica del mismo nombre que lleva más de 180 años elaborando la mejor porcelana pintada a mano de Hungría. Hoy enseñan en visitas guiadas el proceso de elaboración o las valiosas piezas del museo, incluyendo disparatadas interpretaciones del arte japonés del siglo XIX. Al principio, Herend se dedicaba a copiar y reponer la porcelana rota que se importaba de Asia, pero, para evitar la bancarrota, en 1870 empezó a producir en serie. En 1992, el 75% de la fábrica fue comprado por sus 1.500 trabajadores y se convirtió en una de las primeras empresas húngaras en ser privatizadas por un plan de accionariado para empleados.

Una de las trabajadores en la fábrica de porcelana de Herend.
Una de las trabajadores en la fábrica de porcelana de Herend.Alamy Stock Photo

Otra opción para descubrir los encantos de la zona es la espeleología: en el parque nacional de las Tierras Altas del Balatón se podrá disfrutar de una experiencia fácil en la cueva de Lóczy. Son 40 metros accesibles, iluminados con lámparas eléctricas, que revelan estratos de caliza espirales.

Y para terminar, un poco de vino: en las laderas junto al lago Balatón se han cultivado viñedos desde el siglo I antes de Cristo, primero los romanos y luego, las órdenes monásticas medievales. Muchas bodegas son pequeñas y familiares y para visitarlas lo mejor es llamar o escribir antes. Podremos encontrar también restaurantes-bodega para hacer catas o comer a las afueras de Balatonfüred, con buena comida y vistas de los viñedos.

Tihany, ambiente de pueblo con corazón histórico

La península de Tihany es el principal enclave histórico del lago, con un pueblo del mismo nombre que se eleva sobre una pequeña meseta apenas 80 metros (en Hungría casi todo es plano) y que alberga una famosa abadía benedictina del siglo XVIII. La iglesia de Tihany es probablemente la más bonita del Balatón, con doble campanario y dominando el pueblo. Una vez dentro, sorprende con unos fantásticos altares, púlpitos y paneles tallados, obras maestras del barroco y el rococó. Lo suyo es visitarla, pero si nos encontramos con demasiados turistas siempre podremos simplemente pasear entre las bonitas casas con techo de paja del pueblo. La accidentada península es una reserva natural de marismas, y da la sensación de estar aislada y ser casi virgen. Pero para los húngaros es una zona muy popular, con playas en su costa este y oeste y un gran complejo vacacional en la sur. Hay dos cuencas alimentadas por la lluvia y las aguas subterráneas que atraen a infinidad de aves: el lago interior (Belső-tó), en el cráter de un antiguo volcán, visible desde el pueblo; y el exterior (Külső-tó), casi seco, al noroeste.

Detalle de una de las bonitas casas en el pueblo de Tihany.
Detalle de una de las bonitas casas en el pueblo de Tihany.Alamy Stock Photo

Desde Visszhang-hegy (colina del eco) se puede intentar cantar al estilo tirolés: en días despejados y sin gente se puede gritar desde aquí y escuchar cómo el sonido rebota en el muro norte de la abadía, a 300 metros de distancia. Dicen que hace tiempo el eco repetía hasta 15 sílabas, pero a causa de las edificaciones, hoy, como mucho, devuelve tres. Desde el restaurante Echo Étterem, arriba, se disfruta de las vistas y de una tabla de embutidos, quesos, encurtidos y pan casero inspirada en la comida monástica.

Historia, festivales y pescado frito

En otros tiempos, al lago Balatón se le conocía como “la Riviera comunista”. En las décadas de 1960 y 1970 fue el sitio de veraneo de líderes del bloque soviético y gerifaltes sindicales. Las elegantes villas se convirtieron en alojamientos de la nueva élite: Siófok, en la orilla sur, era el lugar preferido por los jóvenes que querían ir a discotecas, mientras que los pueblos del norte, como Tihany, eran sinónimo de balnearios, viñedos e historia. Siófok se convirtió también en lugar de encuentro de alemanes del Este y el Oeste separados por el Telón de Acero, que disfrutaban de los balnearios a buen precio, la relajada política fronteriza y la ausencia de espías (que se supiera). Hoy los alemanes siguen siendo el grupo extranjero mayoritario y muchos habitantes del Balatón hablan alemán.

El puerto de Tihany es el lugar de paso entre la orilla norte y sur del lago y el ferri de Tihany a Szántód conecta la accidentada zona vinícola con el sur. Siófok compite con Balatonfüred en cuanto a animación, aunque con menos historia y menos oferta cultural. Aquí también hay vida nocturna (aunque algo sosa) y hoteles con spa, y es zona de festivales veraniegos y competiciones, como la Blue Ribbon Regatta, la competición de vela más antigua de Europa, que va de Balatonfüred a Siófok y duplica la población de ambas poblaciones cada verano. O como el Balaton Sound, el mayor festival de música electrónica de Europa, cerca de Siófok.

Antigua torre de almacenamiento de agua en la ciudad de Siófok.
Antigua torre de almacenamiento de agua en la ciudad de Siófok.imageBROKER/Jan Wehnert (Getty Images/imageBROKER RF)

Pero muchos de los que se acercan a esta costa solo pretenden dedicarse a la pesca: róbalos, percas, pláticas o bagres abundan en el lago. El botín del día será un delicioso pescado y marisco: uno de los tentempiés típicos de estas playas es el hekk (lucio), rebozado en harina, pimienta y paprika, y servido con patatas fritas o pan y encurtidos. Si se pregunta a los visitantes de toda la vida afirmarán que es el plato que más les recuerda a los veranos de su infancia. Lo que más se prepara en los sencillos puestos de comida es pescado frito hasta que está dorado y servido en platos de papel. Uno de los mejores sitios para probarlo es Aszófői Halsütő, un restaurante de carretera entre Balatonfüred y Tihany especializado en lucio, donde los pescadores de la zona van a comer cuando terminan de faenar. Otra opción es el Fish House de Siófok, un puesto de pescado con aire moderno, platos bien preparados y una terraza de diseño. Todos ofrecen lucio y otros pescados del día fritos.

Pescadores en el lago Balatón.
Pescadores en el lago Balatón.Matthew Micah Wright (Getty Images)

Keszthely: placeres sencillos entre mansiones barrocas

Uno de los sitios más agradables para alojarse, lejos de las zonas más concurridas del Balatón, es Keszthely, una población llena de grandes mansiones, emplazada en el lado oriental del lago. Durante el día es posible bañarse en las aguas poco profundas de alguna de sus playitas, visitar sus museos y admirar sus edificios antiguos; de noche, se puede disfrutar de su animación tranquila.

La llamada "isla spa", en Keszthely, cuyos inicios datan de 1880.
La llamada "isla spa", en Keszthely, cuyos inicios datan de 1880.Romeo Reidl (Getty Images)

A mediados del siglo XVIII, la familia Festetics, una de las más importantes del Imperio austrohúngaro, tomó posesión de Keszthely y sus alrededores. Hoy es ineludible una visita al palacio de los Festetics, la gran atracción de Keszthely, una lujosa mansión barroca digna de la realeza que revela la historia de la familia y, de paso, cuenta la fascinante vida de la aristocracia. La construcción de este reluciente palacio de 100 habitaciones empezó en 1745 sobre las ruinas de otro castillo. Al cabo de 150 años se añadieron dos alas barrocas al edificio original. Un total de 18 espléndidas salas, entre ellas un comedor lleno de espejos y una capilla, forman el Museo del Palacio Helikon. El mayor tesoro del palacio, la biblioteca Helikon, guarda 90.000 libros en maravillosas librerías talladas. Todo sobrevivió milagrosamente a la Segunda Guerra Mundial, a pesar de los grandes destrozos de los alrededores. Muchas de las decoraciones de los salones dorados se importaron de Inglaterra a mediados del siglo XIX, ya que una duquesa inglesa, Mary Hamilton, se casó con un Festetics en la década de 1860.

El palacio de Festetics, en la localidad húngara de Keszthely.
El palacio de Festetics, en la localidad húngara de Keszthely.Alamy Stock Photo

Para amantes de la historia de los viajes, merece la pena echar una ojeada a la Amazon House, antigua hostería reconvertida en una exposición sobre los viajes de la aristocracia. Y para almorzar, Palm House ofrece un maravi­lloso jardín tropical y catas en su bodega.

También para curiosos: en Keszthely presumen de sus muchos museos, algunos tan curiosos como el Museo de la Nostalgia (con objetos de todo tipo, antiguos y anticuados: máquinas de escribir, propaganda comunista, cámaras antiguas...) o el Erotic Panoptikum, un museo para mayores de edad, bastante kitsch, con figuritas de cera practicando sexo y ficción erótica de Voltaire o Rousseau.

Si el ciclismo y los museos dejan los músculos doloridos, las aguas termales de la cercana Hévíz son el remedio ideal. Es la población balnearia más famosa del país, donde se encuentra el mayor lago termal de Europa (y segundo del mundo) y para todo el que pasa por allí es casi de obligado cumplimiento bañarse en este lago repleto de nenúfares. Una curiosidad: Hévíz es la ciudad más lenta de Hungría. La media de edad de los visitantes supera los 60 años y, la verdad, después de relajarse resulta casi imposible desplegar demasiada energía.

Vista aérea del lago termal de la ciudad húngara de Hévíz.
Vista aérea del lago termal de la ciudad húngara de Hévíz.Janos Illesi (Alamy Stock Photo)

Descubrir Pécs, universitaria y (casi) mediterránea

Debería ser obligación para quien se acerca a visitar el lago Balatón desplazarse hasta Pécs, unos 100 kilómetros al sur. Llena de edificios antiguos, museos y monumentos y con un ambiente urbano relajado, la ciudad podría describirse como una Budapest en pequeño, pero sin aglomeraciones. Es una ciudad agradable, universitaria, con buenos bares, cultura y gastronomía. Pero, además, aquí presumen de disfrutar de un clima agradablemente suave, con un microclima que alarga el verano y es ideal para la viticultura y la producción de frutales, sobre todo de almendros.

Esta ciudad fue siempre un centro de artesanía y comercio: tras la época del dominio otomano, la ciudad floreció y la industria se convirtió en la actividad principal de Pécs: las fábricas del siglo XIX producían hierro, papel, azúcar o cerveza. Una de las compañías más importantes fue la fábrica de porcelana Zsolnay, dedicada al gres y otras cerámicas, parte fundamental de la decoración de edificios de todo el país que ayudaron a definir el movimiento art nouveau. En 1914, Zsolnay era la mayor compañía de Austria-Hungría, pero tras la Primera Guerra Mundial la fábrica perdió reconocimiento debido a la ocupación serbia y al socialismo. Hoy aún puede verse cómo se fabrica a mano la legendaria porcelana en la fábrica de Zsolnay, dividida en cuatro partes iguales (artesanos, familia y niños, creatividad y universidad) ideales para pasear, con 15 majestuosos edificios, 88 estatuas, parques y paseos. También hay un mausoleo dedicado a Miklós Zsolnay, su fundador, un planetario y un teatro de marionetas. El museo de la porcelana y la cerámica ocupa la antigua residencia de la familia, y varias salas cuentan con muebles originales y objetos personales.

La antigua mezquita del Bajá Gazi Kassim domina la plaza central de Pécs.
La antigua mezquita del Bajá Gazi Kassim domina la plaza central de Pécs.Alamy Stock Photo

En general, Pécs es una ciudad llena de arte: hay buenos museos de arte magiar moderno, como el Museo Victor Vasarely, que permite admirar la obra del padre del op art, con ingeniosas luces en 3D que consiguen que parezca que las obras salen de las paredes. Después se puede visitar el Museo Ferenc Martyn, dedicado a su predecesor, un escultor y pintor de Pécs. La Galería de Arte Moderno Húngaro expone obras nacionales desde 1850 hasta hoy, de cuadros impresionistas a impactantes instalaciones contemporáneas, algunas de aspecto amenazador.

Para conocer la historia del Telón de Acero en Pécs hay que acercarse a la torre de la televisión. A pesar de ser el edificio más alto de Hungría, es muy poco turístico, con una entrada disimulada y pocos carteles. Con 200 metros de altura, se alza en lo alto de la colina de Misina, de 535 metros. Se sube en ascensor y, si el día está despejado, desde el mirador se podrá ver Pécs y sus edificios históricos, el Danubio y los montes Mecsek. Al anochecer es aún más bonito.

Vista aérea de la torre de la televisión de Pécs y sus alrededores.
Vista aérea de la torre de la televisión de Pécs y sus alrededores.Alamy Stock Photo

El tejido multicultural de Pécs queda patente en sus edificios religiosos, como la antigua mezquita del Bajá Gazi Kassim, hoy iglesia parroquial intramuros, que domina la plaza central, Széchenyi tér. O como la sinagoga de Pécs, magníficamente conservada, que se encuentra al sur de Széchenyi tér. Unos 2.700 judíos de la ciudad fueron deportados a los campos de la muerte nazis en mayo de 1944 y hoy apenas quedan 100 personas en la comunidad.

De viñedo en viñedo

Al abandonar las murallas de Pécs descubrimos el sur de Transdanubia, sus vinos y los vestigios de épocas oscuras. Se puede apreciar la naturaleza fértil de estas tierras con abundante agua recorriéndola en tren: desde el verdor de los montes Mecsek a la región vinícola de Villány, una excursión perfecta desde Pécs incluye un mirador espectacular y una copa de vino. Siguiendo al este, se termina en el Danubio y el tranquilo puerto de Mohács, un punto de partida ideal para una ruta de vino blanco.

Viñedos a orillas del lago Balatón, en Hungría.
Viñedos a orillas del lago Balatón, en Hungría.Alamy Stock Photo

Mientras que el lago Balatón tiende a los vinos blancos, Villány es famoso por sus tintos. Sus variedades de uva más populares son la cabernet franc y la portugieser. Solo hay que tomar un tren hasta Villány, a 35 kilómetros de Pécs, y escoger alguna de las bodegas que ofrecen estos néctares. Jammertal y Vylyan cuentan con preciosos viñedos y acogedoras bodegas. El reclamo de Jammertal es su merlot (el de 2015 ganó el galardón al mejor tinto del mundo), mientras que en Vylyan merecen la pena sus pinot noirs afrutados y su Bogyólé.

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