Un recorrido por Budapest y sus mercadillos navideños
La capital húngara es una de las ciudades más bonitas de Europa, apetecible en cualquier época del año. Pero durante el Adviento se vuelve aún más cálida y encantadora, cuando los mercados inundan de ambiente festivo sus calles y plazas
La imagen más estereotipada de Budapest es la de una multitud de cabecitas sobresaliendo de unas aguas humeantes y termales en los baños Széchenyi o en algún otro de las casi cuatro decenas de balnearios que tiene la ciudad húngara. Pero a mí hay otra que me gusta más porque anuncia la llegada de un periodo especialmente gozoso en la capital de Hungría: la de gente patinando sobre hielo en la costra helada del lago del parque Városliget, con la silueta iluminada del castillo de Vajdahunyad de fondo. Si ves esa estampa significa que ha llegado el frío y que esta ciudad —que, en realidad, son dos, Buda y Pest— se llena de luces cálidas y mercadillos que anuncian la proximidad de la Navidad. Las grandes capitales históricas del norte y este de Europa tienen una visita siempre; pero cuando se acerca el final del año parece que se acicalaran con más encanto aún, para conjurar el frío y las escasas horas de luz con esa pátina de Adviento que las hace más apetecibles si cabe.
De los varios mercadillos navideños que se montan en Budapest, el de la plaza Vörösmarty (abierto el pasado 15 de noviembre y hasta el 31 de diciembre) es el más popular y concurrido. Y también es una buena excusa para iniciar esta ruta invernal por la capital húngara. Aquí encontrarás, además de un árbol de Navidad gigante, un centenar de puestos de decoración navideña, de artesanía y, sobre todo, de gastronomía local donde probar un langos (masa de pan frita redonda y plana con salsa de queso y queso rallado por encima) o el celebérrimo goulash húngaro, que en estos mercados se sirve dentro de un bollo de pan. Todo bien regado con vino caliente y especiado. En el escenario que se monta en el centro de la plaza hay un extenso programa de actividades musicales y culturales.
De todas formas, si quieres comer algo más tradicional y a una temperatura más agradable (¡al aire libre en la plaza hace frío!), siempre está la opción del Café Gerbeaud, uno de los más antiguos —tiene más de 150 años de historia— y bonitos de la ciudad, que se encuentra en una de las fachadas que dan a la plaza y donde ofrecen una repostería exquisita en un delicioso ambiente belle époque.
La plaza Vörösmarty —peatonal y ajardinada— es uno de los centros de la vida urbana de Pest, no solo en Navidad. Desde allí puedes caminar hasta la orilla del Danubio y seguir en dirección norte hasta el puente de las Cadenas y el Parlamento, el edificio más emblemático de Budapest. Aunque en realidad la mejor vista, y la mejor foto, se obtiene desde la otra orilla, desde lo alto de la colina de Buda. En un día soleado, los destellos de sus fachadas blancas focalizan todas las miradas urbanas. La plaza Kossuth, la gran explanada que lo rodea, permite apreciar los detalles de uno de los edificios públicos más bellos de Centroeuropa y de mayor poderío a principios del siglo pasado. También se puede visitar el interior, donde destacan la escalera principal, vestida con una gran alfombra roja; la Sala de la Cúpula, donde se exponen diversas estatuas de los reyes de Hungría, y la antigua Cámara Alta.
Un corto paseo desde Vörösmarty hacia el noreste lleva a otro de los hitos urbanos: la basílica de San Esteban, el edificio católico más grande del país, en el que caben sin apretarse mucho hasta 8.500 fieles. Su torre es el edificio más alto de la ciudad (rivalizando con el Parlamento) y se puede subir —en ascensor o, para los más intrépidos, salvando 364 escalones— para disfrutar desde arriba de una de las mejores vistas panorámicas.
Frente a la basílica, en la misma plaza, se monta otro de los más concurridos mercados navideños, aunque este es relativamente reciente (este año es su 13ª edición, del 15 de noviembre al 1 de enero de 2025). Reúne unas 120 casetas de madera donde se vende artesanía, dulces y bebidas típicas de esta época. Además, cuenta con una pista de patinaje sobre hielo. Aquí puedes probar un kürtőskalác, el “pastel chimenea”, un dulce típico que consiste en un bollo en espiral recubierto de azúcar y canela que se carameliza dando vueltas sobre brasas.
Volvemos otra vez a Vörösmarty para desde allí enfilar esta vez hacia el sur por Váci Utca, la calle comercial y peatonal por excelencia. Un kilómetro y medio en paralelo al Danubio donde se suceden una tras otra todas las grandes marcas de moda. Váci Utca se trazó en el siglo XVIII, pero la mayor parte de los edificios que se conservan pertenecen a los siglos XIX y principios del XX. Es la Milla de Oro budapestina, plagada de tiendas, comercios, hoteles, restaurantes y cafeterías (ojo, porque existe una avenida con el mismo nombre, sin mayor interés para el visitante). Váci Utca acaba en el mercado central Vásárcsarnok, otro de los lugares que no te debes perder.
Vásárcsarnok fue el primer gran mercado central fijo y cubierto de la ciudad. Data de 1896. Aunque merece la pena todo el año, en Navidad se engalana muy bien y sus puestos de comidas, verduras, carnes y hortalizas adquieren otra dimensión. Su gran volumen y altura permite la existencia de una entreplanta que alberga varios puestos y restaurantes con todo tipo de comidas, pero muy en especial la tradicional húngara: goulash, schnitzel, sopa de pescado, col rellena con carne picada, hortobágyi húsos palacsinta (crepes rellenos de carne picada)... Un buen lugar para hacer un alto en la ruta urbana y reponer fuerzas. Eso sí, hay que tener en cuenta que cierra los sábados por la tarde y domingos.
Hay otros dos mercados navideños muy potentes, cercano uno al otro, en la zona de Pest. Uno es el de la plaza Erzsébet, muy turístico, pero céntrico, con buen ambiente y muchos lugares para compras temáticas (dulces, vino caliente, gastronomía local, artículos para regalo y adornos navideños). El otro, el de los casi contiguos jardines Városháza, frente al Ayuntamiento, donde se celebra un festival de invierno con pista de hielo y conciertos durante el fin de semana, además de las tradicionales casetas de madera. Por cierto, este es el que más tarde cierra (el 6 de enero de 2024), por lo que si vas a Budapest después de Nochevieja será de los pocos que tendrás disponible.
Si lo que buscas es un mercado navideño más local, donde vayan más húngaros que forasteros, por supuesto también lo hay. Pero tendrás que tomar la línea 3 de metro y luego la 1 o 1A de bus urbano hasta el mercado de Adviento de Óbuda, un barrio residencial muy pintoresco anexionado a la ciudad en 1873, en la margen derecha del Danubio. Tiene nacimiento, un tiovivo clásico, pista de hielo, conciertos y muchos puestos de artesanías y comidas. Si tienes tiempo, merece la pena visitarlo (está abierto desde el 29 de noviembre y hasta el 15 de enero de 2025).
¿Y en la parte de Buda? Pues también en esta otra zona histórica de Budapest se festeja la Navidad, aunque de manera menos vistosa que enfrente, en Pest. En Várkert Bazár, el Bazar del Jardín del Castillo, entre los puentes de Isabel y de las Cadenas, se instala los domingos de diciembre una feria de artesanía popular, con conciertos, food trucks, una pequeña pista de hielo y actividades infantiles.
En cualquier caso, a pie o en el funicular, no hay que dejar de subir al atardecer al Bastión de los Pescadores, en la colina de Buda, donde también se instala un pequeño mercadillo navideño, para disfrutar desde allí de una vista inigualable del edificio del Parlamento, de toda la zona de Pest, con sus iglesias y palacios y, sobre todo, de la iglesia de Matías, agigantada con esas luces mágicas de la hora azul. Imposible no caer rendido en ese momento ante los embrujos de Budapest.
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