Las microciudades sostenibles se abren paso: vivir, trabajar y disfrutar a menos de 15 minutos
Este tipo de desarrollo urbanístico propone un modelo respetuoso con el medio ambiente y orientado a las personas, donde los servicios públicos estén a poca distancia
Santa Ana, compañía española de desarrollo inmobiliario sostenible que tiene el foco puesto en Latinoamérica, debutó en Bolsa el 10 de diciembre. Ese día comenzó a cotizar en el mercado alternativo español BME Growth y hasta el jueves pasado había logrado una revalorización superior al 50%. Su modelo de negocio, la creación de microciudades sostenibles en el continente latinoamericano, concretamente en Colombia, Panamá y Chile, donde proyecta construir más de 4.000 viviendas en los próximos siete años, ha despertado el interés de inversores nacionales e internacionales. Las ventas arrancan en el primer semestre de 2025.
Aunque es pronto para aventurar, esta operación confirma que las microciudades sostenibles ganan valor en el mercado. Santa Ana estima generar más de 1.000 millones de euros de ventas acumuladas. Pero ¿qué tienen de especial estas microciudades para atraer al inversor? Gregorio Esteban, vicepresidente de Santa Ana, asemeja este concepto a la evolución natural de la ciudad de los 15 minutos, planteamiento urbanístico cada vez más asentado que propone que la mayoría de los servicios ciudadanos (vivienda, trabajo, ocio, salud…) estén próximos o a cortas distancias. “Es una microciudad porque dentro se encuentran los equipamientos básicos que permiten habitar los edificios y, al mismo tiempo, está planificada desde el punto de vista de una infraestructura verde, que hace que pueda tener ese sello sostenible”, resume. Para José María Ezquiaga, arquitecto y urbanista, “la idea de microciudad implica que tiene cierta autonomía asociada a servicios públicos y la existencia de economía humana, tanto en términos de vivienda como de equipamientos. De no ser así, hablaríamos de una ciudad dormitorio”.
El ejemplo español
El ejemplo más cercano de microciudad sostenible que encontramos en España es La Pinada, desarrollado por Zubi Cities y creado por sus futuros residentes, que, con una extensión de 30 hectáreas en el área metropolitana de Valencia, se empezó a gestar en 2018. Un modelo de desarrollo urbano respetuoso con el medio ambiente y orientado a las personas. “Concebimos la realización de este desarrollo inmobiliario aplicando un amplio concepto de la sostenibilidad en sus aspectos ambientales, sociales y de gobernanza”, dice Guillermo Ruiz, director general de Zubi Cities. Para ello, esta compañía también apuesta por el concepto de la ciudad de los 15 minutos. Promueve una movilidad eficiente y sostenible, integrando distintos usos en un mismo espacio, desde vivienda y trabajo hasta ocio y comercio.
La Pinada se centra en fomentar una economía circular, considerando el ciclo de vida de los materiales. “La reducción del consumo energético es esencial, priorizando fuentes renovables para minimizar la huella de carbono durante todo el proceso de los proyectos inmobiliarios”, señala Ruiz. “Además”, añade, “la eficiencia en el uso del agua y soluciones innovadoras para su captación y reutilización son fundamentales en nuestros proyectos”. Para Zubi Cities es imperativo explorar nuevas fórmulas habitacionales más allá de la compra o el alquiler, garantizando el acceso a la vivienda para diversos perfiles socioeconómicos y distintas necesidades a lo largo de las fases de la vida.
En lo referente al diseño urbanístico, el proyecto ha cerrado una primera fase y ahora se encuentra en trámites con la Administración. Y es que, aunque las dificultades de este tipo de desarrollos se van allanando por la entrada de inversión, gracias al impulso de la taxonomía verde europea (sistema para clasificar qué inversiones y actividades económicas son sostenibles), las exigencias normativas hacen que todavía quede un largo camino por recorrer en nuestro país.
Precisamente, la excesiva regulación es una de las razones que ha llevado a la compañía inmobiliaria Santa Ana a centrar su modelo de negocio a Latinoamérica. Aunque la compañía tiene en previsión llevar este modelo de negocio a otros países, se le resiste España, por la regulación asfixiante que tiene, según su presidente, José Antonio Fernández Gallar. Pone como ejemplo de la lentitud administrativa una de las operaciones más importantes de Europa, Madrid Nuevo Norte, antes Operación Chamartín: “Se aprobó a la misma vez que Canary Wharf, en Londres, o que La Défense, en París, y estos dos desarrollos no solo están completados, sino que los edificios se han revendido. En Madrid ni siquiera hemos empezado”.
Este directivo, que ha desarrollado gran parte de su carrera en Grupo Villar Mir, basa el concepto innovador de las microciudades sostenibles en la integración vertical e integral: empezando por la adquisición de los terrenos, la gestión urbanística, su transformación en solares, y estos, a su vez, en edificios residenciales autosuficientes energéticamente y de usos mixtos, integrando hoteles, por ejemplo. Todo ello sin olvidar el diseño, la promoción y venta, así como la gestión posterior de los proyectos.
La vocación de Santa Ana es largoplacista. “Llegamos a los sitios para quedarnos, que es algo diferencial. El modelo integral implica un compromiso”, razona Gregorio Esteban. A su favor juega que no tiene competencia con el mismo modelo de negocio en estos países. Ezquiaga mantiene que “el concepto de una ciudad completamente autosuficiente está en retroceso en Europa y Latinoamérica. Pero sí está en auge el ecobarrio”. Este se caracteriza por estar localizado en un entorno sin impacto ambiental y con una movilidad sostenible en conexión con el resto de la ciudad.
En este sentido, durante los últimos 25 años se han desarrollado en Europa varios ejemplos de ecobarrios, como BedZED, cerca de Londres, o Hammarby Sjostad, en Suecia.
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