En busca de continuidad en los precios energéticos
El sector de energías renovables enfrenta retos como el de permitir al vendedor tener control sobre el volumen de producción que se pone a disposición del mercado
En 2024 hemos asistido a una relajación de los precios de la electricidad que ha suavizado la tensión registrada en los años 2021 y 2022 con el estallido de la guerra de Ucrania. Este entorno, además de apoyar una moderación de las presiones inflacionistas, ha supuesto un refuerzo para las empresas a la hora de buscar estabilidad en las condiciones de suministro de un recurso estratégico.
En este contexto se ha potenciado la firma de contratos de largo plazo de suministro de electricidad (power purchase agreements), tanto en su variante física como en su variable virtual o financiera. El interés sectorial desde el punto de vista de la demanda presenta una composición muy diversa, con un protagonismo creciente de las empresas del sector farmacéutico, que acompañan a los habituales demandantes de este tipo de productos (tecnológicas, empresas de telecomunicaciones y grandes superficies comerciales). En cuanto a las tecnologías, solar y eólico onshore continúan siendo las principales fuentes de origen de acuerdos, en tanto en cuanto los elevados plazos de maduración de otras fuentes (como eólico offshore), y la incertidumbre en cuanto a los ritmos de implantación (como es el caso del hidrógeno), representan por ahora un desincentivo a la hora de otorgar visibilidad al comprador.
Sin embargo, a pesar de que el contexto de precios podría permitir a los compradores beneficiarse de condiciones algo más favorables que las registradas en años precedentes, en 2024 se ha observado una caída en el apetito por la firma de este tipo de contratos. Algunas de las razones que ayudan a entender esta ralentización radican en los grandes retos que enfrenta el sector de energías renovables, como es el de garantizar la continuidad del suministro al comprador, además de permitir al vendedor tener control sobre el volumen de producción que se pone a disposición del mercado, evitando impactos negativos en su rentabilidad.
El conflicto entre seguridad de abastecimiento y capacidad de hacer frente a los diferentes esquemas de demanda ha ido cobrando una mayor relevancia a medida que el intenso desarrollo de las fuentes de energía renovable ha puesto sobre la mesa problemas de incentivos vinculados al comportamiento de los precios en momentos de punta de producción de este tipo de energía.
Estas dificultades pueden encontrar alivio con la firma de acuerdos híbridos en los que la tecnología es mixta (eólico y solar, fundamentalmente), y también con la incipiente incorporación de sistemas de acumulación de energía en las horas punta de producción del día. Esta es una evolución que no solo beneficia al comprador en tanto en cuanto podría disponer de una fuente de energía estable y asimilable a las tradicionales fósiles, sino también al vendedor, por cuanto las soluciones de almacenamiento y combinación de tecnologías le permitirán distribuir de una forma más lógica el volumen de energía vendido al mercado, preservando la rentabilidad de las instalaciones y ofreciendo soluciones más competitivas.
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