Una Atenas cada vez más turística en una Grecia harta del turismo
Grecia bate récords de ocupación mientras sus ciudadanos se preguntan si merece la pena mantener un modelo cuando aporta más problemas que beneficios
Es 15 de agosto de 2014 en la Plaza Syntagma, centro neurálgico de Atenas. Las calles están desiertas, no circula ni un taxi, y los únicos negocios con la persiana subida son las agencias de viaje, donde es imposible encontrar un billete para las islas Cícladas porque todos los ferris han agotado su capacidad durante la festividad de la Virgen. Aunque la crisis económica en la que está sumida el país desde 2008 está lejos de ser superada, los atenienses disfrutan en masa de unos días de vacaciones. Existen alternativas para quien no pueda pagar un hotel en las islas: habitaciones baratas, camping libre en las playas o casas familiares que durante el resto del año están vacías.
Diez años después, el verano es completamente diferente en Grecia. Cada año más de 33 millones de visitantes llegan a un país de 11 millones de habitantes. En agosto las tiendas de la capital ya no cierran. Atenas ha pasado de ser una parada de uno o dos días antes de dirigirse a las islas a convertirse en un destino en sí misma. Ya no se puede visitar la Acrópolis sin reservar la entrada con uno o dos días de antelación porque cada jornada se alcanza la ocupación máxima en el yacimiento arqueológico. Las autoridades han establecido un límite de 23.000 visitantes por jornada, 3.000 más que el año pasado. La mayoría de las islas han prohibido el camping libre e imponen multas a quien plante una tienda de campaña en una playa.
Uno de los lugares donde el cambio es más evidente es Neos Kosmos. En este otrora barrio popular situado a 15 minutos a pie de la Acrópolis y 20 de la Plaza Syntagma estaba habitado por familias de clase trabajadora, gran parte de ellas migrantes de primera o segunda generación de origen albanés. En las terrazas de las panaderías, durante el último lustro, los grupos de trabajadores albaneses han sido sustituidos por turistas que se alojan en los Airbnb. Los apartamentos turísticos se han extendido de manera descontrolada por el barrio hasta el punto que resulta casi imposible ver un portal sin las pequeñas cajitas con código numérico en las que la empresa propietaria deposita de las llaves para los huéspedes. Según diversos estudios, Atenas es la ciudad europea donde es menor el porcentaje de propietarios particulares y más del 70% de los pisos ofertados en Airbnb son propiedad de empresas que poseen más de una vivienda.
La masificación se ha convertido en un problema en las islas griegas. Mykonos y Santorini son el ejemplo más extremo. Desde 2022, estas dos islas baten récords de sobredemanda turística, con un promedio de 110 pernoctaciones por cada residente. Un poco de perspectiva: en las islas del mar Jónico como Corfú, también muy turísticas, la media de pernoctaciones por residente son 81, en Croacia son 66 pernoctaciones por cada vecino y en la región alemana de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, considerada turística, apenas alcanzan las 18 pernoctaciones por residente. El primer ministro Kyriakos Mitsotakis anunció que, a partir de 2025, el Estado cobrará una tasa de 20 euros a cada turista que desembarque de un crucero en Santorini o Mykonos. La tasa solo estará vigente durante el verano, en temporada alta.
Los precios se han disparado. Según Eurostat, el precio medio de los paquetes turísticos en Grecia aumentó un 7,7% este julio en comparación con el 2023. Este incremento es superior a la media europea, que registró un aumento de 6,6 %. Cabe destacar que la tasa de aumento recayó en el turismo nacional. Mientras para los locales las vacaciones se encarecieron un 11,1%, para los extranjeros el aumento fue del 5,7% de media.
Los alcaldes lanzan un grito de alerta
El alcalde de Atenas, Haris Doukas, del partido socialista Pasok, ha abierto el melón al reconocer que a la capital no le compensa tanto turismo. En declaraciones a Euronews, dijo: «Cada visitante solo aporta 0,40 euros a las cuentas públicas de la ciudad, y ni siquiera hemos visto ese dinero». Doukas constató que, aunque el turismo supone una importante entrada de capital, también encarece los precios y dificulta el acceso a la vivienda, por lo que el modelo actual agrava las desigualdades en las ciudades.
El 23 de julio, 11.000 pasajeros de cruceros desembarcaron en Santorini, fue el récord en un solo día en esta pequeña isla que tiene una población total de 17.000 personas. El concejal de Santorini Panagiotis Kavallaris escribió un post en Facebook que causó un enorme revuelo al instar a los vecinos a confinarse en sus casas, como si se tratara de una emergencia. «Anuncio Urgente: ¡¡¡Otro día difícil para nuestra ciudad e isla con la llegada de 17.000 visitantes de cruceros!!! Se ruega precaución y reducir al máximo nuestros desplazamientos!!!», escribió en la publicación que posteriormente borró.
Para salir del paso se convocó una reunión con altos cargos de varios ministerios, el alcalde de Thira (Santorini), el gobernador de la región del Egeo Sur y diputados de las Cícladas. En la discusión se propuso limitar el número de cruceros que llegan a la isla. El alcalde de Santorini, Nikos Zorzos, propuso limitar a 8.000 los cruceristas por día a partir de 2025. Zorzos declaró a los medios locales que su administración ha “logrado” reducir el número de días de máxima ocupación -cuando los visitantes superan los 11.000-, de 63 el año pasado a 48 en 2024. Los datos de Eurostat de 2022 muestran que el sector de alojamiento en Grecia tuvo la mayor cuota en el valor añadido bruto entre los países de la UE, con un 7,1%, por delante de Croacia, Portugal y España.
El investigador de la Universidad de Lisboa Agustín Cocola sostiene que la especialización turística del sur de Europa no es un fenómeno reciente sino que se remonta a finales del siglo XIX, pero sí se ha acelerado en las últimas décadas. El caso paradigmático es Barcelona, una ciudad cada vez más turística a golpe de crisis en una línea temporal que va desde la Exposición Universal de 1888 como respuesta a la crisis de 1868, la liberalización turística del tardofranquismo y las más evidentes transformaciones que siguieron a las crisis de 1992 y 2008. Grecia ha apostado por turismo para superar la gran recesión de 2008 y la de la pandemia de la covid de 2020. Pero la gran pregunta es, ¿qué solución puede darse a la crisis de un modelo turístico que no da más de sí?
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