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Precios por las nubes, problemas de masificación y negocio récord: así será el verano más caliente para el turismo español

El sector encara su temporada alta con las expectativas de batir un nuevo récord de visitantes. El motor económico del país, sin embargo, plantea dudas por su impacto en el medio ambiente y la convivencia con los vecinos

Silvia Cortés (sentada, a la derecha), directora del Gran Hotel Bali de Benidorm, posa junto a varios miembros de su equipo el pasado 31 de mayo.
Silvia Cortés (sentada, a la derecha), directora del Gran Hotel Bali de Benidorm, posa junto a varios miembros de su equipo el pasado 31 de mayo.Mònica Torres
Carmen Sánchez-Silva

Desde la planta 22ª del hotel Bali se aprecia cómo despierta la temporada alta del principal motor económico de Benidorm. De un día para otro, el primero de junio, la playa de Poniente amanece plagada de turistas. Pequeños puntos de colores en un horizonte cubierto de rascacielos, bajo el sol reluciente y unas aguas que despiertan movidas. Hayley y Steve, clientes británicos del establecimiento, visitan por cuarta vez la localidad alicantina que hace décadas que se convirtió en el prodigio de la industria turística por su capacidad de desestacionalizar el negocio. Les gusta el ambiente inglés del que pueden disfrutar en las calles, su seguridad y la alegría de las gentes españolas. Aunque hay más nacionales, ya han llegado muchos ingleses y bastantes rusos a una ciudad que presume de un verano perpetuo gracias al microclima que produce el estar rodeada de montañas.

En el establecimiento más alto de Benidorm no hay ni una habitación disponible: 1.600 personas deambulan por sus 53 pisos. Pero en el extenso arenal en que se levanta el macroedificio y en los restaurantes que flanquean el paseo marítimo, esperan con ansia que finalice el curso escolar para que no quepa un alfiler. “Hasta que no acaben los colegios no veremos días de 150.000 personas en la playa”, avanza el jefe de los socorristas de la ciudad alicantina, Antonio Zamora.

Como en el resto de los destinos de sol y playa, en Benidorm esperan un lleno casi total este verano. El año pasado la capital turística batió récords de visitantes, con 2,76 millones viajeros. Igual que el resto de España, donde se superaron los 85 millones de turistas extranjeros. Y los últimos datos del sector conocidos esta semana no pueden ser más esperanzadores para la primera industria española: entre enero y abril han llegado al país 23.956.092 foráneos, una cifra sin precedentes para los cuatro primeros meses del año y que representa un crecimiento del 14,5% sobre 2023, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. El volumen de gasto, que desde hace años preocupa más a los responsables del sector que el de personas, ha seguido la misma evolución, rebasando todas las marcas con 31.513 millones de euros, un 22,6% por encima del mismo periodo del ejercicio anterior. Y eso que el mes de abril arrojó caídas al no coincidir con la Semana Santa como en el ejercicio precedente.

Se anticipa un nuevo récord este verano. Otro más. Algunos de los profesionales que viven el turismo en su día a día, como un alcalde, un controlador aéreo o la propietaria de un restaurante playero, cuentan a EL PAÍS cómo se preparan para afrontar la avalancha de julio y agosto. La asociación que aglutina a las grandes empresas de la industria, Exceltur, estima que el PIB turístico en España superará por primera vez en la historia los 200.000 millones de euros en 2024. Espera que se sitúe en 202.651 millones, un 8,6% por encima del ejercicio anterior, un porcentaje que peca de conservador a tenor del incremento del gasto experimentado hasta ahora por los turistas extranjeros (que representan la mitad del mercado).

En cualquier caso, la participación del turismo en la economía pasaría del actual 12,8% al 13,3% del PIB. El motor económico del país sigue más vivo que nunca. “El turismo bate récords de creación de empleo, de facturación y de recaudación de impuestos asociados a la actividad. El negocio funciona, las tarifas medias suben y en julio y agosto registraremos ocupaciones de entre el 85% y el 90%”, sostiene Jorge Marichal, presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT).

Sin embargo, este año las cosas van a ser diferentes. Dos son los motivos. Por las crecientes protestas ciudadanas contra la masificación turística y por los precios que han alcanzado los viajes tras la pandemia. Aunque en Benidorm no haya ni rastro de las pintadas o las manifestaciones que se están sucediendo en las islas Canarias contra el saturado modelo turístico, estas ya se han contagiado a otros lugares como Baleares y, a menor escala, a ciudades como Málaga, San Sebastián o barrios como el de Lavapiés en Madrid. Las quejas de los residentes van en aumento y es más que probable que esa presión vecinal provoque que las reglas del juego varíen.

Manifestaciones

Las plataformas que se están movilizando piden moratorias en la construcción de proyectos turísticos, que se impongan ecotasas y que se regule la vivienda vacacional. José Luis Zoreda, vicepresidente del lobby Exceltur, reconoce que se debe cambiar el modelo turístico como base de la sostenibilidad del sector: “Tenemos que buscar en este 2024 cómo conciliar el crecimiento turístico [limitándolo a aquellos proyectos que generen valor añadido, en vez de volumen], con los sentimientos adversos de la ciudadanía”. Sabe que existe un volumen de afluencia de visitantes que genera un empeoramiento de las condiciones de vida de los residentes que achaca en más del 90% de los casos a la “eclosión desbordante de vivienda turística ilegal”. Según Exceltur, entre el primer trimestre de 2023 y 2024 los apartamentos han aumentado un 25% en las 25 principales ciudades turísticas españolas, hasta superar las 285.000 unidades. Un claro ejemplo es Villajoyosa, donde el pasado fin de semana no había ninguno disponible por menos de 200 euros por noche.

Marichal se declara frustrado, incapaz de convencer a los ciudadanos —que reclaman la paralización de hoteles, tal y como declara la activista Xiomara Cruz— de que en Canarias hay 64.000 plazas hoteleras menos que hace 10 años y de que actualmente en el país existen casi el mismo número de viviendas vacacionales que de plazas hoteleras, asegura. Es decir, de que la culpa de la saturación es de este tipo de alojamientos. Tanto CEHAT como Exceltur piden que se regulen los apartamentos turísticos.

“El turismo no es el problema, el problema es que no ha habido planificación”, se queja el presidente de los hoteleros, que espera que las manifestaciones lleven a una toma de decisiones políticas rápidas. Por ahora algunos ayuntamientos han tomado medidas, como el de Palma de Mallorca anunciando que prohibirá los pisos turísticos y limitará los cruceros y los coches de alquiler. El Consistorio de Valencia ha dicho que congelará las licencias para apartamentos vacacionales, el de Barcelona ha anunciado una gestión activa para evitar la masificación en los centros turísticos y el de Ibiza se propone cerrar el paso a los coches a ciertas zonas residenciales.

Al mismo tiempo reclaman a la Administración que las infraestructuras se acompasen al crecimiento de la población de los municipios turísticos: “No es razonable que si la población canaria ha pasado de 1,6 millones de personas en 1998 a los 2,2 millones actuales no se hayan construido carreteras, viviendas de protección oficial…”, asegura Marichal. Lo mismo dice Zoreda para Baleares. En ambos archipiélagos, más de un tercio del PIB procede del turismo.

Reservas anticipadas

El segundo problema es el de los precios. Y este sí se aprecia en Benidorm y en toda España, donde las estancias medias bajaron el año pasado como consecuencia de esta inflación, según la directora del hotel Bali, Silvia Cortés. En 2024 el coste de los paquetes turísticos y de los alojamientos ha crecido menos, pero los precios están disparados después de triplicar su crecimiento respecto al IPC en 2022 y 2023 para los paquetes y duplicarse para los alojamientos. “El interés ferviente por viajar que sigue vivo desde la pandemia está provocando una alta demanda que presiona los precios por encima del índice de precios al consumo”, reconoce José Manuel Lastra, vicepresidente de CEAV (Confederación Española de Agencias de Viajes).

La elevada demanda ha llevado a que se estén anticipando las reservas para este verano para garantizar plaza en el destino deseado y para aprovechar las ofertas. “La venta anticipada ha funcionado extraordinariamente bien”, agrega Lastra. Y confirma TravelgateX, que en la última semana ha registrado un repunte espectacular del 35% en la contratación. Según sus estadísticas, las reservas con más de 90 días de adelanto se acercan al 20% del total, que suben a la mitad si se han realizado con más de un mes. Por el contrario, la última hora suma un escaso 10% del total.

Raúl González, consejero delegado para Europa, Oriente Próximo y África de Barceló Hotel Group, está percibiendo este cambio entre los turistas. Eso sí, avisa a navegantes: cuidado con el exceso de confianza ante esta inusual anticipación. En la cadena que dirige, la contratación para los meses de junio a septiembre aumenta entre el 12% y el 15% respecto al verano pasado. La ocupación de sus hoteles para estas fechas superará el 85%, con lo que habrá muchas menos ofertas de última hora, prevé. González alerta, no obstante, de que los clientes pueden empezar a moderar su deseo de viajar como consecuencia de los elevados precios, como ya se está apreciando en Estados Unidos, donde la demanda no crece y en algunos lugares como San Francisco baja el precio por habitación. Aquel país sirve de indicador adelantado de lo que puede ocurrir en España en 2025.

Aquí, los precios medios de las vacaciones de los españoles se sitúan en torno a los 1.200-1.300 euros por persona, de acuerdo con los datos oficiosos de las agencias de viajes. Han subido al menos 200 euros desde la pandemia. Y son, según una reciente encuesta de Ipsos para el grupo hotelero Hyatt, el principal condicionante para decidir destino vacacional para más de la mitad de los turistas (el 61% en el caso de los españoles). Eso a pesar de que en chiringuitos como uno de los dos cuya concesión gestiona Asya Sapunarova en la playa el Paraíso de Villajoyosa la carta incluya Moët & Chandon a 110 euros. La empresaria hostelera aprovecha que hay muchos rusos alrededor. Aunque no sea su ejemplo, hay negocios que viven todo el año de los meses de buen tiempo, como ocurre a unos kilómetros de distancia, en Dénia, en el restaurante de Anna Betlem Noguera.

Al final, los empresarios del sector “no estamos preocupados ni por la demanda ni por los precios, sino por cómo crecer de forma sostenible en clave ciudadana y evitar que los primeros conatos de turismofobia cristalicen en algo más serio”, zanja el vicepresidente de Exceltur. Porque España sigue siendo uno de los destinos más demandados del mundo y está cerca de alcanzar el liderazgo que ostenta Francia. Solo debe resolver, en palabras de Luis Buzzi, socio de KPMG responsable de turismo, el problema del empleo, que el talento vuelva al sector, y el de la regulación de la vivienda vacacional.

Antonio Zamora en la playa de Poniente en Benidorm.
Antonio Zamora en la playa de Poniente en Benidorm. Mònica Torres

Antonio Zamora, jefe de Salvamento y Socorrismo de Benidorm: “Aquí las luces no se apagan. Realizamos 1.200 intervenciones”

Antonio Zamora (Jaén, 48 años) dice bromeando que le costó mucho realizar el curso de buceo al tener que permanecer callado. El viernes 31 de mayo, antesala del comienzo de la temporada alta en Benidorm, viene de una entrevista de la tele para ir a otra. El 1 de junio su unidad de Salvamento y Socorrismo, la única en España que permanece activa los 365 días del año y no solo durante el verano, se vio reforzada. En estos meses, 80 personas vigilan las playas de la localidad alicantina y para ello cuentan con cuatro ambulancias, cinco puestos de socorro, 11 desfibriladores y una embarcación de siete metros de eslora. En invierno el operativo es de 20 personas, dos puestos de socorro y dos ambulancias. “Aquí las luces no se apagan”, señala. Al año realizan entre 1.100 y 1.200 intervenciones, la mayoría en los meses estivales (de enero a Semana Santa serán poco más de 100, indica). Porque en temporada alta puede haber 150.000 personas en los arenales. Zamora asegura que la asistencia premium de los socorristas son las picaduras de medusa, le siguen las lipotimias (“sobre todo en torno a las doce de la mañana; hay muchas personas mayores que no se hidratan suficientemente”) y, en tercer lugar, los paros cardiacos. Aunque Benidorm sea un destino muy internacional, los españoles son la mayoría de los rescatados. “Hay mucho flipao del norte”, indica para después presumir de un equipo cuyo tiempo medio de respuesta es de cuatro minutos.

Antonio Alonso junto a la torre de control del aeropuerto de Málaga.
Antonio Alonso junto a la torre de control del aeropuerto de Málaga. Garcia-Santos (El Pais)

Antonio Alonso, controlador aéreo (Málaga): “El trabajo se dispara y falta plantilla”

Los controladores aéreos tienen prohibido tomar ansiolíticos. Aunque en julio y agosto se dispare su trabajo. “Tenemos vampiros que nos hacen test de drogas aleatorios”, señala Antonio Alonso (Málaga, 48 años), profesional de la torre de control malagueña y miembro del sindicato USCA. “El trabajo es estacional, como lo es el turismo. Sobre todo en Palma de Mallorca (que se convierte en uno de los 10 aeropuertos de mayor tráfico aéreo de Europa), Málaga, Alicante, Valencia, Sevilla, Ibiza…”. De hecho, muchos de los vigilantes de los cielos usan el invierno para formarse. En verano el control del espacio aéreo apenas para cuatro horas del día, explica, se hace en tres turnos, que son muy exigentes y en los que no se puede trabajar más de dos horas seguidas. “Tenemos los requerimientos más altos de todo el año y hay falta de plantilla aunque se refuerce, a veces hasta se duplica, porque el tráfico aéreo ha crecido más del 15% respecto a 2019 en Málaga, Baleares, Canarias…”. En la torre de control de Málaga habitualmente trabajan cuatro profesionales, en verano son seis, dice, mientras que los vuelos, que en invierno son un mínimo de 200 diarios, en agosto superan los 600. En Palma, el tercer aeropuerto nacional, pasan de esos 200 a más de 1.000 diarios. Pero lo que más tensión genera de todo son los días de tormenta, admite Alonso.

Silvia Cortés, directora del Gran Hotel Bali de Benidorm.
Silvia Cortés, directora del Gran Hotel Bali de Benidorm.Mònica Torres

Silvia Cortés, directora de hotel (Benidorm, Alicante): “Acaba de empezar la temporada y hay un 85% de ocupación”

En el Gran Hotel Bali de Benidorm, el establecimiento más alto de Europa, con 186 metros de altura, inaugurado en 2002, la temporada alta no se nota demasiado, asegura su directora: “Estamos en la misma línea todo el año porque contamos con distintos tipos de clientes. El primer fin de semana de junio tenemos el hotel lleno porque albergamos el Campeonato Nacional de Futbolín”, explica Silvia Cortés (Gandia, Valencia, 43 años). Por eso su trabajo no cambia demasiado de invierno a verano, cuando presta más atención a las piscinas, la animación o los restaurantes. Es la particularidad de Benidorm y su microclima, donde la temporada se prolonga todo el año, dice. En las 776 habitaciones del complejo caben 1.600 personas, por eso no es de extrañar que los clientes llamen alcaldesa a la directora, según cuenta divertida esta profesional que domina cuatro idiomas y entiende otros dos. Gestiona una plantilla de entre 210 y 230 empleados que en los meses de menor ocupación (posiblemente enero, con unos 1.100 clientes) se toma vacaciones. Cortés espera un lleno total en julio y agosto, “tanto nosotros como todo Benidorm”, sostiene. “Acaba de empezar la temporada alta y tenemos entre el 80% y el 90% de ocupación”. En general, acuden más españoles al establecimiento (65% del total) y entre los extranjeros destacan los británicos (cuya afluencia es mayor en invierno), portugueses, holandeses, polacos… Pagan una tarifa media de 160 euros por noche en agosto.

Rafael Triguero, alcalde de Ibiza.
Rafael Triguero, alcalde de Ibiza.

Rafael Triguero, alcalde de Ibiza: “En verano doblamos nuestros servicios y el número de trabajadores”

Es el primer día en que las plataformas vecinales se manifiestan para quejarse contra el turismo de masas ante el Consell en una isla donde el año pasado este sector tuvo un impacto económico de 4.200 millones de euros. Rafael Triguero (Ibiza, 43 años) asegura que en la ciudad hacía falta orden y lo está poniendo para combatir, entre otras cosas, ese sentimiento de turismofobia. “La isla es un referente turístico de sol y playa y de ocio nocturno, pero queremos que se nos conozca por otros segmentos, por ejemplo como ciudad patrimonio de la humanidad de la Unesco o por nuestra amplia oferta gastronómica. Eso nos va a permitir descongestionar la temporada alta. Estamos haciendo muchos esfuerzos para conseguirlo y que la avalancha turística de julio y agosto genere menos perjuicios a los vecinos”, indica. Entre las medidas que ha arbitrado el regidor del PP, destaca el control del fondeo de las embarcaciones, la reordenación de los aparcamientos disuasorios, el cambio de los horarios de carga y descarga y los recién aprobados límites al acceso de vehículos a áreas de residentes. Con casi 52.000 vecinos, la capital de la isla multiplica por dos e incluso por tres su población en verano, según Triguero, que no dispone de datos, pero sí sabe que el consumo de agua se duplica en julio y agosto y “nos vemos obligados a doblar la plantilla de policía local, servicios de limpieza y recogida de residuos”. Las 18.000 plazas turísticas se encuentran al 90% de ocupación. “Las viviendas de uso turístico están prohibidas en Ibiza. Las vamos a perseguir y sancionar por el drama de falta de vivienda que está provocando en la ciudad”, avanza el alcalde.

Xiomana Cruz participa en una concentración en Las Palmas.
Xiomana Cruz participa en una concentración en Las Palmas.

Xiomara Cruz, activista contra la masificación turística (Las Palmas de Gran Canaria): “Hay que escuchar a los vecinos”

Xiomara Cruz (Las Palmas, 30 años) lleva tiempo luchando para que las autoridades devuelvan la ciudad a sus habitantes. Como portavoz del movimiento Guanarteme se Mueve, participó junto al resto de los vecinos de ese barrio palmeño en la mayor manifestación de la historia de Canarias, el pasado 20 de abril, convocada contra la masificación turística. Una acción que ha calado en el resto del territorio nacional y comienza a prender la mecha al menos en Baleares, San Sebastián y el barrio madrileño de Lavapiés, donde los vecinos también han salido a la calle para quejarse de que los turistas les están quitando su espacio y haciendo imposible que compren o alquilen una casa debido a los altos precios. “Con 16 millones de visitantes en las islas Canarias en 2023, el turismo está por todas partes y cada año crece más. Nos quejamos porque está expulsando a los vecinos. Los turistas se afincan en nuestro territorio, se compran viviendas y luego se van y esas casas se convierten en alquileres de Airbnb”. La Coordinadora 20A, que agrupa a cerca de 40 organizaciones ciudadanas, reclama una moratoria turística por la que se dejen de construir hoteles y viviendas vacacionales; que se imponga una tasa turística a los visitantes, que haya un control de las viviendas turísticas y no se deje destinar edificios enteros a este uso que encarece los precios de compra y alquiler a los residentes, y que solo pueda adquirir una casa quien vaya a residir en ella, expone. De momento, señala Xiomara Cruz, “la respuesta de los gobernantes ha sido nula. Pero vamos a seguir presionando para que se nos escuche y se sienten a hablar con nosotros”.

Anna Betlem Noguera, propietaria del Restaurante Noguera.
Anna Betlem Noguera, propietaria del Restaurante Noguera.

Anna Betlem Noguera, gerente del Restaurante Noguera (Dénia, Alicante): “Los meses de julio y agosto lo cambian todo”

Al lado de la playa, el restaurante Noguera se distingue por su emplazamiento privilegiado. Es su mayor ventaja, según Anna Betlem Noguera (Dénia, 51 años), una de sus propietarias. Y uno de sus handicaps para gestionarlo, ya que en los meses de invierno cuesta rentabilizarlo, explica la gerente de la empresa familiar, que incluye un hotel de 20 habitaciones, que montaron sus abuelos a finales de los años cincuenta del pasado siglo en la playa de las Marinas de la localidad alicantina. Por eso ambas instalaciones se abren únicamente de marzo a octubre. El restaurante tiene unas 250 plazas, pero en verano solo está operativa la terraza, con 150. Julio y agosto, claro, son los meses estrella, en los que “cambia todo”, según Noguera: “Aunque queramos desestacionalizar, como estamos en el mar, hasta que no se abre la temporada de baño, el restaurante no se llena”, admite. La diferencia es notable, ejemplifica, entre la caja de un sábado de mayo y uno de agosto del año pasado: de hacer 88 tiques a 188. Y de facturar 5.800 euros a más del doble: 13.800. Por ello hace falta reforzar la plantilla, que es la parte de la gestión que resulta más difícil, sostiene, que pasa de 21 a 31 empleados. Cinco trabajadores son de la familia, “vivimos con un sueldo y reinvertimos en el restaurante el 90% de los beneficios”, asegura Noguera. Esta temporada se presenta bastante buena, acumulan un crecimiento de entre el 5% y el 10%, que pretenden sostener en lo más álgido del verano. “Esperemos que el tique medio, que no baja de 40 euros, se mantenga, ya que el año pasado los clientes fueron más comedidos en el consumo”.

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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.
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