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Alquilar piso a pie de playa ya es un lujo: suben un 10% este verano, hasta los 4.640 euros al mes

En agosto de 2024, un apartamento en las costas españolas valdrá de media 1.160 euros a la semana. Cantabria, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife y Lugo repuntan más de un 12%

Bañistas de la Playa de La Malagueta, en Málaga.
Bañistas de la Playa de La Malagueta, en Málaga.Garcia-Santos (El Pais)
Denisse López

Vivir por unos días entre el azul profundo del mar y el hipnótico sonido de las olas nunca ha sido tan caro. En este verano, los pisos a pie de playa en el país han incrementado sus precios un 10% respecto a 2023, hasta alcanzar los 4.640 euros al mes de media, según el Informe de 2024 sobre el alquiler en la costa en España, del grupo Tecnitasa. Los costes tan prohibitivos obligarán a los turistas nacionales y extranjeros a pensar no solo en cuál es su lugar favorito, sino también en lo que sus bolsillos pueden soportar.

El incremento de doble dígito es un varapalo a la moderación que se registró el año pasado, cuando los pisos turísticos repuntaron solo un 3,7% —por debajo del Índice de Precios de Consumo—. Si la mirada se pone más atrás y se compara con el verano de 2020, año de la pandemia, se concluye que el repunte es de más del 40%. En ese entonces un alquiler frente a la playa era de 826 euros semanales de media, mientras que en este verano se sitúa en los 1.160 euros.

En Cantabria, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife y Lugo, el repunte de precios ha sido incluso superior al 12%, según el documento publicado este jueves. No obstante, no son estas localidades las que ostentan los alquileres más desorbitados. En algunas playas de Islas Baleares y Málaga un piso frente al mar alcanza los 3.000 y 3.300 euros, respectivamente, por una semana. Por poner en contexto estas cifras, supone prácticamente el sueldo de tres meses de una persona que gana el Salario Mínimo Interprofesional —en este año se sitúa en los 15.876 euros anuales distribuidos en 14 pagas de 1.134 euros—.

Las viviendas más asequibles rondan los 500 y 550 euros a la semana, lo que significa que incluso en estos casos un trabajador con el salario mínimo necesitaría ahorrar al menos el sueldo íntegro de un mes para pasar dos semanas en una casa junto a las costas de Moncófar, en Castellón, o Burela, en Lugo, que son las que hoy tienen los precios más bajos.

Para José María Basañez, presidente de la sociedad de tasación, “el incremento del precio del alquiler en más de seis puntos [respecto al repunte de 2023] para veranear en primera línea de playa, se debe a que la demanda, tanto nacional como extranjera, se mantiene muy fuerte, y supone que esté casi todo reservado desde hace meses”. El escenario, “apenas deja posibilidades a los más rezagados para encontrar algo de última hora”, precisa.

En efecto, encontrar un piso que se ajuste al presupuesto de las familias se ha convertido en una tarea titánica, en particular si desean visitar las comunidades del sur. En Andalucía, por ejemplo, lo mínimo a pagar son 730 euros a la semana por un piso de 60 metros cuadrados en el paseo marítimo del Rincón de la Victoria, en Málaga. Pero si se quiere dormir en el exclusivo puerto Banús, habría que desembolsar 3.000 euros.

En Baleares la situación se complica incluso más, pues la casa más barata ya está por encima de la media nacional. Se trata de un apartamento de 60 metros cuadrados en Cala Figuera, en el municipio de Santanyí; y alquilarlo siete días cuesta 1.175 euros. En mejor situación se encuentra Canarias, que a pesar de ser una de las comunidades que más ha disparado sus precios, estos oscilan entre los 700 y 1.000 euros.

Una de las comunidades cuyos precios no tienen una gran diferencia —de poco más de 200 euros entre lo más caro y lo más barato— es Asturias. Se pueden encontrar apartamentos de entre 50 y 75 metros cuadrados en el centro de Llanes y Ribadesella por 780 euros semanales; mientras que lo más asequible está en Tapia de Casariego (560 euros). Además, es una de las pocas autonomías con un mercado controlado, pues la subida interanual no supera el 3%, según el informe.

Mayores tarifas tras la Covid

El fin de la pandemia despertó en todo el mundo el deseo de viajar, y desde ese entonces, los precios no han dejado de aumentar. Ya en 2022, alquilar una vivienda vacacional cerca de la orilla del mar dejaba con la boca abierta a más de uno. Pasar una semana de julio o agosto en primera línea de playa superó en ese año los 1.000 euros de media, lo que supuso un aumento del 9,7% respecto a 2021, según los datos de Tecnitasa.

En aquel entonces la costa catalana fue la que más se encareció, con subidas superiores al 15%, mientras que Cantabria y Murcia figuraban como un oasis, pues veranear ahí podía salir igual o incluso un poco más económico que en 2021. Más allá de esas zonas, todo parecía estar por las nubes. De hecho, la propia tasadora advirtió de que las familias con menos recursos se veían obligadas a reducir el número de días de vacaciones o buscar pisos más pequeños o alejados de la playa. Pese a todo, la reactivación de la demanda permitió que el año pasado se produjera un nuevo incremento del 3,7% en los alquileres vacacionales.

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Sobre la firma

Denisse López
Es redactora de la sección de Economía de EL PAÍS y CINCO DÍAS. Escribe habitualmente de macroeconomía y coyuntura. Se incorporó a esta casa en 2022, después de haber trabajado en distintos medios digitales en México. Estudió Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional Autónoma de México, y el Máster de Periodismo UAM-El País.
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