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Carmen Lence (Leche Río): “Me ha pasado que algún cliente me ha llamado cariño y he tenido que decirle: ‘yo no soy su cariño”

La presidenta del grupo lácteo gallego y del club de baloncesto Río Breogán se define como una persona calmada pero con carácter: “Tenemos que ser asertivos sin ser agresivos”

Carmen Lence (Leche Río)
Carmen Lence, presidenta del grupo Lence.Beata Praska
María Fernández

Carmen Lence (Lugo, 1970) aprendió en casa lo que era la empresa familiar -su padre, Jesús Lence, fundó el grupo que lleva su apellido- pero durante muchos años vivió y desarrolló su carrera profesional como coach en el extranjero (en Japón, Grecia, Italia o Estados Unidos). La presidenta de Lence, uno de los mayores grupos lácteos del país (Río de Galicia, Leyma), defiende el rural desde una óptica feminista.

¿Le gusta la leche? Me encanta. Una vez fui al médico por problemas de estómago y me recomendaron dejarla. Le dije que estaba segura de que el problema no era la leche. La sigo tomando y me va muy bien. Ahora parece que la leche es la culpable de todo.

Se describe como activista rural, ¿qué significa? Dependemos al 100% del rural. Hay un problema grande de abandono. Desde las ciudades se ven las tractoradas y lo ven como un problema de otros, pero el problema es de todos. Como no cuidemos el rural no tendremos de qué comer. Con activismo me refiero a que hay que darle visibilidad al rural para hacer que las cosas cambien. Esto de que el rural es para viejos no es cierto, es también para jóvenes.

Es presidenta del Club de Baloncesto Río Breogán. ¿Qué le gusta del deporte? Esta empresa patrocina al club desde 1986. El deporte tiene unos valores en los que creo, que me mueven, y espero que inspiren a mis hijos. Es el ejemplo de la cultura del esfuerzo, el no rendirse nunca. De cada partido puedes aprender algo. Y es aplicable a la vida: tienes que intentar dar lo mejor de ti.

¿Qué quería ser de mayor? En realidad quería ser periodista, me gusta muchísimo leer y escribir, me ayuda a reflexionar y a aprender. Siempre que les digo a mis hijos que cuando me jubile seré escritora. No hay nada más interesante que las historias humanas. Pero mi padre quería que estudiara empresariales.

¿Cómo le ha marcado su familia? He tenido la suerte de tener unos padres muy valientes, muy fuertes. Mi madre era una niña del rural, con mucho carácter. Admiraba ese coraje. En una sociedad donde todo el mundo te dice lo que tienes que hacer, sobre todo a las mujeres, ella se rebelaba. Mi padre ha sido muy trabajador, con mucho valor, y muy generoso. Ahora que estoy en su puesto puedo entender que podía ser duro.

Tenía fama de empresario implacable. Realmente te das cuenta de que si no le paras los pies a la gente te pasan por encima como una apisonadora. Mi personalidad se ha endurecido desde que estoy aquí (al frente de Leche Río). Soy una persona empática, y lo voy a seguir siendo, pero mucha gente lo toma como una debilidad. Hay quien se piensa que tiene más derecho que tú por ser hombre.

¿Cómo combate el machismo? No lo dejo pasar. Me ha pasado que un cliente que me llame “cariño” y tener que decirle “yo no soy su cariño”. O que un empleado diese un puñetazo en la mesa durante una reunión, y tener que echarlo de la sala. O con un ganadero. Le explicaba lo que hacía mi marido, que estaba en Boston trabajando y cuidando a los niños, y me dice: ¿qué haces aquí? En plan ¿qué clase de persona eres? “Yo estoy aquí porque la empresa es mía y estoy al frente”, le tuve que decir.

¿Qué le gusta hacer cuando no trabaja? Leer, escribir, estar con la familia, los amigos, pasear, estar con mis perros. Tengo dos malteses, los adoro.

¿Dónde le gusta comer cuando sale? Procuro salir a cenar con mi marido una vez a la semana. Me encanta invitar a amigos a casa pero no cocino muy bien. Comer es un disfrute. En Lugo me encantan el restaurante España y el Campos.

¿Una debilidad? Pienso que tengo puntos a mejorar. Tengo mucho carácter. Soy una persona muy calmada, pero a veces sale el Señor Lence que vive en mí (risas). Sobre todo si siento que hay una falta de respeto, o ante gente intolerante. Esas situaciones sacan algo de mí que tengo que aprender a controlar. Siempre digo que hay que ser asertivo sin ser agresivo. Tenemos que tener un buen control de nosotros mismos.

¿Qué es lo que le preocupa más si piensa en el futuro? Hubo un tiempo en que temía que las siguientes generaciones viesen el mundo de una manera muy superficial, todo el día con los móviles y las redes sociales. Pero cambié de opinión. Este verano hicimos un curso de familia en Boston. Era como estar en una clase de MBA, pero con mis hijos. Vi que realmente tenían ambición, interés, y me dio esperanza. La próxima generación tiene ambiciones, los jóvenes están preocupados por el mundo en el que viven.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.
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