¿Encaje de Camariñas o de Pekín? Europa hace frente a las falsificaciones
Una nueva norma permite poner un sello de denominación geográfica en los productos hechos a mano para evitar el plagio
“La artesanía es un medio de vida. Es un lujo poder hacer obras que salen del alma con tus propias manos y que avanzan generación tras generación”. Estas son las palabras de Jonatan Díaz, un artesano fanático del vidrio desde los 14 años. Tiene un taller ubicado en la localidad de Estepona (Málaga) llamado Vitromar y, desde allí, elabora cristaleras, caleidoscopios y otros productos con mucho mimo. Sin embargo, es uno de los muchos trabajadores del sector que se enfrenta al plagio y las réplicas falsas de sus creaciones artesanales. “Veo empresas procedentes de China que cogen los diseños de las páginas web de otros artistas y elaboran los mismos productos con materiales de muy baja calidad”, manifiesta.
Forjar un producto artesanal no es tarea fácil. La artesanía es el arte de elaborar un producto con las manos, aunque también se pueden utilizar las máquinas siempre que el trabajo manual sea el componente principal en el acabado de la obra. Es frecuente ver cómo este trabajo es víctima de falsificaciones que repercuten tanto en las ventas de los talleres como en la reputación y prestigio del propio artista. “A día de hoy es muy complejo detectar un producto falso porque las técnicas pueden ser muy fácilmente replicadas”, afirma Félix Sanz, vicepresidente de la Organización de los Artesanos de España (OAE) que, además, apunta que el mercado del souvenir es el “nicho más vulnerable a las falsificaciones masivas”.
A pesar de que la artesanía es un sector con mucha piratería, los artistas cuentan con herramientas legales para defenderse de los falsificadores. Por ejemplo, podrían intentar identificarse a través de una marca colectiva que ayudase a distinguir sus productos o servicios de otras empresas. De esta manera, el cliente también podría reconocer si se trata de un producto artesano auténtico. En caso de que hubiese competencia desleal en el mercado, apunta Manuela Mendigutía, abogada experta en propiedad intelectual de Bird & Bird, la ley los protegería “si pudiese probarse ese extremo o si hubiese ciertas omisiones que consiguieran confundir al consumidor”. Sin embargo, el problema es que no todos los talleres pueden permitirse registrar su marca. Principalmente, por los altos precios que conlleva (hasta 7.300 euros en España).
Las pymes y empresas familiares son las más afectadas por la lacra de las falsificaciones. A estos negocios les resulta muy complicado proteger sus obras porque no cuentan con los medios necesarios para defender sus productos en el mercado frente a las réplicas que se pueden encontrar en algunas tiendas de souvenirs. Tal y como apunta Karin Guridi, abogada experta en propiedad industrial de Balder, los comercios más humildes son los más vulnerables ante las imitaciones porque “muchos de los artesanos carecen del volumen económico necesario para proteger adecuadamente sus productos, lo que influye en su capacidad de actuación frente a las falsificaciones”. Una falta de recursos que impide que los productos artísticos más tradicionales del país, como puede ser la cerámica de Talavera (Toledo), el encaje de Camariñas (A Coruña) o la cuchillería de Taramundi (Asturias) no cuenten con el blindaje necesario para poner coto a las imitaciones.
El Consejo Europeo aprobó, el pasado mes de noviembre, un reglamento para proteger mediante denominación de origen los artículos artesanales, al igual que sucede con los alimentos y bebidas. Una normativa que ayudará a frenar el fraude y la competencia desleal que perjudica a muchos talleres. “Esta norma implica un gran apoyo para el mantenimiento de pequeñas empresas y profesionales del sector, además de un enorme incremento de valor añadido para los productos artesanales”, afirma el vicepresidente de OAE.
Para contar con este sello de identidad geográfica en España, según explica la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), hay que seguir tres pasos concretos. En primer lugar, los productos tienen que ser originarios de un territorio, región o país concreto; en segundo lugar, deben contar con una característica que defina su origen geográfico; y, por último, una de las fases de producción del producto tiene que haberse desarrollado, al menos, en algún lugar de la zona geográfica del producto que se quiere proteger.
El plazo para enviar las solicitudes comenzará en diciembre de 2025 y será la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) la encargada de evaluar las propuestas de los Estados miembros para conceder la denominación de origen a las obras artesanales. Además, la institución afirma que se trata de un servicio público por el que no se cobrará ninguna tasa, lo que permitirá a los pequeños artesanos contar con una herramienta legal de protección más asequible a sus posibilidades y prevenir las falsificaciones.
Según la entidad europea, se han identificado 834 productos que se podrían beneficiar de esta clase de protección en la UE. De ellos, unos 229 serían productos españoles susceptibles de obtener la denominación de origen en la que se incluye una variedad de obras tradicionales, como el calzado de Menorca, los encajes de Zamora o las espadas y cuchillos de Toledo.
Las expertas consultadas coinciden en que la llegada de este reglamento es una buena noticia para el sector. Guridi considera que la indicación geográfica protegida permitirá dar mayor visibilidad a las creaciones artesanales “sin necesidad de tener que realizar un desembolso económico importante” lo que facilitará a los artesanos poder defenderse ante las falsificaciones y, en definitiva, aumentará la competitividad entre ellos en el mercado.
Blindaje mundial
El reglamento de denominación de origen que ha puesto en marcha el Consejo Europeo impide que terceros puedan imitar o plagiar un producto artesano, aunque tiene sus limitaciones fuera de los Estados miembros de la UE. En estos casos, el escudo de las obras dependerá de las medidas territoriales implantadas en cada país. A nivel mundial, está en vigor el Acta de Ginebra del Arreglo de Lisboa que concede el registro internacional de las indicaciones geográficas a través de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Gracias a esta denominación de origen, los productos artesanales se protegen a nivel internacional como “en el caso de Perú con la cerámica de Chulucanas”, señala Manuela Mendigutía, abogada de Bird & Bird.
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