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Las falsificaciones en España generan pérdidas de 5.700 millones de euros al año

La venta de imitaciones también frena la creación de al menos 44.700 empleos, según un estudio de la agencia de investigación Sicpa

Falsificaciones en un mercadillo de Siena, Italia.
Falsificaciones en un mercadillo de Siena, Italia.krblokhin (Getty Images/iStockphoto)
Luis Enrique Velasco

Desde un juego de cartas de Pokémon hasta la camiseta del equipo de fútbol más popular, pasando por un perfume de moda. Cada vez son más los productos falsificados que terminan en canales de distribución físicos o digitales y, desde ahí, en manos de los consumidores. En España, el segundo país de la Unión Europea con mayor tasa de compra de copias ilegales, el impacto de este tipo de comercio se calcula con pérdidas cercanas a los 5.700 millones de euros y de 44.700 empleos al año, principalmente en el sector de la moda, la perfumería y de los juguetes. Así lo desglosa el informe Situación del comercio ilícito y fraude en Europa y el resto del mundo, presentado por la agencia de investigación Sicpa esta mañana en Madrid. El cuadro regional no es muy distinto. Según la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), las empresas legítimas de la región pierden cerca de 50.000 millones de euros al año y dejan de crear alrededor de 416.000 trabajos.

El estudio principalmente enmarca cómo el mercado de imitaciones ha cambiado en los últimos años. Por un lado, el auge del comercio en línea ha permitido que los vendedores puedan ofertar productos desde cualquier parte del mundo, lo que obstaculiza la desarticulación de las mafias fabricantes. “Cada vez se ven menos top mantas en las calles porque las plataformas como Instagram o las tiendas en línea son más efectivas para ofrecer productos desde cualquier sitio”, aclara Miguel Lorite, teniente de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil, quien participó en la presentación del informe.

Por otro lado, la deslocalización de la producción —históricamente asentada en China y en países vecinos— ha empujado a que a España llegue mercadería “semielaborada”, es decir, que recibe el acabado final en suelo nacional. “Para la venta de ropa deportiva, por ejemplo, los intermediarios reciben las camisetas preparadas para que los sellos se impriman encima de ellas”. Este proceso también abarata los costes, lo que permite disminuir los precios. A esto hay que sumar los elevados niveles de elaboración y detalle, que camuflan cada vez mejor este tipo mercadería con los artículos originales, explica Lorite.

Por último, la distorsión de la cadena de suministro que se inició en la pandemia —con una reducida y encarecida cuota de envíos por mar, por donde pasa el 90% de comercio del mundo— no permite tener una imagen clara de qué va a pasar en el futuro más cercano. Algunos expertos apuntan a que los actuales bloqueos de las rutas comerciales presionarán los precios al alza, lo que empujará a los consumidores a seguir comprando productos falsificados ante su atractivo precio.

Lo que está claro es que detrás del éxito de la venta de este tipo de artículos se esconde un mercado altamente lucrativo. Si el narcotráfico proporciona a las bandas una ganancia del 200%, la falsificación, por ejemplo, de productos cosméticos puede generar un rendimiento de 2.000%, especifica el informe. Otro elemento distintivo del comercio de imitaciones durante estos años, según Martín Sarobe, consejero delegado de SICPA España, es que ahora también se recibe grandes cuotas de mercadería desde Turquía, Los Emiratos Árabes Unidos y Singapur. Lo que alimenta el mercado global de falsificaciones, que en 2019 ascendió a más de 400.000 millones de euros, es decir, un 2,5% del total del comercio en todo el planeta.

La inflación ha empujado a los consumidores a preferir productos que pueden llegar a tener un importe hasta el 80% inferior al original, esclarece Sarobe, quien señala que los jóvenes españoles (menores a 24 años) muestran especial afinidad por las copias ilegales. En España el 45% de esta población adquirió a propósito una falsificación de cualquier tipo. El dato ronda el 37% en Europa; un incremento significativo si se toma en cuenta que en 2019 el dígito era del 14%, según la EUIPO. La ropa deportiva encabeza las preferencias de los compradores millenial, “quienes no están conscientes del perjuicio que esto representa para la industria textil”, añade Sarobe.

La batalla se intensifica

José Ángel San José, inspector jefe de la brigada de la policía científica, explica que hay dos elementos que en España complican la erradicación de este mercado. Por un lado, cree que las penas que afrontan los condenados por vender o producir productos falsificados no son suficientes. Y por otro, la escasa colaboración de las marcas para identificar los detalles fraudulentos de en los productos falsificados. “Muchas de estas mandan indicaciones ambiguas o que no corresponden con la última versión del producto”, explica San José. “Nos pasó con la comprobación de un iPhone hace algún tiempo. Le pedimos a Apple que nos envíe información técnica del móvil y nos llegó una presentación con indicaciones de las primeras versiones de hace 10 años”.

Para Óscar Quintana, además, representa un problema de salud pública. El responsable de conocimiento de mercado en la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética argumenta que, aunque este sector ha evidenciado un retroceso en las falsificaciones, los riesgos a los que se exponen los compradores son muy altos porque atañen a la salud. “Hace un tiempo nos encontramos un ingrediente anticongelante para autos en un enjuague bucal”, detalla. Expone que quien compra un perfume falsificado se expone a elementos tóxicos que afectan directamente a la piel. Para saber escoger correctamente, indica, los compradores deben acudir a distribuidores de confianza e inspeccionar en el etiquetado del producto si los números de serie coinciden con la información disponible en internet.

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