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La EUIPO de Alicante protege desde el color de las chocolatinas hasta el cántico del Gordo de Navidad

La Agencia Europea de la Propiedad Intelectual cumple 30 años en su sede española, en los que sus 1.200 empleados han tramitado más de 4 millones de marcas y diseños

Rafa Burgos
Una de las sala de trabajo de la EUIPO, ubicada en Alicante.
Una de las sala de trabajo de la EUIPO, ubicada en Alicante.JOAQUIN DE HARO RODRIGUEZ

Un equipo de 40 especialistas revisa cada día en torno a 800 solicitudes de registro de marca de empresas o particulares para su uso en exclusiva en la Unión Europea. Analizan si la propuesta de cada cliente supera los requisitos que la convierten en aceptable en todos los países miembros y en todos los idiomas de la red europea y no va en contra de los intereses de otros usuarios. Por sus manos han pasado el color de los envoltorios del chocolate Milka, la entrada a la plataforma audiovisual Netflix, los productos comercializados por Banksy o Ibai Llanos, la forma de la Vespa, memes de redes sociales y hasta el soniquete con el que los niños de San Ildefonso cantan el Gordo de Navidad. Son los integrantes del ICE (Examen Colaborativo Interactivo, por sus siglas en inglés), el primer filtro que deben atravesar las solicitudes que llegan a la Agencia Europea de la Propiedad Intelectual (EUIPO), que en 2024 cumple 30 años desde que se asentó en Alicante y ya ha tramitado 2,6 millones de solicitudes de marca y 1,8 de diseños.

“Antiguamente, todos los miembros del ICE tenían un perfil jurídico”, cuenta Ernesto Abarca, uno de sus integrantes, “pero ahora hay también economistas o biólogos”, entre otras disciplinas, para dar la respuesta más ajustada a los solicitantes. Entre los requisitos, la agencia europea exige que las marcas “no sean ofensivas”. “Tras el estallido de la guerra de Ucrania”, recuerda Athena Poysky, también componente del ICE, “recibimos muchas solicitudes que atacaban directamente a Putin” y que fueron rechazadas. Tampoco pueden ser “descriptivas del sector al que pertenecen”, continúa Juan Morales, otro de los miembros de la puerta de acceso al registro. “Una empresa agrícola dedicada a la fruta no se puede llamar Manzana, porque impediría el uso de esa palabra a todas las demás”, ejemplifica Poysky, “en cambio, Apple sí se puede llamar así porque vende aparatos tecnológicos”. Si el gabinete no encuentra ningún problema, responden “en un plazo máximo de 20 días desde el pago de las tasas”, indica Abarca. Si salta alguna objeción, “tenemos dos meses para argumentarla”.

La EUIPO unifica la normativa de las oficinas de la propiedad intelectual de los 27 países de la UE. Aunque el ideal, sostiene su quinto director ejecutivo, el portugués João Negrão, sería armonizar todos los registros del mundo. Negrão entró en la plantilla de la agencia en 2010 y, desde octubre, lidera una entidad con 1.180 trabajadores que la convierten en la segunda más grande de Europa, tras la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), con sede en Varsovia. Su presupuesto para este ejercicio es de 437 millones de euros, “procedentes de los ingresos propios” del cobro de tasas, 850 euros por registro de marca y 350 por el de diseños. La EUIPO fue adquiriendo competencias desde su creación, cuenta Negrão. Del registro de marcas con que empezaron en 1994, han pasado a tramitar diseños, derechos de autor de obras específicas e indicaciones geográficas industriales y artesanales. Cooperan con países terceros de todo el planeta en la mejora de los estándares de protección de la propiedad intelectual y, para 2025, se harán con las indicaciones geográficas agrícolas.

El director ejecutivo João Negrão, en su despacho de la EUIPO.
El director ejecutivo João Negrão, en su despacho de la EUIPO.JOAQUIN DE HARO RODRIGUEZ

Tras su llegada al despacho más grande de la planta noble del complejo de la agencia, Negrão se ha propuesto implantar “un sistema más inclusivo y diverso” que dé “la oportunidad de proteger sus intereses a los grupos excluidos” de su listado de usuarios. En primer lugar, las pymes, “de las que solo el 10% de las existentes en Europa” se benefician del trabajo de la agencia. “Les ofrecemos apoyo con financiación para proteger sus marcas y diseños”, señala, “les ofrecemos asesoramiento legal y hasta para obtener financiación”. “Los pequeños empresarios deben saber cuánto valen sus marcas”, asegura Negrão, “porque podrían servir como garantía para solicitar un préstamo bancario”. También quiere extender las nociones de propiedad intelectual entre los jóvenes. “Según un estudio nuestro, el 37% compra productos que saben que son falsificados”. Esta práctica, según un informe que presentaron la pasada semana, genera pérdidas de 16 millones de euros y destruye 200.000 empleos al año en Europa solo en los sectores de la confección, la cosmética y el juguete. Por último, Negrão quiere incentivar la participación de las mujeres. “Sólo el 24% de los diseños registrados vienen firmados por una mujer”. Para estos grupos, el directivo admite que la EUIPO “debe saber explicar los beneficios de la innovación, definir medidas para convencer a todos de que permite el desarrollo social, profesional y personal”.

Mucho antes que Negrão, en 1998, entró en nómina de la agencia Ursula Schildt, su jefa de gabinete, nacida en Sysmä, un pequeño pueblo de la zona de los lagos de Finlandia. Se incorporó en la primera sede, en la céntrica avenida de Aguilera de Alicante, “en la que trabajábamos con papel y faxes”, recuerda, entre risas, “y se amontonaban colas de gente con documentos bajo el brazo en la puerta para tramitar sus marcas”. Tras un breve paso por la Explanada, la EUIPO se instaló en la salida de Alicante hacia Elche, en la partida de Aguamarga, en 2002. Ya cuenta con tres edificios, con unas espectaculares vistas al Mediterráneo, en los que la presencia de múltiples nacionalidades entre la plantilla “dan la conciencia de proyecto europeo, una de las mayores ventajas de trabajar en un entorno multilingüe y multicultural”, afirma Schildt. El complejo de oficinas e instalaciones de ocio ha dejado huella en Alicante. La insistencia de su personal, sobre todo de belgas y holandeses, logró la construcción de una ciclovía que une el casco urbano con la EUIPO. Y la abundancia de familias con hijos motivó que Alicante sea la única ciudad española con Escuela Europea dependiente de Bruselas, a pesar de que también hay agencias en Bilbao (la de Seguridad y Salud en el Trabajo), Barcelona (Fusion For Energy), Torrejón de Ardoz (Centro Europeo de Satélites) y Vigo (la de Control de la Pesca).

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Todos los trabajadores destacan, principalmente, el clima de Alicante y la flexibilidad de horarios como principales atractivos del puesto. Durante la visita de EL PAÍS, llegan las 12.30, hora en que la plantilla comienza a bajar a la cantina, abierta hasta las 15.00 para afrontar el discutido horario español de comer. En una zona al aire libre descansan Camilla, Zorka y Aisling, tres becarias procedentes de Italia, Hungría e Irlanda, respectivamente, que cursan másters en la agencia. A las mesas de la planta baja y terraza del edificio principal ya se sientan decenas de personas que llevan sus propias comidas o consumen las del bufé libre. Suenan varios idiomas, entre los comensales. “Trabajar en una agencia internacional te exige salir de la zona de confort, algo muy enriquecedor”, comenta Morales antes de volver al ICE. “Desarrollas empatía y tolerancia hacia todas las culturas, crece el sentimiento europeísta, los tópicos se difuminan”, sentencia.

Terraza de las instalaciones de la EUIPO, en Alicante.
Terraza de las instalaciones de la EUIPO, en Alicante.JOAQUIN DE HARO RODRIGUEZ


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