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inteligencia artificial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Inteligencia artificial, productividad y riqueza

Si bien incrementar significativamente la productividad incluye diversos factores, pasa por una transformación estructural

Inteligencia Artificial FMI
La inteligencia artificial podría incrementar la desigualdad de salarios.Supatman (Getty Images)

El último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el empleo mundial y perspectiva social para 2024 destaca la necesidad de abordar cambios estructurales que permitan aumentar la productividad y mejorar el nivel de vida. El informe enfatiza la desaceleración del crecimiento de la productividad y su impacto, subrayando que la erosión del ingreso real disponible de los hogares es un mal augurio para la demanda agregada y la recuperación económica sostenida.

El año pasado el empleo continuó creciendo, a pesar de la ralentización de la actividad económica. Ahora bien, el aumento de los salarios no logró seguir el ritmo de la inflación y los salarios reales disminuyeron en la mayoría de los países del G20, incrementándose en aproximadamente un millón el número de trabajadores que vive en condiciones de extrema pobreza.

2023 ha sido el año de la inteligencia artificial generativa, con chatGPT como estandarte. Han sido innumerables las horas dedicadas a debatir sobre su impacto. En este sentido, la nota publicada a principios de este año por el Fondo Monetario Internacional (FMI), Gen-AI: Artificial Intelligence and the Future of the work, aporta una visión más granular sobre el impacto en la estructura de la fuerza laboral, diferenciando entre trabajos complementados y sustituidos por la inteligencia artificial, e ilustra los posibles efectos en términos de renta y riqueza. El FMI estima que incrementos significativos de la productividad podrían paliar los efectos en la reducción de puestos de trabajo y salarios, si bien podría incrementarse la desigualdad de salarios a favor de aquellos trabajos altamente complementarios con la inteligencia artificial. Además, incide en que, en cualquier escenario, se produciría un incremento de desigualdad en la riqueza.

La última gran aceleración de la productividad en países como Estados Unidos se produjo en la década de los noventa. Las principales palancas: implantar tecnología, redefinir procesos y adaptar capacidades de las personas. El proceso, que llevó aparejado importantes decisiones de externalización a países de menores costes laborares, tuvo consecuencias cuyos efectos aún son patentes.

Los principales impactos de la implantación de la inteligencia artificial vendrán de la mano de aplicaciones menos generalistas que sustituyan o complementen aspectos concretos de la actividad, replanteando la actividad productiva y generando efectos colaterales. Si bien incrementar significativamente la productividad incluye diversos factores, pasa por una transformación estructural y no simplemente por cambios incrementales. Las palancas son las mismas y en el ámbito público europeo parece haber vocación de impulsar el proceso. Confiemos esta vez en haber aprendido de la experiencia para anticipar, implantar, y gestionar medidas. En resumidas cuentas, incrementar productividad y redistribuir riqueza, son viejas recetas, pero no por ello fáciles.

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