Juan Carlos Gil (Moderna): “Desconecto en el garaje, trasteando con los coches. En pandemia restauré un MG”
El consejero delegado de la farmacéutica en España es un apasionado del motor y asegura que no puede estar más de dos semanas sin ver el mar
Juan Carlos Gil (Madrid, 54 años) es el consejero delegado en España de Moderna, la farmacéutica que puso en el mercado una de las primeras vacunas contra el virus del covid. Gil se confiesa un apasionado “de casi todas las cosas que tienen motor”, y dedica su tiempo libre a la navegación y a restaurar coches clásicos. Su carrera siempre ha estado ligada al mundo de las farmacéuticas, y actualmente pilota la puesta en marcha de un laboratorio en España donde la compañía estadounidense producirá vacunas para su distribución por el resto de Europa.
Pregunta: ¿Cómo es un día de ocio ideal para usted?
Respuesta: No tengo un modelo definido de día perfecto, la verdad es que soy una persona bastante facilona. Si hace buen día, me encanta salir a pasear con mis perros por el monte y estar un par de horas andando. Luego vuelvo, juego un rato el pádel, leo y como con mi familia […] Soy muy familiar, no me gustan las cosas es especialmente complicadas, ni soy de gustos superexquisitos.
P. ¿Cómo concilia sus obligaciones con la familia?
R. Aumentando los momentos de calidad. No puedes compensar las cantidades porque hay muchos viajes y estás todo el día liado con cosas, pero los momentos que estás, hay que vivir ese momento.
P. ¿Qué aficiones tiene?
R. Me gustan mucho casi todas las cosas que tienen motor. Me gustan las motos y los coches clásicos y también tengo un barco, pero para desconectar me suelo meter a trastear en los coches. Por ejemplo, durante los dos años de pandemia me metía tres o cuatro horas en el garaje y me dediqué a restaurar un MG.
P. ¿Y también le gusta conducir o sólo el proceso de reconstruirlos?
R: Me gusta ver si lo que he hecho funciona o no funciona y luego disfrutar del coche. Si no, no tiene gracia la cosa. Me encanta conducir y, en mi vida privada, si puedo, conduzco en vez de coger un tren o un avión.
P: ¿A dónde suele irse para desconectar?
R: No puedo estar más de dos semanas sin ver el mar, y como me gusta conducir, me escapo a “la playa de Madrid” cuando puedo. Me gusta invertir mucho tiempo en el mismo sitio en vez de estar viajando y conociendo, porque me gusta mucho navegar y bucear.
P: ¿Utiliza mucho el móvil?
R. Quizás la aplicación del móvil que más utilizo es el buscador, busco mucha información. […] Las redes sociales intento evitarlas. Suelo mirar LinkedIn una vez al día, pero Twitter no me gusta porque siento como si me chillaran siempre.
P. Cuando tiene que tomar una decisión difícil ¿Qué hace para aclarar las ideas?
R. Primero, intento ver cuáles son las opciones y reducirlas a un ramillete pequeño. Después de eso, trato de distanciarme y para eso me ayuda mucho el dormir la decisión, dejar que pase una noche y al día siguiente volver a retomarla. Me pasaba también cuando estudiaba en la carrera y cuando tenía grandes exámenes, lo que hacía era estudiar y el día antes del examen me iba al cine.
P. ¿Le sigue dedicando tiempo estudiar?
R. Me encanta aprender y me encanta estudiar. En todo lo que me llama la atención tiendo a ser un poquito obsesivo […] En algunas cosas intento profundizar más, aunque por la posición que tengo y la escasa disponibilidad de tiempo, la parte más técnica la delego en los especialistas que trabajan a mi alrededor.
P. ¿Es más de madrugar o de trabajar hasta tarde?
R. Desafortunadamente, ambas. Me gusta dormir, pero no me despierto más allá de las siete de la mañana casi nunca, ni los fines de semana. Y no es que duerma poco porque no lo necesite —hay gente afortunada que con cuatro horas esta fenomenal— yo estoy mucho mejor si duermo ocho. Algunas veces, incluso intento leer un poco antes de levantarme para estar un rato más tumbado.
P. ¿Y qué suele leer?
R. Pues mira, yo leo en paralelo. Ahora mismo acabo de terminarme dos libros y estoy empezando Maldita Roma, de Santiago Posteguillo.
P. ¿Cómo se pasa de estudiar farmacia al mundo de la dirección?
R. Estando en el sitio adecuado, pero también con esfuerzo y curiosidad. Cuando en los años 90 salió al mercado la tecnología recombinante, esa ola de conocimiento me apasionó y empecé a buscar la forma de estar ahí, de formar parte de eso. Yo creo que el esfuerzo marca mucho. Cuando te tomas las cosas en serio y no solo lo sobrevuelas, tiene sus frutos, y hace que surjan nuevas oportunidades.
P. ¿Cuál ha sido su mayor reto profesional?
R. Cuando aceptas un proyecto nuevo o un salto de jerarquía. […] Por ejemplo, recuerdo perfectamente el primer día que estaba en Moderna: yo era el primer empleado aquí [en Madrid], no había oficina, y solo tenía un ordenador y un teléfono. Entonces me senté, empecé a configurar el ordenador y me quedé unos diez minutos pensando dónde me había metido. Siempre existen esas dudas, pero luego, cuando vas avanzando, te vas llevando satisfacciones.
P. La técnica de ARN mensajero, que ha sido clave para desarrollar la vacuna de la covid, ha sido reconocida con el Nobel este año ¿Siente que un trozo de ese galardón reconoce también vuestro trabajo?
R. Bueno, yo me siento más el mensajero del Nobel hacia las personas. Creo que es más importante vehiculizar las cosas para que lleguen y tengan una traslación práctica en el uso diario y que salven vidas, que solo el hecho de generarlos. La labor científica es muy importante, pero hacer que llegue a la gente también lo es.
P. Y ya que hablamos de fármacos ¿Usted es de lo que siempre lleva un Ibuprofeno encima por si acaso o es de los que suele pedírselo a alguien de la oficina?
R. Soy de tomar pocas medicinas: «En casa del herrero, cuchillo de palo». Pero suelo tener soluciones para las cosas, así que diría que soy más de llevarlo que de pedirlo.
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