Moléculas verdes para cambiar el planeta
‘Retina’ y Cepsa reunieron a varios expertos para analizar el papel que juega la I+D en el sector de la energía del futuro
La dependencia del ser humano de los combustibles fósiles se evidencia en casi todos los rincones de la sociedad contemporánea: desde el impulso diario de los vehículos hasta el funcionamiento de las industrias. El petróleo, el carbón y el gas han dado vida a la era actual, donde lo imposible (como descubrir un sistema solar con planetas que bailan sin cesar al mismo ritmo) se ha hecho realidad gracias a estas energías. Pero hoy, en medio de una revolución verde, el mundo quiere olvidarse de ellas. No será fácil. Se espera que su demanda global llegue al pico a finales de esta década, con una caída lenta que podría representarse como una meseta ondulada que se extiende sin fin en el horizonte. El gran reto, tanto de los gobiernos como de empresas y científicos, es acelerar la transición a fuentes sostenibles para hacer frente a una catástrofe medioambiental.
El desafío es titánico. “En el mundo se utilizan [anualmente] unos 4.500 millones de toneladas métricas de petróleo, unos 8.000 millones de toneladas de carbón y una cantidad de gas importante”, dijo Avelino Corma, fundador y exdirector del Instituto de Tecnología Química, centro de investigación mixto creado en 1990 por la Universitat Politècnica de València (UPV) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “Esto es una cantidad de energía enorme que tendríamos que sustituir por renovables. Es una tarea difícil”, agregó el experto, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación en 2014, durante el encuentro La I+D en la energía del futuro para la producción de moléculas verdes, organizado por Retina y Cepsa.
Pero a pesar de la complejidad, no es imposible resolver esta ecuación. Históricamente, el mundo ha atravesado diversas transiciones energéticas. “Esta no es la primera”, aseguró Rafael Larraz, director de I+D de Cepsa. “Se empezó con la biomasa, luego el carbón, el petróleo y el gas. Siempre ha habido un periodo que puede variar entre 50 y 60 años, en los cuales se ha ido realizando ese cambio en las energías”, explicó. En este movimiento, cada tecnología mantiene una cuota de participación en el mix total. “Ahora mismo, el tema de la eliminación del CO₂ en la atmósfera plantea un reto brutal. Y para resolverlo hay varias soluciones, pero básicamente estamos planteando moléculas verdes”, añadió. El experto indicó que se entiende por moléculas verdes los avances como los biocombustibles de segunda generación (producidos a partir de materias primas como aceite usado de cocina y desechos agrícolas), hidrógeno verde (gestado desde la electrólisis del agua) o los combustibles sintéticos o e-fuels (creados con hidrógeno renovable y CO₂ retirado de la atmósfera). “Tenemos que intentar electrificar todos los procesos que podamos”, recalcó Corma. Pero no será suficiente para satisfacer las necesidades actuales.
En el corazón de este cambio de modelo, sin lugar a dudas, están las energías renovables como la eólica y solar fotovoltaica, que se han instalado en el mercado de una manera importante. Su uso, sin embargo, aún tiene que ser complementado por otras tecnologías que requieren de un mayor apoyo económico, una investigación profunda, así como un desarrollo e innovación de calidad, dijo Pilar Fernández Hernando, catedrática de Ciencias Analíticas en la Facultad de Ciencias de la UNED. “La investigación se debe financiar sí o sí… Nunca es suficiente”, destacó la experta durante el encuentro, que fue moderado por Jaime García Cantero, director de Retina. La especialista subrayó la importancia de perseverar en la búsqueda de soluciones para sectores como la industria o el transporte de pasajeros y mercancías, donde la electrificación presenta desafíos significativos debido a las enormes demandas de energía. Este esfuerzo constante es esencial para alcanzar la reducción de emisiones y la meta de limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
Además de recursos, la I+D requiere de tiempo y de una perspectiva global sobre lo que se está produciendo, agregó Larraz. En Cepsa, subrayó, se ha instaurado un modelo llamado One-Pot Innovation, que consiste en la investigación y desarrollo de manera colaborativa, de modo que cualquier desafío, ya sea técnico, regulatorio o presupuestario, se identifica de manera ágil, evitando esperar dos o tres años de trabajo, cuando el tiempo ya se ha perdido. Esta aproximación ha significado la generación de hitos importantes en tiempos excepcionales para la compañía, ya que no solo se evalúa la tecnología, sino todos los elementos para asegurar el éxito de una idea. “Por ejemplo, nos ha permitido suministrar biocombustibles y otros productos renovables al mercado en un tiempo prácticamente récord, porque hemos analizado con detalle cada parte del proyecto”, afirmó.
Circularidad
Aunado a ello, el representante de la empresa destacó la circularidad como una de las prioridades para crear una economía más eficiente. “Nosotros mismos estamos trabajando en nuestros propios residuos, el objetivo es reducir el 50% la generación de ellos. También tenemos como objetivo que el 15% de nuestra materia prima sea circular y estamos haciendo trabajos muy interesantes, por ejemplo, en los plásticos”, apuntó. En el ámbito de la petroquímica, los tres expertos coincidieron en la necesidad de intensificar la investigación y el desarrollo de proyectos destinados a sustituir los millones de toneladas de materiales sintéticos producidos y consumidos a nivel global.
La industria petroquímica, explicó Larraz, absorbe aproximadamente del 10% al 12% de los 4.500 millones de toneladas métricas de crudo generadas anualmente en todo el mundo. “El petróleo es una de las materias primas menos fácil de sustituir”, dijo. Ante esta situación, el reciclaje es una pieza fundamental en el puzzle sostenible del futuro. “En España estamos a la cabeza de Europa en recuperación de plástico, tan solo detrás de Alemania. Aquí reciclamos unos 13 kilos por persona anualmente”, mencionó el experto de Cepsa. Y aunque estamos bien posicionados, solo se recupera el 43% de todo este material que se produce. El resto va a los vertederos. El proceso de reutilización es clave para la nueva economía, abundó Corma. Y no solo en el tema del plástico, sino también en las materias primas (como el litio), que están impulsando la movilidad eléctrica. “En el planeta hay unos 3.500 millones de automóviles, no hay suficientes minerales para mover esta cantidad de vehículos, por lo cual estamos obligados a reciclar”, concluyó.
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