Un cohete propulsado con ingenio español
Pangea Aerospace desarrolla motores para la industria aeroespacial y prevé mandar al exterior su primer producto en 2025
El sueño de Adrià Argemí, consejero delegado de Pangea Aerospace, está en las estrellas, a una distancia de entre 15 y 20 millones de euros. Es el dinero que necesita para que su empresa de motores envíe al espacio un cohete con el sistema de propulsión que han desarrollado, del tipo Aerospike, llamado Arcos.
El suyo fue un emprendimiento muy meditado y caro. Después de trabajar en Airbus decidió hacer un máster en Italia, donde conoció a los que hoy son sus socios. Con unos cuantos ahorros de amigos, familia y, sobre todo, de locos amantes del riesgo, seis emprendedores se echaron la start-up a la espalda en un país donde el sector aeroespacial no es precisamente la estrella del PIB. Con una plantilla de 36 personas que se reparten entre su sede de Barcelona y la oficina que tienen en Toulouse, han recaudado ocho millones y medio de euros para la puesta en marcha de la empresa y facturan 1,5 millones, con pérdidas por el momento.
Cuatro de los fundadores de Pangea Aerospace son ingenieros y los otros dos procedían de empresas de financiación e innovación, y todo empezó con una tesis doctoral. “Era un trabajo sobre el tipo de motor que estamos desarrollando y que antes había investigado la NASA. Lo abandonaron porque era extremadamente caro”, cuenta Argemí al otro lado de la pantalla desde Barcelona. Su testarudez le ayudó a sacar el aparato del diván de los inventos inútiles para casarlo con la fabricación en 3D, que les permitía hacer pruebas sin el costoso proceso de antaño. Consiguieron validar la tecnología hace un año y medio, cuando arrancaron el motor en una prueba en Alemania.
Pangea es eso, una empresa de propulsión de cohetes y satélites de nuevo cuño que se basa en la reutilización y el bajo coste. “Hasta hoy la industria aeroespacial en el sector de lanzadores está muy verticalizada, mucha gente tiene la imagen de SpaceX, que desarrolla todo, pero con el volumen de contratación que estamos viendo creo que vamos hacia una horizontalidad de este sector. Nosotros somos uno de esos especialistas”.
El plan de Pangea es sencillo en su complejidad: se basa en la reutilización de sus diseños y en que el sistema Aerospike utiliza un 15% menos de combustible, reduce a la mitad las emisiones de CO2 y permite llevar un 30% más de carga útil en comparación con un sistema convencional. “Permite llevar más masa consumiendo menos y siendo reutilizable al menos 10 veces”, resume el consejero delegado.
Para conseguir sus objetivos de negocio necesitan convencer a muchos financiadores. “Es difícil, en eso estamos. Hay un cambio de mentalidad, muchas empresas están haciendo cosas en el sector”. Pangea ya ha llegado a un acuerdo para ingresar 50 millones hasta 2025 vendiendo su sistema a la empresa estadounidense Tehiru, que fabrica cohetes. Su ambición tiene muchos ceros: en 2030 quieren conseguir una facturación de 300 millones de euros. Y aplicar el pago por uso a su tecnología, de modo que un cliente no tenga que comprar todo el sistema, sino que pague por horas de motor encendido. “Algo más eficiente porque tiene que hacer una inversión menor”.
Ganadores del Perte
Hace unos días, un consorcio en el que participan ganó la licitación para diseñar un lanzador para pequeños satélites por valor de 1,5 millones que forma parte del Perte aeroespacial. Bautizado como Equipo Nacional, el grupo de empresas que encabeza la start-up obtuvo la puntuación más alta en el apartado de la solución técnica. Este consorcio está formado por ITP Aero, empresa de motores y componentes aeronáuticos; GMV, especializada en sistemas de aviónica y guiado, navegación y control (GNC); UARX, para la parte de despliegue de los satélites en órbita, y Aenium, que aporta ingeniería de materiales y procesos, además de fabricación aditiva. En la siguiente fase del Perte, que se desarrollará a partir de 2024, hay 40,5 millones en juego.
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