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Lo que han unido los negocios que no lo separe el Brexit

Las compañías españolas, una vez superado el impacto inicial de la salida de la Unión Europea, siguen apostando por el Reino Unido como destino de sus inversiones

Turbinas eólicas operadas por Scottish Power, del grupo Iberdrola, en Glasgow.
Turbinas eólicas operadas por Scottish Power, del grupo Iberdrola, en Glasgow.ANDY BUCHANAN (AFP/Getty Images)
Rafa de Miguel

Los invitados al evento que se celebró el 18 de abril en el palacio de Westminster, edificio que alberga el Parlamento británico, compartían la sensación de que era necesario recuperar el tiempo perdido. Años de discusión estéril sobre el Brexit, otros tantos para adaptarse a la nueva realidad económica y comercial que trajo consigo aquel divorcio, y una pandemia por el medio, habían logrado imponer un manto de pesimismo sobre una relación especialmente vigorosa: la de España con el Reino Unido.

El anfitrión del encuentro era el presidente de la Cámara de Comercio de España (­CCERU) en ese país, Eduardo Barrachina. Una ocasión perfecta para que representantes de grandes y no tan grandes empresas españolas, los patrones de la CCERU, pudieran estrechar lazos con los diputados británicos. Por la sala desfilaron parlamentarios relevantes, como Iain Duncan-Smith, exlíder del Partido Conservador y una de las voces más relevantes en el ala dura de esa formación; o el laborista Chris Bryant, hoy presidente de la Comisión parlamentaria de Normas y Privilegios que investiga, entre otros, al primer ministro Rishi Sunak y a Boris Johnson. Pero ninguno había acudido a hablar de política doméstica, sino a expresar su apoyo y agradecimiento a la inversión española.

“La etapa del Reino Unido en la Unión Europea ya ha quedado cerrada. Pero su economía sigue estando abierta de par en par a la inversión. Que yo sepa, después del Brexit, no hemos visto que las empresas españolas desplacen sus inversiones hacia Francia o Italia”, defiende Barrachina, que desde el inicio de su mandato al frente de la CCERU en junio de 2018 entendió que la salida de la UE iba a suponer unas relaciones comerciales más difíciles, con mayores fricciones, y un entorno regulatorio más complejo.

Las compañías españolas que aterrizaran en suelo británico iban a necesitar ayuda e información. Resultaba fundamental que el perfil institucional y económico de la CCERU adquiriera cada vez más peso. Para convertirse en la referencia obligada de uno y otro lado, y para que las relaciones políticas —siempre paralelas a las económicas— estuvieran bien engrasadas. Decenas de miembros del Gobierno británico han participado en los últimos años en eventos y sesiones de trabajo organizadas por la Cámara, en una demostración evidente de la voluntad de reforzar la interlocución. “El mercado británico es el segundo destino de la inversión directa española. Cuando una empresa de nuestro país piense en dar el salto internacional, lo más probable es que piense en el Reino Unido”, asegura el presidente de la CCERU.

En el último año en que se registró el dato, 2020, la inversión directa española en territorio británico fue de 60.000 millones de euros. Respecto a otros países europeos, España se sitúa en este campo entre los cinco primeros.

Banca, infraestructuras, hostelería, restauración, telecomunicaciones… Las grandes compañías españolas son actores de primer nivel por todo el país. Es difícil no dar con una sucursal del Banco Santander en el pueblo británico más recóndito. Las principales compañías españolas de ingeniería civil están detrás de las nuevas infraestructuras. El desarrollo de la nueva generación de comunicaciones por internet corre en parte a cargo de empresas como Telefónica-O2 o Cellnex; el desarrollo puntero de la energía eólica en toda la isla lleva la firma de Iberdrola (Scottish Power). Las grandes y medianas empresas españolas valoran una economía muy abierta, que sigue ofreciendo seguridad jurídica (aunque el fantasma de lo que ocurrió con el Brexit está ahí) y unos reguladores poco hostiles con la inversión extranjera. Londres sigue siendo un centro financiero global, con buenos restaurantes, buenos colegios, alto poder adquisitivo y bajo desempleo.

El caso de Cellnex

“El Reino Unido siempre ha sido un mercado importante para Cell­nex”, asegura Alfonso Álvarez, director general del operador de infraestructuras de telecomunicaciones inalámbricas de más rápido crecimiento en la UE y en suelo británico. “Ya operábamos en ese país antes de que se produjera la votación del Brexit (…). La salida de la UE no significa que el Reino Unido pierda importancia como país europeo para el grupo”. Señala Álvarez que los británicos afrontan una encrucijada, que mezcla baja productividad, escasez de mano de obra cualificada y una brecha regional en términos de desarrollo cada vez mayor. Hay todavía casi dos millones de personas que carecen de la conectividad necesaria para su educación, para trabajar o para acceder a bienes y servicios. “Cellnex UK ha establecido oficinas en todas las regiones y trabaja en colaboración con clientes y responsables políticos para lograr un rápido despliegue de esa conectividad, en beneficio a largo plazo de los ciudadanos británicos”, dice Álvarez.

Los años de tensiones y enfrentamientos entre Londres y Bruselas a cuenta de la salida de la UE no han hecho que el Gobierno español descuidara sus relaciones con un país fundamental en sus vínculos comerciales, vital para su turismo y donde el prestigio de las empresas nacionales es tan importante. Del mismo modo que la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, congrega con facilidad a fondos e inversores en cada una de sus visitas a Londres, la secretaria de Estado de Comercio, Xiana Méndez, ha cuidado especialmente a la ­CCERU y a las empresas radicadas en el Reino Unido. “Ha hecho un excelente trabajo. Su apoyo a las cámaras no tiene precedentes. La Secretaría de Estado de Comercio, el Icex, la Cámara de España y la propia CCERU supimos prepararnos muy bien para el cambio que se avecinaba, y eso se ha notado”, defiende Barrachina. El esfuerzo ha servido para realzar la colaboración entre las cámaras, entidades de naturaleza privada, y la Administración española.

Y no fue solamente el Brexit. La pandemia, cuyas devastadoras consecuencias ayudaron a diluir en un principio los efectos negativos que aquella decisión supuso para la economía del Reino Unido, también complicó las cosas para las empresas españolas que habían apostado por capear el temporal. “Hubo problemas de suministro y roturas de stock en nuestros clientes debido al colapso burocrático que trajo la salida de la UE, así como una caída del consumo en la hostelería, por culpa del confinamiento”, recuerda David Losantos, director general de la bodega Marqués de Cáceres. “A pesar de todo ello, poco a poco se va viendo una cierta recuperación que creo que se consolidará durante el año 2023. El Reino Unido es mercado prioritario para las denominaciones de origen más importantes de España, y lo continuará siendo por distintas razones: el consumo per capita, la capacidad adquisitiva, la ausencia de vinos tintos de su propia producción (ya que comenzaron con blancos y espumosos), que todavía es muy limitada”.

Una de las decisiones que tomó la CCERU en el Reino Unido fue encargar a la consultora Analistas Financieros Internacionales, a partir de 2019, que tomara el pulso de los inversores españoles, a través del Barómetro sobre el clima y las perspectivas de la inversión española, que se presenta cada año. Era una herramienta necesaria para un país que, después de Estados Unidos, es el principal destino del capital español en el exterior. Desde 1993, el flujo inversor desde la Península a la isla ha alcanzado casi los 180.000 millones de euros, y solo en 2020 generó 175.000 puestos de trabajo. El compromiso reflejado en el último barómetro, presentado el pasado noviembre: un 43% de las firmas españolas en territorio británico tienen intención de aumentar su inversión en 2023, y hasta el 94% de ellas prevén que el Reino Unido siga siendo en el futuro inmediato un mercado estratégico para sus intereses. Todo ello a pesar de las trabas y obstáculos que ha generado el Brexit. A la presentación de los resultados acudieron Méndez y su homólogo entonces en el Gobierno británico, Greg Hands.

“Tuvimos que crear de la nada una empresa británica, porque era imprescindible en términos fiscales para seguir trabajando como lo veníamos haciendo”, recuerda José Manuel Molina, director de Operaciones en el Reino Unido de Onubafruit UK, la filial de la cooperativa hortofrutícola onubense. “Visto con perspectiva, todo fue más sencillo de lo esperado en los ámbitos organizativo, operativo, financiero y de recursos humanos (…). Siempre creímos que la demanda de nuestros productos no iba a caer en el Reino Unido. Creen y valoran en el lugar que ocupan nuestros productos en el cesto de la compra”, dice Molina. Lo cierto es que, con o sin Brexit, la mejor oferta en fruta y verdura, en cualquier supermercado británico, lleva invariablemente sello español.

La CCERU ha experimentado un repunte de alta de socios de empresas españolas. Solo en 2022 tuvo 49 altas. Y de los 30 patronos que tenía en 2018 ha pasado ahora a 45. El Reino Unido, tan celoso como cualquier otro país a la hora de defender su industria, es, sin embargo, muy consciente, como sugiere Barrachina, de la preparación tecnológica, capacidad de trabajo y nivel académico (sobre todo en ingeniería civil, arquitectura y gestión de empresa) que incorporan a su economía las compañías españolas.

Las necesidades de los empresarios españoles no difieren de las de los británicos. El Brexit ha cercenado la llegada al Reino Unido de una mano de obra muy cualificada y necesaria, y las organizaciones que representan al mundo de los negocios británicos no dejan de pedir al Gobierno conservador que relaje su política de inmigración y abra el grifo con los visados de trabajo. “El mercado internacional continúa viajando al Reino Unido, y por eso nuestra cadena hotelera mantiene sólidos vínculos y un gran compromiso”, aseguran fuentes de Meliá Hotels. “Sin embargo, actualmente afrontamos retos innegables para la operación, tales como la escasez de talento y personal cualificado para nuestro sector dentro del país, o el lastre de los mayores costes de importación para nuestra cadena de suministro”, matizan.

Eduardo Barrachina, presidente de la Cámara Oficial de Comercio de España del Reino Unido, junto al rey Felipe VI durante la gala del 135º aniversario de la Institución.
Eduardo Barrachina, presidente de la Cámara Oficial de Comercio de España del Reino Unido, junto al rey Felipe VI durante la gala del 135º aniversario de la Institución.

Ha pasado ya más de un siglo desde que Manuel Misa, conde de Bayona, marqués de Misa y bodeguero de Jerez, fundó en 1886 la Cámara de Comercio Española en el Reino Unido, el mismo año en que nacía Alfonso ­XIII, el último monarca que visitó la institución. El prestigio adquirido en las últimas décadas por las empresas españolas en el mercado británico ha abierto puertas, pero las reglas del juego, en un país con una economía competitiva y flexible, siguen siendo las mismas: hay que buscar y generar las oportunidades de negocio, prestar servicios especializados a los que se lanzan a la aventura del Reino Unido, fomentar las relaciones comerciales entre los países y, sobre todo, desplegar el llamado soft power, la presencia e influencia permanente de todo lo español a través de las relaciones con el Gobierno y el Parlamento de Westminster.

El pasado 21 de noviembre, Felipe VI acudió a Londres para presidir la cena de gala por el 135º aniversario de la Cámara, y para respaldar la presencia empresarial española en el Reino Unido. Prácticamente todo el Ibex 35 forma parte de los cerca de 300 socios de la institución, pero esos grandes bancos, constructoras o energéticas son ya capaces de abrir por sí solos las puertas institucionales y del poder. Son la pequeñas y medianas empresas, y las cámaras regionales españolas, las que están destinadas ahora a explotar un trampolín más que consolidado como es la CCERU. Y parte de la fuerza que ha ido adquiriendo la institución reside en el hecho de que, en los últimos años, ha entendido que entre sus socios y colaboradores no deben estar únicamente las grandes compañías, sino también todos los españoles cuyo talento ha enriquecido a la City, el centro financiero de Londres, y forman parte de los cuadros directivos de firmas internacionales afincadas en la metrópoli británica.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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