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Embargos a lo Bestia, el zoco de gangas para el hogar, busca socios

La compañía vende electrodomésticos, mobiliario y decoración a bajo coste y quiere atraer inversores para expandirse por todo el país

Embargos a lo Bestia
Interior de un establecimiento de la cadena Embargos a lo Bestia.

Corren buenos tiempos para los negocios de bajo coste o low cost. Ante la pérdida de poder adquisitivo de una mayoría de los ciudadanos, las alternativas que se ajustan al bolsillo de los consumidores ganan demanda. Y si de lo que se trata es de bienes de primera necesidad como electrodomésticos o mobiliario para el hogar, el escenario para las marcas es aún más favorable. Lo saben en Embargos a lo Bestia, una firma murciana ubicada en este segmento y que prepara su mayor expansión hasta la fecha: quiere pasar de 25 a 100 tiendas y de 40 millones de facturación a 150 millones antes de 2027.

La propuesta de esta empresa nacida en 2014 se basa en ofrecer productos comprados a importadores y otros proveedores a precios inferiores a los de la competencia. Ninguno de estos artículos, pese a lo que pueda parecer por el nombre de la empresa, procede de decomisos. “Lo de embargos”, justifica por videollamada Bruno Dureux, uno de los cuatro socios fundadores, “fue una idea de Ignacio Martínez, el emprendedor que nos arrastró al resto, que vio que la etiqueta era un señuelo para los clientes en busca de gangas”.

Martínez, fundador años atrás de Climasol World, una pequeña compañía de venta de aparatos de calefacción y aire acondicionado, había abierto tres tiendas y buscaba escalar el modelo. Fue entonces cuando conoció a Juan Francisco Zambudio, presidente ejecutivo del grupo que bajo el mismo nombre se dedica a la producción de cítricos y dueño de la cadena autonómica privada Televisión Murciana; y a Celedonio Perea, fundador y exdirectivo de la empresa de trabajo temporal Terra Fecundis, condenada en 2022 por la justicia francesa por no haber abonado cotizaciones de miles de jornaleros. A ellos se sumó después Dureux, que responde al perfil de gestor reconvertido en inversor; y un quinto nombre, Pablo Franco, exjefe regional de supermercados Lidl, una de las referencias del bajo coste, y ahora incorporado a la compañía como director general.

Pese a provenir de negocios diversos, los fundadores coincidían en que el proyecto debía asentarse en las tiendas físicas. “Todos los argumentos”, explica Dureux, “nos dirigían a la misma conclusión”. “Por una parte, en el canal digital hay un porte, y como vendedor a veces te sientes forzado a regalarlo para ser competitivo y puedes perder la ventaja que ganas por otra parte. Pero, además, en internet no puedes combinar ofertas agresivas con otras que no lo son tanto porque el comprador compara continuamente y no actúa por impulso, como a veces ocurre en la tienda. Está también el hecho de que lo barato, por regla general, quiere tocarse porque no resulta de fiar del todo. Y, por último, la apuesta física tenía especialmente sentido para nosotros porque nuestros locales promueven la autonomía del comprador que viene a echar un ojo a chollos y el coste en personal es, por tanto, más reducido”, resume.

Con todo, Embargos obtiene un 20% de sus ingresos de ventas desde su página web, de los cuales la tercera parte procede de productos que adquieren una vez les entra el pedido. Dureux califica el canal digital de “fundamental”. “Es un acelerador de nuestro negocio. Invertimos mucho en marketing digital y actúa como eslabón intermedio en el camino hacia la tienda”, señala el empresario, y revela que completan la “inmersión” del comprador con varias iniciativas en los puntos de venta que tienen abiertos en Murcia, Andalucía, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana, desde días sin IVA hasta subastas de artículos.

En su catálogo tiene gran peso la decoración y destaca la presencia de marcas poco habituales o directamente desconocidas —hornos Yasur, colchones Noah, neveras Kubo…—, así como la ausencia de otras muy populares y que se inscriben en el mismo segmento asequible en el que operan, como Beko. Una situación que el fundador atribuye a que una parte de su producto “es de importación, sobre todo de China” y a que trabajan con fabricantes que en ocasiones les crean enseñas a medida. De lo que no cabe duda es de la mejora económica que generan. Venden, por ejemplo, un set de horno y vitrocerámica de una marca relativamente conocida, Infiniton, por 289 euros, 110 euros menos que en negocios tradicionales de distribución de electrodomésticos, pero el transporte y la instalación están externalizados y los ofrecen a precio de servicio.

Junto con mercancías adquiridas preferentemente, Embargos comercializa género procedente de liquidaciones y devoluciones. La compañía echó a andar, de hecho, centrada en estos artículos, y se esfuerza por vincular a ellos su imagen. “Hay una obsolescencia comercial, que no tecnológica, a la que damos salida, y eso beneficia al comprador, que disfruta de mejores precios, y también a la marca, que a través de nosotros puede deshacerse de productos ofreciendo precios bajos, pero sin competir consigo misma”, expone Dureux. Sin embargo, reconoce que esta línea solo representa el 20% de su negocio y que al tratarse en muchas ocasiones de unidades descatalogadas no siempre pueden garantizar recambios.

Rentabilidad

El desarrollo de ambas fuentes de ingresos les ha permitido, en cualquier caso, “tener ganancias en todas las tiendas”. Embargos asegura haber obtenido en 2022 un resultado bruto de explotación (ebitda) de 1,2 millones de euros. Según Dureux, los beneficios logrados en los últimos ejercicios, más los dos millones de euros que en conjunto han aportado los socios y los casi ocho millones de financiación bancaria que han captado, los han empleado en “costear los gastos de estructura” para de ese modo “favorecer la rápida rentabilidad de cada apertura y la escalabilidad del modelo”.

Sin embargo, están abriendo una media de 5 tiendas al año, cuando se habían planteado 20, y creen que por primera vez precisan de una inversión externa. “Con nuestros propios recursos no lo estamos consiguiendo y la deuda conviene no apalancarla demasiado”, dice Dureux, y estima en entre 5 y 10 millones de euros la financiación que requieren. Esta inversión los ayudaría a expandir sus locales —que tienen unos 1.500 metros cuadrados de superficie y se ubican en vías de acceso a entornos urbanos— al resto del país, siguiendo un modelo reticular mediante el que optimizan el coste de la entrega al cliente. Empezaron en Alhama de Murcia y ya llegan hasta la localidad sevillana de Écija al oeste y hasta Albacete al noroeste.

Con un cliente medio de edad intermedia, otros dos retos son ganarse a la siguiente generación, que por nivel de recursos es más afín al bajo coste, y posicionarse como “ese low cost del hogar que hoy parece que no existe”. En la recámara tienen el ejemplo del gigante francés Noz, que levantó un negocio que factura más de 500 millones de euros a partir de existencias no vendidas de todo tipo.

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