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Al dividendo le sale competencia

Las estrategias basadas en la remuneración al accionista pierden adeptos con la subida de los tipos de interés

Bolsa Española
En la Bolsa española, durante el pasado ejercicio, los accionistas recibieron 25.276 millones de euros en dividendos.Jan De Meuleneir (Photonews/Getty Images) (Photonews via Getty Images)

Está claro que el año pasado no fue bueno para las Bolsas. Pero siempre hay matices, y algunos de gran peso. Aquellos inversores que apostaron por empresas con elevados pagos por dividendo (parte del beneficio que reparte entre sus accionistas) no tuvieron un balance final tan malo, tanto si lo hicieron directamente o a través de fondos de inversión especializados en acciones de dividendo elevado y seguro. Y las cifras de reparto de dinero al accionista son jugosas. En la Bolsa española, durante el pasado ejercicio, los accionistas recibieron 25.276 millones de euros en dividendos, un 32% más que en el año anterior.

En el difícil 2022 para el mundo de la renta variable, apostar por dividendo tuvo dos factores a favor; de un lado, el propio dividendo que reduce las pérdidas si se producen y, de otro, que los valores más generosos en el pago a sus accionistas como las energéticas o los bancos registraron los mejores comportamientos, incluso con subidas importantes frente a los llamadas empresas cíclicas o las tecnológicas, castigadas por la subida de tipos y la paulatina desaceleración económica.

Un escenario ideal que se ha reflejado en los datos. Como indican desde el servicio de estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME), el elevado peso en el Ibex 35 del sector bancario y energético explica que el índice español solo cayera el 5,5% en 2022 frente al 10% que lo hizo el Eurostoxx 50 o el 19,4% del S&P 500 estadounidense (salvando las distancias). Pero, además, el índice Ibex 35 con dividendos (4% de media históricamente) que incluye esos pagos solo bajó el 1,53% y, por último, el Ibex Top Dividendo que aglutina solo compañías de elevada rentabilidad por pago al accionista terminó el año con una subida del 1,05%. También desde BME dan una interesante perspectiva histórica del dividendo: “Desde su nacimiento, el 14 de enero de 1992, hasta el 31 de octubre de 2022, la tasa de rentabilidad acumulativa anual del Ibex 35 ha sido del 4% y, si le incorporamos los dividendos satisfechos en el periodo por las compañías que han ido integrándolo, esa tasa pasa a ser del 8%”, explican.

Hay también casos muy llamativos a escala internacional. El S&P 500 perdió el 19% en 2022, mientras que el S&P 500 Dividend Aristocrats cayó solo el 5% en el mismo periodo. Este “noble” indicador del mercado estadounidense recoge las compañías que han incrementado sus pagos al accionista en los últimos 25 años (Procter & Gamble, 3M, Coca-Cola y Johnson & Johnson, entre otras). Y si el inversor optó por fondos de inversión especializados en valores con altos dividendos, también salió ganando el pasado año. Frente a la caída del 19% en el indicador MSCI Global, los fondos globales de dividendo bajaron el 6,10% de media, según datos de Morningstar.

De cara a este año, invertir pensando en el pago del dividendo ha perdido fuerza. Una ola de optimismo recorre los mercados en estos primeros días del año: desaceleración económica sin recesión, tipos de interés contenidos ante la mejora de la inflación y la reapertura económica de China como motor de crecimiento mundial. Se mantenga o no esta visión positiva, el mundo del dinero se muestra más agresivo y las estrategias defensivas como la del dividendo pierden partidarios.

Como indican desde el neobanco MyInvestor, “de nada sirve elegir una compañía por su elevada remuneración al accionista si al final el precio cae en picado y te hace perder más dinero del que hayas podido cobrar vía dividendos”. Así, aunque en principio son empresas atractivas al ser capaces de generar beneficios y repartirlos, no siempre son garantía de subida en el mercado de acciones. Es más, una de las críticas habituales a este tipo de compañías generosas con su accionariado es que el beneficio obtenido estaría mejor invertirlo en el propio negocio que en destinarlo a retribuir al capital. Pero en estas polémicas siempre hay opiniones opuestas, teniendo en cuenta el ciclo de madurez del negocio en el que se mueva la compañía.

Valor o crecimiento

Para Mar Barrero, directora de análisis de fondos y mercados de Arquia Banca, estas compañías siguen siendo una alternativa interesante en un contexto como el actual de mucha incertidumbre en el panorama inversor. “Sin embargo, la subida de tipos en los bonos públicos o de empresas entran en competencia con la rentabilidad por dividendo”. Y añade: “Sobre todo, los grandes inversores institucionales moverán sus flujos de dinero hacia la renta fija, que les va a pagar por el cupón más que el dividendo, con menos volatilidad y también evitando el riesgo de la Bolsa”, explica. Incluso Barrero ve posible una recuperación de los sectores económicos de crecimiento en los mercados a partir de la segunda mitad del año, con la tecnología como mayor exponente frente a los sectores ligados al valor.

El enfrentamiento entre las empresas de valor y las de crecimiento, que el pasado año ganaron las primeras, ahora ya no se ve tan claro. José María Luna, socio de Luna y Sevilla Asesores Patrimoniales, añade a las variables positivas que hoy maneja el mercado la debilidad del dólar, que permite al dinero moverse en busca de otras oportunidades como, por ejemplo, los mercados emergentes. “El hecho de que veamos este año que los tipos a largo plazo toquen techo, ya será también una buena señal para los valores de crecimiento frente a las empresas de alta rentabilidad por dividendo, que, como en el caso de las energéticas, empiezan a estar algo caras”, explica. Este experto recomendaría aquellos de dividendos que incluyan valores financieros (bancos y aseguradoras), pero descartaría los que no tengan finanzas en la composición de sus carteras: “Es necesario hacer una gestión activa y no apartar la inversión por dividendos cuyas empresas muestran estabilidad y visibilidad en sus cuentas”, concluye. Otro factor que destacan los analistas es la búsqueda de un crecimiento constante del abono. Los pagos que el inversor recibirá este 2023 tienen en muchas compañías el aval de los beneficios históricos —caso de los bancos— conseguidos en 2022.

La factura fiscal

Una desventaja que destacan los expertos de MyInvestor sobre los dividendos es la obligatoriedad todos los años de declararlos, frente a lo que ocurre con otras ganancias como las obtenidas por la compraventa de acciones o los fondos de inversión, que solo tributarán cuando el inversor venda y, por tanto, puede decidir el momento de aflorar la plusvalía. Los dividendos cuentan con una retención a cuenta del 19%, por lo que el inversor no recibe el importe bruto, sino ya descontado ese porcentaje, y, por tanto, no dispone de ese dinero extra. Esto ocurre también con los fondos de dividendos y otros que operan bajo la fórmula de renta periódica que suele recibir el inversor semestral o anualmente. 
En el impuesto de la renta de 2023 se produce un incremento impositivo en los tipos, pero solo para aquellos que reciben unas gigantescas rentas del ahorro. Así, cuando estas se mueven entre los 200.000 y los 300.000 euros anuales, el tipo impositivo ha pasado del 26% al 27%, mientras que, si superan los 300.000 euros, se aplicará el 28% (hasta ahora, también el 26%). Para el resto de tramos se mantiene igual con el 19% hasta los 6.000 euros, el 21% hasta los 50.000 euros y el 23% entre 50.000 y 200.000 euros. En el caso de los dividendos, habrá que ser un accionista muy importante para soportar estas subidas. 

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