No se dejen seducir por el dólar
Las recientes subidas del billete verde suponen una oportunidad para reducir exposición frente al euro. Aunque la decisión entraña riesgos, sigan el consejo de aquella frase de Rockefeller que recomendaba “no tener miedo de renunciar a lo bueno para ir a por lo grande”
A lo largo de las últimas semanas la resiliencia de la economía global está quedando probada: China por fin ha decidido desconfinarse y Europa, gracias a un invierno suave, se beneficia de la moderación de los precios de la energía que le ha permitido esquivar la recesión por los pelos. Mientras, la economía norteamericana se las ha arreglado para crecer al 2,7% en el último trimestre de 2022. Su mercado laboral continúa fuerte: ha generado en el último mes más de 500.000 empleos, la tasa de paro se sitúa en 3,4% —niveles no vistos en 53 años— y existen 1,9 ofertas de empleo por cada desempleado. La fortaleza del empleo está prolongando la alegría entre los consumidores y, aunque ya han utilizado la mitad del ahorro extraordinario generado a lo largo de la pandemia —les queda un 5,7% del PIB—, en enero gastaron un 3% más, el mayor crecimiento de las ventas minoristas desde marzo de 2021.
Esta situación está presionando a que los bancos centrales eleven los tipos de interés más y durante más tiempo. Desde comienzos de mes, las expectativas para los tipos terminales en Estados Unidos han aumentado en 50 puntos básicos, hasta el 5,5% —suponiendo tres subidas adicionales hasta julio—, mientras que en la eurozona han crecido 25 puntos básicos, implicando que el tipo terminal subiría 125 puntos básicos más, superando el 3,5% en septiembre.
Buena parte de este desigual incremento de las expectativas de subidas de tipos se debe a que, en la eurozona, el precio de los alimentos y la energía explican dos tercios de la inflación frente al 31% de Estados Unidos. Componentes que, precisamente a partir de ahora transcurrido el primer aniversario de la invasión de Ucrania, frenarán su empuje sobre la inflación con más rapidez debido al efecto base.
Esta asimetría de expectativas de tipos ha revitalizado al dólar. En tan solo dos semanas, en su cruce contra el euro ha recuperado un 4% frente al 15% que había perdido desde septiembre, cuando alcanzó mínimos en 0,96 euro/dólar.
Se trata de un movimiento puntual ya que, históricamente, el dólar suele marcar techo antes de que la Reserva Federal pause las subidas de tipos y, para ese momento, quedan menos de 5 meses. Con la llegada del verano, nos encontraremos a la Fed en pausa, mientras que el BCE continuará subiendo tipos. Todo ello en un entorno de sobrevaloración del 13% para el billete verde, en términos de paridad de poder adquisitivo.
Consideramos que la reciente apreciación del dólar frente al euro es solo coyuntural y que habrá que aprovechar la zona 1,05-1,03 para disminuir exposición. Puede parecer una estrategia atrevida ya que el coste actual de la cobertura es del 2% y que, además, supone perder parte de las propiedades descorrelacionadoras del billete verde ante periodos de fuerte aversión al riesgo, pero ya saben lo que decía John Rockefeller: “no tengas miedo de renunciar a lo bueno para ir a por lo grande”.
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