Plenoil zarandea el ‘statu quo’ en el sector de las gasolineras
El grupo de estaciones de servicio de bajo coste ya tiene 160 establecimientos tras invertir 30 millones el pasado año
Dice un refrán popular que a río revuelto, ganancia de pescadores. Un dicho que las gasolineras llamadas automatizadas o low cost, en las que se realiza el pago en el propio surtidor, están viviendo en primera persona. Un mercado que recoge el 12,5% del total de las estaciones de servicio en España, según datos del último estudio anual realizado por la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas (Aesae).
En momentos como el actual, en el que las subidas de precio del combustible han alcanzado cotas casi inimaginables y ante la incertidumbre de lo que el futuro puede deparar, estas gasolineras han pasado de arrastrar una leyenda negra por la puesta en duda de la calidad de su producto a vivir su especial momento de gloria.
Un ejemplo de los días de vino y rosas para estas gasolineras es Plenoil. En 2015 inauguraba su primera estación de servicio automatizada, y siete años después cierra con más de 160 (añadió 60 en 2022), tras una inversión de 30 millones, 10 más que en 2021. Un periodo en el que la empresa ha dado un salto cuantitativo que prevé acelerar. “Vimos que era un modelo que funcionaba y desde entonces hemos desarrollado un proceso acelerado de crecimiento”, afirma José Rodríguez de Arellano, consejero delegado de Plenoil. Un crecimiento avalado por un accionariado de caras conocidas entre los que se cuentan el presidente, Leopoldo Pérez Villaamil; Álvaro Sainz de Vicuña, reconocido por la revista Forbes como una de las personas más ricas de España, o Domingo de Torres Atienza, empresario malagueño fundador de la empresa de transportes Acotral.
El modelo de negocio de Plenoil es sencillo: vender a destajo al precio más barato posible. “¿Cómo lo hacemos? Eliminando costes superfluos. Nuestras gasolineras ocupan entre 700 y 1.000 metros cuadrados, frente a los 3.000 de media de una tradicional, lo que supone un menor gasto, no tenemos tienda, ofrecemos dos tipos de combustible: gasolina 95 y diésel normal, y suele haber dos o tres personas por gasolinera que cubren el turno de ocho de la mañana a ocho de la tarde”, explica Rodríguez de Arellano.
Guerra de precios
Un modelo que ha roto la rentabilidad de las gasolineras tradicionales, con precios que suelen diferir entre un 8% y un 10% con las de los grandes operadores. “Durante años, ha habido una buena parte del sector que ha tenido beneficios de hasta un 10%. Hasta ahora, en poblaciones con dos o tres gasolineras, los precios eran homogéneos, no digo que fueran pactados, pero cuando entramos nosotros, se transforman en bajo coste”, añade.
También se ha dado la vuelta a la mala fama de que la gasolina era de peor calidad, sobre todo, desde la pandemia, un momento en el que los clientes prefirieron este tipo de gasolineras por el miedo a entrar en una cerrada, lo que, según el consejero delegado, los ayudó a ganar terreno. “Probaron y les gustó. En España el combustible sale del mismo sitio. Hay que hablar con claridad, todo llega desde Exolum [antes CLH], la empresa que transporta, almacena y distribuye los productos petrolíferos en España. La diferencia son los aditivos. Los grandes operadores tienen los suyos, y nosotros compramos el que recomienda Exolum. Me comprometo a que cualquier empresa que vende combustible demuestre que su aditivo es mejor. El cliente se ha dado cuenta de que los coches funcionan igual con nuestra gasolina”.
Con una cuota de mercado del 2,5% y con aspiraciones a conseguir el 4% en 2023, la facturación de 2022 se cerrará en 850 millones de euros, frente a los 325 millones de 2021. Una cifra que “si en 2023 el litro de gasolina está al mismo precio, llegará a 1.200 millones”, concreta el directivo. Pese a las elevadas ventas, Rodríguez de Arellano dice que el margen en este sector es muy bajo, de apenas un 2%, situación que para la compañía se traduce en un beneficio de 27 millones en 2022.
Una caja que se ha topado con un gasto extra, tras la entrada en vigor de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, por la que las estaciones de servicio con ventas superiores a 10 millones de litros (y las abiertas en 2021) deberán instalar al menos un punto de recarga para coches eléctricos. “Lo hemos hecho en 180 gasolineras, y aunque hay subvenciones que alcanzan hasta un 40%, es una tecnología muy cara, entre 50.000 y 100.000 euros por punto, con una enorme obsolescencia. Creemos que la implantación es un poco acelerada y es una inversión difícil de rentabilizar. Esperamos no tener que subir el precio del litro. En cualquier caso, Plenoil en el futuro será la energía que demande el cliente”, asegura.
En paralelo a estas cifras, los litros que venden en un año son, según el director de la compañía, lo que realmente mide la posición de la empresa, “porque la facturación depende del precio”. Durante 2021 vendieron más de 327 millones de litros, mientras que en 2022 la cifra superó los 675 millones. Unos guarismos que reflejan la creciente afluencia de clientes. “Cada año crecemos por encima del 40%. En 2023 esperamos vender 1.000 millones de litros”.
Plan estratégico
Para consolidar sus objetivos, Plenoil tiene en marcha un plan estratégico (2022-2026) que contempla inversiones entre 40 y 50 millones de euros cada año y con el que esperan tener 450 gasolineras. Estaciones de servicio que llegarán a zonas en las que hasta ahora no estaban, como Canarias (excepto El Hierro y La Gomera), el País Vasco o Baleares. También se han planteado establecerse en Europa en países donde este modelo de negocio no está muy asentado. “No hablamos del norte de Europa, ni de Alemania, ni Francia, ni Bélgica ni Holanda; Portugal, puede que sí”. También confían en llegar a Latinoamérica en 2024.
La compañía ha crecido de forma orgánica con el montaje de gasolineras nuevas y en propiedad, que tardan entre 60 y 80 días en estar operativas. Un modelo en el que no tiene cabida la franquicia por el escaso margen de beneficio, pero sí el alquiler como una nueva vía de crecimiento. Un alquiler que se firma para un plazo no menor de 30 años y que supone un desembolso para la rehabilitación de unos 250.000 euros por gasolinera, frente al medio millón de una nueva apertura. “Contactamos con gasolineras que funcionan, pero en las que el empresario no quiere continuar con ese operador y nos las alquilan. La renovamos y la abrimos de nuevo. Vamos a simultanear este tipo de modelo con la apertura orgánica”. Una modalidad que será el 50% del negocio, que ha sumado 5 establecimientos en 2022 y que se espera que crezca hasta 60 en 2023.
Un giro que pudiera estar motivado por la dificultad de encontrar emplazamiento o más bien, como señala Rodríguez de Arellano, “por la lenta concesión de las licencias por parte de algunos ayuntamientos”. Aunque la ubicación por ley es libre, “cuando se abre un negocio (y más como este) siempre hay alguien que se molesta. Queremos minimizar el impacto, pero nos situamos donde nos permiten. Los ayuntamientos no pueden impedir que me instale en zonas industriales, aunque algunos intentan frenarlo aludiendo el tema de las distancias, pero no se puede hacer”, concluye.
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