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Vodafone sigue atrapado en su laberinto

Nick Read, consejero delegado del operador británico, abandona el cargo a finales de año presionado por los accionistas, descontentos con la marcha en Bolsa del grupo

Nick Read Vodafone
Nick Real, consejero delegado de Vodafone, durante el Mobile World Congress 2022 en Barcelona.Jordi Boixareu (Jordi Boixareu / Zuma Press / Co)
Ramón Muñoz

Cuando Nick Read cogió las riendas de Vodafone en octubre de 2018, el grupo británico era una especie de ONU de las telecomunicaciones, no solo por la cantidad de países en los que estaba presente, sino porque le costaba adoptar medidas estratégicas. El ejecutivo se marcó como objetivo aligerar esa estructura y hacer más ágil la toma de decisiones. Cuatro años después, el grupo ha aminorado un poco su tamaño pero sigue siendo una mezcolanza que opera bajo su marca en 22 países (y asociado con otras firmas en otros 47), con el centro del negocio en Europa, una filial africana cotizada, y mercados tan exóticos como Turquía o Australia. Y, lo que es peor, en ese periodo no ha conseguido frenar la caída de ingresos y rentabilidad, lo que se ha reflejado en el precio de las acciones, que ha perdido un 40% desde que se hiciera con el cargo, incluida una bajada de casi el 20% en los últimos doce meses (aunque en la línea de otras operadoras como Telefónica, cuya cotización ha caído a la mitad en los últimos tres años).

La presión dentro del consejo se ha hecho insostenible y la pasada semana se anunciaba que Read dejará su cargo como consejero delegado el próximo 31 de diciembre. La junta de Vodafone ha iniciado un proceso para encontrar un nuevo consejero delegado. Mientras tanto, la actual directora financiera de la operadora, Margherita Della Valle, ha sido nombrada consejera delegada interina. La dimisión encubierta de Read se produce en un contexto en el que los nuevos accionistas que han entrado en la operadora se muestran mucho más agresivos y deseosos de rentabilizar su inversión.

La rebelión ha sido encabezada por el magnate francés Xavier Niel, que adquirió en septiembre un 2,5% de la compañía, tras ver como se abortaba a comienzos de este año el intento de compra de 11.250 millones de euros por la filial italiana de Vodafone lanzada por Iliad, participada por Niel y el fondo de inversión Apax Partners. Read rechazó la oferta por considerarla insuficiente. Ahora, con los ingresos en Italia cayendo un 2,8% en el primer semestre fiscal, tendría difícil conseguir una oferta similar.

Niel se ha aliado a otros accionistas como Cevian Capital, BlackRock, o Vanguard Group y HSBC Holdings para exigir a Vodafone que saque más partido a sus activos (fundamentalmente las redes) y abandone los mercados no rentables. La amenaza más evidente si el sucesor de Read no toma decisiones rápidas en ese sentido, puede venir de Etilasat. El operador de Emiratos Árabes Unidos acaba elevar su participación al 11% del capital de la operadora, con una inversión cercana a los 5.000 millones, y ya suenan rumores de opa.

Read ha adelgazado ligeramente el mapamundi aunque con operaciones casi anecdóticas. Los 10 mercados más pequeños de Vodafone solo representan el 15% de la valoración total del grupo, según JP Morgan. Así, se han vendido las filiales de Hungría, Nueva Zelanda, Malta y Qatar, y ha integrado sus activos africanos en su filial Vodacom. El grupo también ha desagregado las torres de antenas móviles en una empresa de infraestructura independiente (Vantage Towers), dando entrada Global Infrastructure Partners (GIP) y KKR en una operación que puede dispararse hasta los 7.100 millones por casi la mitad de la sociedad.

Pero no ha podido llevar a cabo ninguno de los movimientos de consolidación en los grandes mercados que prometió. Tras negar la puerta a Iliad en Italia, en el Reino Unido está en conversaciones con CK Hutchison, propietario de Three, para la fusión de sus negocios el país, con el objetivo de crear un operador líder en el mercado, aunque no se ha llegado a cerrar ningún acuerdo y, en caso de hacerlo, tendrán complicado obtener el visto bueno del regulador británico. En Portugal, adquirió los activos de MásMóvil. Y en España, fracasaron sus negociaciones para fusionarse con MásMóvil, que finalmente eligió a Orange en su proceso para crear el segundo gran operador que le haga frente a Telefónica.

Los ingresos del grupo se han mostrado prácticamente planos en estos cuatro años y de hecho, para este ejercicio fiscal ha tenido que revisar a la baja sus previsiones de beneficios ante las perspectivas de recesión en Europa, especialmente en el Reino Unido y Alemania. La operadora británica obtuvo un beneficio neto de 986 millones de euros en los seis primeros meses de su año fiscal, un 1% menos que en el mismo periodo del ejercicio precedente, mientras que la cifra de negocio entre abril y septiembre alcanzó los 22.930 millones de euros, un 2% más.

Repercusión en España

A buen seguro que la salida de Read tendrá una repercusión en España. La filial española es la que peor comportamiento tuvo en el primer semestre: sus ingresos por servicio cayeron un 4,5%, frente a los retrocesos de Italia (-2,8%) y Alemania (-0,8%) y el incremento en el Reino Unido (+6,7%). Para hacer frente a esa merma de ingresos, Vodafone ha decidido ligar sus precios a la inflación, una medida que en España supondrá un aumento del 8,1% de las tarifas a partir de enero.

En el Mobile World Congress de Barcelona de 2019, apenas unos meses después de su nombramiento, Read aseguró que nunca habían pensado en la venta de la filial española. Su sucesor puede cambiar de idea. Por el momento, tendrá encima de la mesa el reto de rentabilizar la red fija de banda ancha la que se estima que puede arrancar hasta 4.000 millones de euros. No lo va a tener fácil. Gran parte de esa red (7,5 millones de líneas) son del cable (HFC), una tecnología obsoleta heredada de la compra Ono. Fue precisamente esta operación, por la que pagó 7.200 millones de euros en 2014, la que supuso el principio del declive imparable en España. No solo no le dio una ventaja competitiva sino que lastró la inversión para el despliegue de fibra óptica.

Y aunque el despliegue de red sigue siendo vital, el mayor desafío de Vodafone en España es enderezar su rumbo comercial. Mes a mes se deja una sangría de clientes y, pese a su valiente renuncia al fútbol y su apuesta por las plaformas de streaming de cine y series, no logra mantener a los clientes de más valor. Solo Lowi, su marca de bajo coste, resiste la embestida de operadoras tan agresivas como MásMóvil o Digi. Si no hay un cambio de tendencia pronto, el sucesor de Read puede reconsiderar la presencia del grupo en España.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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