El sueño del hidrógeno verde en Egipto
El país quiere convertirse en un gran productor aprovechando su capacidad para generar energía renovable y la organización de la COP27
El desarrollo del hidrógeno verde como uno de los combustibles limpios llamados a alimentar la economía del futuro se ha convertido recientemente en una de las principales apuestas entre los promotores de la transición energética, y Egipto no ha querido quedarse al margen del impulso. Aprovechando un punto de partida y una ubicación privilegiados, así como la organización de la conferencia de la ONU sobre el cambio climático (COP27) en noviembre, El Cairo ha redoblado sus esfuerzos en el último año para desarrollar esta industria. Y el país comienza a situarse como uno de los mejor posicionados de la región para capitalizar este entusiasmo colectivo.
El hidrógeno es un combustible que se produce sin emisiones a partir de la electrólisis de agua. Esta consiste en aplicar una corriente eléctrica que separa el hidrógeno y el oxígeno, lo que permite retener el primero y liberar el segundo en el aire. La clave para que sea hidrógeno verde yace en que, además, la electricidad para descomponer el agua se haya generado a partir de fuentes renovables.
En Egipto, la apuesta para convertirse en un hub regional para la producción de hidrógeno verde se enmarca en su estrategia más amplia para desarrollar fuentes de energía verdes impulsada desde el acuerdo de descarbonización sellado en la COP21 de 2015 en París. Bajo esta premisa, el presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi, mandó elaborar una estrategia para desarrollar la industria de hidrógeno verde, en concreto a mediados de 2021. Y desde entonces, El Cairo ha designado la estratégica zona económica del canal de Suez (SCZone) como el lugar donde ubicar esta industria naciente, apoyada por los ministerios de Petróleo y de Electricidad y Energías Renovables, además del Fondo Soberano de Egipto.
“En la zona económica nos encontramos alrededor del canal de Suez, por donde pasa una gran parte del comercio internacional. Así que era una buena posición desde la que empezar a discutir con los principales actores del mundo sobre cómo localizar planes de producción de hidrógeno verde, aprovechando nuestra zona industrial y nuestro puerto de Sokhna en el golfo de Suez, para poder servir más a esta industria del futuro,” afirma Yehia Zaki, presidente de la SCZone.
Los factores que sitúan a Egipto en una posición privilegiada para desarrollar la industria de hidrógeno verde son sus abundantes y baratas fuentes de energía renovable, sobre todo la solar y eólica; su infraestructura, en particular de gas, y el canal de Suez, un mercado doméstico con capacidad para absorber parte de la producción inicial, y su firme voluntad política. Prueba de esto último es que el Gobierno está elaborando con el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (EBRD) una estrategia nacional del hidrógeno.
“Egipto está excepcionalmente bien situado”, asegura Heike Harmgart, directora general para el Mediterráneo sur y oriental en el EBRD. “Nosotros hemos hecho un análisis sobre el potencial del hidrógeno verde en toda la región del sur y el este del Mediterráneo y Egipto y Marruecos destacan claramente”, explica. “En todos los factores, Egipto apunta increíblemente bien en el ámbito global”.
“Egipto está en una posición ideal para aprovechar el creciente interés mundial por la producción de hidrógeno y amoniaco verdes. Ya ha creado un centro en torno a Ain Sokhna y la zona económica del canal de Suez, donde ofrece diversos servicios. El mar Rojo es un lugar ideal para las energías renovables, especialmente la eólica. Y el canal de Suez es una vía fluvial estratégica”, coincide Peter Stevenson, editor del Mediterráneo Oriental en la publicación MEES, especializada en la industria energética.
El mejor indicio de que Egipto está andando en la buena dirección es el interés que ya ha generado en el sector privado. Hasta la fecha, El Cairo ha firmado ocho memorandos de entendimiento con varias empresas y consorcios para realizar estudios de viabilidad sobre futuros proyectos de producción, y Zaki avanza que en los próximos meses podrían sellar otros tres o cuatro. De acuerdo con los datos facilitados por la SCZone, el coste total de inversión que contemplan los memorandos en su conjunto asciende a 28.000 millones de dólares, y entre las empresas firmantes figuran la francesa Total y la danesa Maersk.
“Egipto ha conseguido atraer grandes actores para firmar memorandos de entendimiento con el fin de estudiar la viabilidad de construir proyectos de hidrógeno y amoniaco verdes”, opina Stevenson, que considera que “es significativo que las empresas que han firmado no sean don nadies, sino actores principales del sector”.
Cuando algunos de estos acuerdos se concreten, los primeros proyectos que se llevarán a cabo estarán principalmente dirigidos a usar el hidrógeno verde para producir amoniaco para fertilizantes y combustible verde para buques, apuntan Zaki y Harmgart. El primero, por su parte, confía además que se orienten a la exportación. “Europa ha determinado que en 2030 necesitará 20 millones de toneladas de hidrógeno verde al año. Eso es dentro de solo ocho años. Diez de esos millones se van a producir en Europa, pero va a ser necesario importar 10 millones de toneladas. Y Egipto es muy adecuado”, dice.
Harmgart dice que, aunque el potencial de las exportaciones sea mucho mayor, algunos de los proyectos piloto se destinarán inicialmente a uso doméstico porque requerirán de menor infraestructura. “Para importadores europeos de hidrógeno verde, sería muy reconfortante ver que Egipto ha puesto a prueba el amoniaco verde para la industria de los fertilizantes. Es una buena señal para hacer un plan a largo plazo”, ilustra.
Plan en marcha
Por ahora, el único proyecto que ya está en marcha es el desarrollo de una planta de hidrógeno verde impulsada por la empresa noruega especializada en energía renovable Scatec, la egipcia especializada en fertilizantes Fertiglobe y la constructora Orascom, con la asociación del Fondo Soberano de Egipto. Zaki asegura que esperan que se convierta en el primer modelo de la industria en el país, mientras Scatec también ha firmado uno de los memorandos de entendimiento con El Cairo para una planta de amoniaco verde.
“Scatec está desarrollando proyectos de hidrógeno y amoniaco verdes a gran escala para ocupar una posición de liderazgo en esta parte de la industria”, afirma su director general, Terje Pilskog. “Considerando la turbulenta situación del mercado energético, vemos un impulso hacia la construcción de hidrógeno y amoniaco verdes. Y creemos que Egipto está perfectamente posicionado para sacar provecho de ello”, agrega.
Una vez asegurado el interés por el desarrollo de la industria, el principal reto de Egipto es que se concreten las inversiones. “Nuestro objetivo es comenzar a tener producción en 2026″, abunda Zaki.
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