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El salto mortal de Estrella Galicia

Hijos de Rivera pasará de una a tres fábricas e inicia su mayor proyecto de la historia para vender cerveza en Brasil

Estrella Galicia
Fábrica de cervezas Estrella Galicia en A Coruña.
María Fernández

El salto mortal es una prueba de destreza acrobática donde el equilibrio juega un papel esencial. Elaborar buena cerveza también es un juego de precisión y equilibrio que, hasta el momento, Hijos de Rivera ha sabido conjugar en Estrella Galicia.

Sentado delante de una caña en su museo de la cerveza de A Coruña y con unos minutos por delante, Ignacio Rivera, que desde diciembre ocupa la presidencia ejecutiva del grupo familiar (es bisnieto del fundador y llevaba desde 2012 como consejero delegado), habla de un presente complejo y de un futuro seductor. “El segundo semestre de este año va a ser durillo, el mercado no está para muchas fiestas, van a subir los tipos...”. El grupo propietario de marcas como Cabreiroá, la sidra Maeloc, Agua de Cuevas, Ponte da Boga, Fontarel o Auara viene de cerrar un 2021 muy bueno, con beneficios de 94,9 millones (crecieron un 79%), y con una facturación que por primera vez supera los 600 millones (fueron 610, con un avance del 27%). La plantilla también se ha ampliado un 16%, hasta las 1.448 personas.

Llevan años así, aumentando sus capacidades de cien en cien millones de litros, inaugurando cocederos que pronto se quedaban pequeños, y llegando a feudos regionales dominados por otros campeones nacionales. Hasta ahora siempre habían defendido el agua de Galicia como uno de los secretos de su receta, por eso nunca quisieron abrir fábricas lejos del polígono coruñés de A Grela, por mucho que el transporte encareciera sus botellines. Pero eso cambiará pronto.

A 8.300 kilómetros de allí, en Araraquara, en el Estado de São Paulo, acaban de empezar a construir una fábrica de cerveza —que les costará unos 160 millones— con la que esperan dar un salto en facturación hasta la cifra redonda de 1.000 millones. “Siempre que he soñado me ha salido bien. Alguna me daré, alguna me he dado…”, repasa Rivera. Sabe que ahora los reveses pueden ser más dolorosos. Pero no los espera en Brasil, donde ha llegado a un acuerdo por diez años con las distribuidoras de Coca-Cola, que después de romper con Heineken quieren construir un nuevo catálogo de cervezas independientes en el que encajarán a Estrella Galicia, además de distribuir sus refrescos. “Brasil está en nuestra hoja de ruta hace tiempo. Es un país donde están los grandes líderes mundiales, un mercado muy difícil pero muy curioso, donde no había nadie que tuviese una alternativa como la nuestra. El año pasado llegamos a tener unas ventas significativas de nuestras cervezas (importadas)”.

La ventana, aunque de rebote, se ha abierto (Heineken rompió con Coca-Cola tras comprar la marca brasileña Schin y aspira a convertirse en el segundo grupo del país), y Rivera cree que deben aprovechar el momento. “Es un cambio brutal: estamos hablando de gente que tiene la friolera de un millón de puntos de venta, una locura. Estamos trabajando en cómo transmitimos los valores de nuestro producto”.

El consumo de marcas premium brasileño está muy centrado en determinadas áreas geográficas y se cuantifica en 2.600 millones de litros (por comparar, todo el mercado español de cerveza se estima en 3.000 millones). “Brasil es el segundo mercado en valor del mundo”. Si todo va como esperan, de la nueva factoría saldrán las primeras cervezas a finales del año que viene.

Su plan de inversiones va más allá: construyen por 150 millones otra fábrica en el polígono de Morás (Arteixo, A Coruña) y casi 300 millones irán destinados a nuevas oficinas, más máquinas, mejores capacidades. ¿De dónde saldrá tanto dinero? “Lo haremos a través de apalancamiento. Ahora no tenemos deuda y el apalancamiento máximo lo hemos definido en dos veces el ebitda (que fue de 174 millones). Es muy moderado”. Y todo sin que “San Dividendo”, como le gusta llamar al pegamento que une a la familia fundadora, sufra.

Lo que sí sufrirá es su envidiable resultado de explotación (del 28% sobre ventas en el último año), si, como prometen, no subirán los precios. “El margen se deteriora, eso no lo para nadie. Estamos intentando encontrar materias primas más competitivas, aportando desde la I+D+i, habrá que disminuir el gasto en márketing... estamos apretándonos el cinturón” porque, como admite, sus cervezas ya son más caras que las de la competencia y si estiran la cuerda podría romperse. “El primer trimestre de este año ha sido bueno, la Semana Santa también... ahora que viene el verano, el deterioro del margen bruto nos va a empezar a apretar el zapato”.

Percebes y grelos

Sea de percebes, grelos, elaborada con naranja, pimentón o en su versión básica, Estrella Galicia no es ni de lejos la cerveza más vendida en España (su cuota nacional ronda el 14%), pero como suele decir Rivera, aspira a ser “la más querida”. “Tenemos un producto maravilloso, a fuego lento, sin aditivos, de una forma pura. A la gente le gusta, si no, estábamos muertos. Estamos contentos de vender en Madrid, Andalucía, Levante, Canarias, en el Norte… de verdad, nuestra estrategia no fue atacar a Cruzcampo, a Damm o a Mahou. Los jóvenes han adoptado la cerveza, transmitimos muy bien los valores de la marca a la gente”, reflexiona.

Una audaz política de patrocinios deportivos y musicales lo ha hecho posible. En 2012, cuando ni siquiera había llegado a la Fórmula 1, se asociaron con Carlos Sainz y ahora son una de las tres marcas españolas presentes en el campeonato. Con el ocho veces campeón del mundo Marc Márquez empezaron desde cero; apoyan al Dépor en A Coruña, al Racing de Ferrol o al FC Valladolid. Su cerveza se derrama por series como La Casa de Papel y acompaña a los peregrinos del Camino de Santiago. “Buscas aliados que entiendan tu posicionamiento de marca, es un puzle que vas uniendo”, resume Rivera, quien firmaría ahora mismo si le dicen que este año será tan bueno como el pasado.

Él, en vez de alejarse de la gestión (como suelen hacer los propietarios en empresas familiares que crecen), se acerca. “Esto me ha cambiado la vida. Estamos modernizando la corporación, consiguiendo que entre gente externa en el consejo, fomentando que haya debates más reales... La mutación no es mía, la familia ya tenía esa visión”. Con muchas unidades de negocio nuevas, piensa darse un par de años más de trabajo intenso. “Es el plan más salvaje que vamos a hacer en nuestra vida”. Al final del salto confía en caer de pie.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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