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Técnicas Reunidas coge aire tras el rescate público

La compañía de ingeniería afronta el futuro con cierto optimismo alentada por el aumento de las inversiones en energía

Inyectores de una instalación industrial realizada por Técnicas Reunidas.
Inyectores de una instalación industrial realizada por Técnicas Reunidas.
María Fernández

Hace tiempo que Técnicas Reunidas no tiene nada que celebrar. A un 2020 en el que se dejó un 25% de sus ingresos le sucedió un 2021 en el que se anotó 192 millones en pérdidas y otro batacazo en facturación, hasta los 2.808 millones (venía de ingresar 4.700 en 2019). La situación les llevó a pedir ayuda al Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas habilitado por el Gobierno en la pandemia, que facilitó al grupo de ingeniería presidido por Juan Lladó un préstamo ordinario de 165 millones y otro préstamo participativo de 175 millones. La cotización lleva tiempo sin levantar cabeza y el valor en Bolsa de la compañía es menos de la mitad del que tenía en 2018.

¿Qué ha pasado para llegar hasta aquí? Ha sido víctima, como explica desde Cobas AM el analista Carlos González, de un sector cíclico que ha invertido menos en petróleo, gasoductos e infraestructuras ligadas a unos combustibles que en la pandemia vieron desplomarse los precios. Pero en la presentación a inversores que el presidente y varios directivos hicieron hace poco más de una semana, las cosas no parecían tan oscuras. Tras desglosar los resultados del primer trimestre, que fueron bastante esperanzadores, ninguno de los gestores que siguen la compañía preguntó por el rescate público. Parecían más interesados en saber cómo está aprovechando el grupo la renovada fiebre inversora en el sector, con los precios de la energía disparados.

Últimamente Técnicas Reunidas ha anunciado contratos importantes. Trabajará para la nueva fábrica de etileno que la empresa química Ineos construirá en Amberes, en lo que se ha calificado como la mayor inversión en química en Europa en los últimos 20 años. Es un plan gigantesco, de entre 3.000 y 4.000 millones, pero al contrato con la española no se le han puesto cifras. “Son confidenciales por deseo del cliente. Nos contratan para ingeniería, servicios y supervisión de la construcción. Es un proyecto de mucha calidad, con buenos márgenes”, señala Joaquín Pérez de Ayala, director de desarrollo corporativo. Hasta 450 empleados de su equipo de Madrid trabajarán en él. Otro contrato que les ha devuelto la esperanza está en Qatar, donde Qatargas les adjudicó el verano pasado la ampliación del mayor campo de gas del mundo y en marzo amplió ese acuerdo para operaciones que, en total, les reportarán más de 800 millones de dólares. Y en México está el tercero de sus proyectos más destacados, una adjudicación de CFE para el desarrollo de dos ciclos combinados por 335 millones de dólares.

En transición energética la empresa tiene bastante que aportar, en especial en el combustible de moda, el hidrógeno verde, cuya producción está rodeada de proyectos esperanzadores, pero que, por ahora, es totalmente deficitario por sus altos costes. En el grupo trabajan en contratos para Acciona en alianza con Enagás, Repsol o para empresas internacionales como Quintero en Chile, el paraíso de la energía eólica. Buscan contratos cuyos promotores sean “compradores de calidad”, es decir, que sepan cómo y para qué van a utilizar el hidrógeno, dada la enorme cantidad de planes más publicitarios que reales.

Captura de carbono

En el hidrógeno, muchos operadores tienen la mirada puesta en el transporte. Pero hace falta que se abarate la tecnología de los electrolizadores y que aumente la producción de energía renovable. “El uso de hidrógeno va a ser muy importante en la producción de electricidad. El amoniaco verde también lo será para el transporte marítimo”, creen en Técnicas. En cuanto a la captura de carbono, llevan décadas trabajando en tecnologías que la hacen posible y esperan poder desarrollar ese servicio para que otras empresas puedan externalizarlo. “En transición energética vemos que las principales oportunidades están saliendo en Europa y España”.

La palabra rescate tiene un coste más allá de los intereses que devengan los préstamos públicos, y es el de la reputación. En Técnicas, sin embargo, responden que el apoyo de la SEPI no les ha dañado. “Al contrario, algunos clientes han visto con buenos ojos ese soporte. Es una muestra de confianza en el futuro de la compañía”, asegura Pérez de Ayala. El plan de pagos concluirá, si todo va bien, en junio de 2026, y no esperan sorpresas con la parte del préstamo participativo, que se convertiría en capital si no se afronta: “Nuestra intención es devolverlo”.

En ese viaje de recomposición la empresa va a tener que lidiar con dificultades como la inflación. Para enfrentarla hablan con los clientes para que absorban una parte; utilizan herramientas de gestión para amortiguar su impacto o echan mano de los acuerdos marco con proveedores. Sea como sea, con los precios del petróleo en alza y el mercado energético muy caliente, puede que, como opina el analista de Cobas, Técnicas Reunidas haya puesto fin a la mala racha.

Se acabó el dividendo

El rescate ha cerrado la puerta a los dividendos en Técnicas Reunidas, con los que en el pasado cumplían religiosamente. “Estamos centrados en reforzar el balance”, señalan en la empresa, donde esperan que el saneamiento completo podría venir “mucho antes” del plazo fijado en la devolución de los préstamos a la SEPI. Creen que su mayor valor es el conocimiento de la plantilla, ya que en España hay muy buena formación en ingeniería. Entre 2021 y principios de este año han conseguido una cartera por valor de 5.400 millones, que sumados a los contratos que ya tenían ascienden a 11.500 millones. Tras las fuertes pérdidas de 2021, en el primer trimestre de 2022 la compañía volvió a números negros con un beneficio neto de 1,2 millones de euros.


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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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