Las lecciones que dejan las grandes recuperaciones de la economía española a lo largo de su historia
‘Negocios’ inicia una serie de siete capítulos sobre las principales fases de crecimiento del país. Un grupo de historiadores vuelve al pasado para ayudar a entender la situación de hoy
La economía española está saliendo de la severa crisis económica inducida por la pandemia. Una crisis que interrumpió la recuperación de la crisis financiera de finales de la primera década del siglo XXI, cuando todavía no se había consolidado ni se habían absorbido las pesadas cargas de su duro legado. En conjunto, ambas crisis han supuesto una brusca desviación de la senda de crecimiento y modernización de la economía española del periodo democrático y de pertenencia a la UE. La recuperación está sólidamente en marcha, pero es pronto para saber su alcance y si constituirá el punto de arranque de una nueva etapa de crecimiento sólido y sostenible.
Toda la serie
Capítulo 1. Al final de la Edad Media: Sobreponerse a la peste con una recuperación lenta y desigual
Capítulo 2. Respuestas preindustriales a la crisis del siglo XVII
Capítulo 3: Bríos renovados tras echar a Napoleón
Capítulo 4. Apertura tras la autarquía
Capítulo 5. El éxito de los Pactos de la Moncloa
Capítulo 6. Impulso tras los ladrillos rotos
La pandemia ha elevado el interés por los reveses demográficos y económicos del pasado. Es indudable que algunas de tales depresiones y crisis han contribuido a generar importantes cambios en el desarrollo de la humanidad; ahora bien, también las recuperaciones subsiguientes a dichas catástrofes han influido notablemente en la historia económica de los distintos países. Tiene, por tanto, gran interés revisar nuestro pasado y contemplar la actual recuperación de la economía española a la vista de las pautas que se siguieron en episodios pretéritos, aunque fuesen en contextos de regímenes económicos muy dispares e, incluso, en etapas en las que los grados de integración de los diferentes territorios españoles eran todavía muy escasos, por lo que las velocidades y derroteros de la reacción fueron bastante dispares en las diversas regiones.
La realidad que está viviendo el mundo demuestra que la influencia perturbadora de los fenómenos demográficos y sanitarios no ha desaparecido y que seguirá siendo una amenaza recurrente sobre el crecimiento, el bienestar y la equidad, si bien el desarrollo económico y los grandes avances científicos han limitado sustancialmente su impacto potencial y facilitado que la reactivación sea más inmediata. Con la finalidad de situar la coyuntura actual de recuperación tras la crisis de la pandemia en una perspectiva histórica se han elaborado una serie de artículos que se publicarán en Negocios a lo largo de las próximas semanas y que analizarán cómo fue la reacción de la economía española en una selección de episodios convulsos.
La revisión se remonta a la expansión y transformaciones del siglo XV, tras la prolongada y profunda crisis de la Baja Edad Media, en la que la peste negra —tan rememorada con la pandemia— tuvo efectos devastadores. Antoni Furió abrirá precisamente la serie con un artículo sobre la salida de la depresión bajomedieval. Aparte de remarcar los agudos contrastes en la cronología y rasgos de ese fenómeno en los distintos espacios peninsulares, el autor sostiene que la crisis acabó propiciando una profunda transformación de las estructuras productivas, acelerando procesos que, en algunos casos, ya venían desarrollándose desde mucho antes, como la creciente orientación mercantil de la economía y el incremento de la productividad.
Un segundo episodio relevante fue la crisis del siglo XVII y la recuperación subsiguiente, que tuvieron magnitudes y características muy distintas en los territorios interiores y en los periféricos. Gabriel Jover achaca las disparidades a los diversos entramados institucionales, a las diferentes condiciones medioambientales y a los disímiles regímenes señoriales y de propiedad de la tierra.
El artículo de Enrique Llopis, por su parte, examina la vigorosa reanimación tras los severos desastres demográficos y económicos y el prolongado conflicto bélico en los primeros 15 años del siglo XIX. En él se sostiene que tal recuperación se sustentó fundamentalmente en un movimiento roturador de tierras de enorme magnitud, en una economía eminentemente agraria, propiciado por la quiebra del Antiguo Régimen a raíz de la invasión del país por las tropas napoleónicas.
Ya en el siglo XX, Jordi Catalan explica la rehabilitación del crecimiento en la década de 1950, después de 20 años marcados por la depresión internacional de 1929, la Guerra Civil y la aplicación de la versión más radical y perniciosa de la política autárquica e intervencionista del primer franquismo. El autor atribuye este comportamiento a la desaparición de algunos estrangulamientos productivos, al enorme atraso acumulado, a la difusión de la segunda revolución industrial, a la importación de tecnología y al aumento de la capacidad de compra en el exterior.
Tras la fase de rápido crecimiento que siguió al Plan de Estabilización de 1959, la economía tuvo que enfrentarse a la crisis energética de los años setenta. Rafael Myro destaca el papel desempeñado en aquella ocasión por el control de la inflación, las devaluaciones de la peseta y la expansión del gasto público, junto con el revulsivo de la entrada en la CEE, la reforma laboral y la reconversión industrial, en el asentamiento de una sólida fase de crecimiento.
Y llegados al siglo XXI, Carlos Martínez Mongay analizará la difícil recuperación tras la crisis financiera, agravada por los errores de política económica. Identifica como factores principales la reestructuración del sistema bancario, que hubo de hacerse con el apoyo financiero de la UE; la devaluación interna y la reforma laboral, que sirvieron para corregir el desajuste de competitividad y el cambio de orientación de la política fiscal.
Finalmente, José Luis Malo de Molina se adentrará en la diferente naturaleza de la crisis de la pandemia y la excepcional respuesta de la política económica, que, superando tabúes e inercias, pudo compensar el brusco frenazo de la actividad y sostener las rentas. No obstante, subraya que las innovaciones introducidas han abierto la puerta a retos complejos como la sostenibilidad de las finanzas públicas, la reaparición de las tensiones inflacionistas y la gestión de masivos fondos europeos vinculados a reformas.
Una revisión tan dilatada en el tiempo evidencia la existencia de patrones muy diferentes de los procesos de recuperación por la distinta naturaleza de los factores desencadenantes de las perturbaciones previas, por su diversa secuencia temporal, por los motores que reanimaron el crecimiento, por el papel de las políticas y por el legado que dejaron. Pero dan una visión de las fragilidades y resistencias de la economía española, que, puestas al día, son ilustrativas de los retos a los que se enfrenta la restauración del dinamismo tras la profunda sacudida de la pandemia, todavía rodeada de elevada incertidumbre, a pesar del notable vigor y presteza con el que se ha reaccionado.
Enrique Llopis es catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Complutense. José Luis Malo de Molina es economista.