Israel resurge a golpe de ciberdólares
El bum de inversiones internacionales en empresas tecnológicas emergentes locales espolea un alza del 6,3% del PIB en 2021
La campaña de vacunación masiva en Israel, que se anticipó hace un año a los principales países, sentó las bases para la recuperación de la economía tras el desplome de 2020. La OCDE adelanta un crecimiento del 6,3% para 2021 y prevé que proseguirá entre el 4% y el 5% en los dos próximos ejercicios. El milagro económico que atrajo más de 26.000 millones de dólares (23.200 millones de euros) de capital internacional a unas 780 start-ups está detrás de este resurgimiento. En medio del bum de inversiones internacionales en las empresas tecnológicas emergentes, el pujante ecosistema de la ciberseguridad, sanctasanctórum de la innovación israelí, acaparó el 40% de los fondos privados inyectados en el sector en todo el mundo, según la Dirección Nacional de Cibernética.
“Israel entró en la pandemia con una posición bastante saneada y pocas vulnerabilidades. La recesión de 2020 fue relativamente moderada, con una caída del PIB del 2,4%”, recuerda Enrique Bal, consejero económico y comercial en la Embajada de España en Tel Aviv. “Las exportaciones de servicios tecnológicos han superado por primera vez en la historia en volumen a las de bienes”, destaca, “y la economía tecnológica bate un récord tras otro alentada por el ambiente de emprendimiento”.
Roi Yarom, economista jefe de la Dirección Nacional de Cibernética, considera que se debe tanto al “aumento en la demanda global de innovación en ciberseguridad, específicamente en la seguridad en la nube, como a la madurez del sector, con empresas que obtienen creciente financiación”. Este sector atrajo por sí solo 8.800 millones de dólares desde el exterior. Reconocida por su innovación y su capacidad para ofrecer soluciones urgentes, la cibertecnología israelí responde, según detalla Yarom, a una creciente demanda global de ciberseguridad. “Israel tiene que hacer frente a amenazas cibernéticas graves antes que la mayoría de los países y, por ello, cuenta con una experiencia relevante para contrarrestarlas”, explica.
Mientras la inflación se ha disparado a los niveles más elevados en cuatro décadas en Estados Unidos y en Europa, en Israel los precios crecieron en 2021 un relativamente moderado 2,8%. El Banco de Israel prevé un aumento promedio del IPC del 1,6% para este año. La fortaleza del séquel, en su cotización máxima frente al dólar del último cuarto de siglo, dopada precisamente por el maná de las inversiones en empresas tecnológicas, ha contribuido a rebajar el coste de las exportaciones.
“La evolución del séquel dependerá mucho de acciones externas”, advierte el consejero económico español en Israel, en alusión al giro recientemente anunciado por la Reserva Federal de EE UU, que apunta al mes de marzo para adoptar la primera subida en muchos meses. “El proceso de emprendimiento tecnológico puede verse afectado, pues requiere mucha financiación”, recalca Bal, “aunque Israel dispone de un potente ahorro nacional”.
El vendaval de rampante gasto en energía, que en Europa ha disparado la inflación, no ha golpeado a Israel, donde los precios del gas natural se han mantenido estables. El descubrimiento y puesta en explotación en la última década de los macroyacimientos Leviatán y Tamar, en aguas del Mediterráneo oriental, ha otorgado a la economía israelí un alto grado de autosuficiencia energética, con precios fijos acordados por el Gobierno con las compañías adjudicatarias de la extracción del gas.
Salarios estables
La contención salarial ha frenado también la tensión inflacionista. Lo refleja el acuerdo entre el Ministerio de Finanzas y la central sindical Histadrut para la congelación de sueldos en el sector público en 2022. En contrapartida, el Gobierno se ha comprometido a aumentar el salario mínimo mensual desde los 5.400 séqueles (1.500 euros) fijados para este año hasta 6.000 séqueles en 2025. Israel cerró 2021 con una tasa de desempleo del 6%, un 4,1% si no se contabiliza a los enfermos de covid, a punto ya de recuperar el paro registrado previo a la pandemia (3,5% en febrero de 2020).
En Israel, segundo país más caro de la OCDE, tras Suiza, y con un coste de la vida que se sitúa un 30% por encima que la media de los países miembros de esta organización, el salario medio ronda los 11.000 séqueles (unos 3.000 euros). Da para vivir, si se encuentra dónde. El coste tipo de adquisición de una vivienda en Tel Aviv supera los 3,5 millones de séqueles (975.000 euros), el doble que la media nacional israelí, según la Oficina Central de Estadísticas.
Las retribuciones que ofrece el sector tecnológico duplican de largo la media nacional, con 25.000 séqueles de media y un incremento salarial del 8% en 2021. Los trabajadores de las start-ups apenas representan un 10% de la población laboral. Sin embargo, aportan el 25% de la recaudación del impuesto sobre la renta con sus exorbitantes remuneraciones. “Esta situación genera un problema de desigualdad del que Israel tampoco se libra”, subraya Bal. La OCDE constata que los mayores índices de pobreza se registran entre las dos principales minorías: los árabes (21% de la población) y los ultraortodoxos (11%).
La brecha abierta entre los empleados del ecosistema tecnológico y los de los sectores tradicionales de la economía, lastrados por un bajo crecimiento de su productividad, no deja de agrandarse, como alerta el editor económico del diario Haaretz, David Rosenberg: “La pandemia ha ampliado aún más la distancia entre una élite que ha podido teletrabajar en start-ups inundadas de dinero digital y el resto de la sociedad”.
Bal, sin embargo, no observa riesgo de una burbuja tecnológica. “Israel se mantiene en un círculo virtuoso con una posición fiscal bastante saneada”, precisa. “Muchas start-ups fracasan, pero son demasiado pequeñas y variadas como para afectar al conjunto. Este entorno diversificado y atomizado no parece una fuente de vulnerabilidad macroeconómica. Más bien al contrario”. Y añade: “Es una fuente de resiliencia, de la capacidad de adaptación que caracteriza a Israel”.
Necesidad de infraestructuras
España cuenta con una balanza comercial favorable, con exportaciones de bienes del orden de los 1.500 millones de euros en 2021 por parte de unas 2.500 empresas (de los sectores de automóvil, cerámica o máquina-herramienta, en especial) que operan habitualmente en Israel, en contraposición a los 680 millones que suman las importaciones. “Ahora prestamos interés a las enormes necesidades en infraestructuras. Israel va muy por detrás de otras economías desarrolladas al mantener una utilización masiva del coche particular. Unido al constante incremento de la población, esto genera un grave problema de movilidad”, argumenta Enrique Bal. El consejero económico de la Embajada española también destaca las oportunidades que se abren en el campo de las energías renovables en Israel.
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