Las aves de Cascajares hacen las Américas
La empresa de alimentación acelera su internacionalización para superar el impacto de la covid en sus resultados
Los productos de Cascajares se han ido haciendo un hueco en muchas mesas durante las comidas y cenas navideñas. El cochinillo, el pato, el pavo relleno, las carrilleras de ternera y cerdo, la pularda rellena, la ternera lechal o la estrella del equipo, el capón, son las especialidades culinarias de esta marca palentina. Un tercio de la facturación anual del grupo, que entre julio de 2020 y junio de 2021 ascendió a 6,26 millones de euros, llega en estas fechas. El objetivo que se han marcado sus gestores es recuperar el ritmo tras el latigazo de la pandemia, que ayudó a potenciar las ventas en distribución de supermercado, pero destrozó los ingresos resultantes de los pedidos realizados por la hostelería.
El socio fundador, Alfonso Jiménez que, junto a su amigo Francisco Javier Iglesias, creó la empresa en 1994 “con 160.000 pesetas [961 euros]”, habla con nostalgia y orgullo de esos años “con momentos muy buenos y muy malos”, en los que “ha habido de todo”.
Estos dos palentinos eran apenas unos veinteañeros cuando su proyecto comenzó a crecer y acabaron pidiendo en solo dos años “180.000 euros para crear un taller”. Una década después, con el negocio de la alimentación ya rodando, solicitaron 2,5 millones de euros al banco para montar una fábrica en Dueñas (Palencia) y confirmar la evolución de esa empresa en la que todos sabían la fecha de cumpleaños o las aficiones de los 12 empleados de los primeros años. Ahora son más de 50 y se ha perdido ese toque familiar, pero, a cambio, viven un “cambio bonito, pero arriesgado” que ha permitido a Cascajares aterrizar en Canadá y expandirse por el mercado norteamericano con sus recetas y platos de calidad. Jiménez explica que la internacionalización de la marca supone que un tercio de la actividad económica procede de España, otro tercio de América y el tercio restante de Europa.
El trabajo intenso de esos años se ha traducido en un sello solvente económicamente y reconocido, especialmente en tiempos navideños, aunque el coronavirus provocó un fuerte impacto en sus planes. La crisis sanitaria y económica que comenzó en marzo de 2020 arruinó la temporada de comuniones, bodas y convites en los que los capones o los cochinillos son tan socorridos. “La hostelería se hundió”, explican los portavoces de Cascajares, que destacan que en el ejercicio previo a la covid iban camino de los 10 millones de euros de ventas y que ahora les toca adaptarse y confiar en la recuperación. El cofundador señala que la distribución en tiendas o grandes superficies ha crecido por el cambio de hábitos de consumo, pero nunca con la capacidad para cubrir el enorme descenso en restaurantes. Las ventas mensuales pasaron de 600.000 a 150.000 euros, Europa dejó de pedir mercancía e incluso se devolvieron miles de kilos en lo que supuso una fase crítica para la empresa, que ahora aspira a recuperar la hostelería y gestionar la demanda pujante en reparto y alimentación convencional.
Boda real
Un hito histórico para la compañía fue la boda de los actuales Reyes de España, en 2004, cuando Cascajares suministró capones y se hizo notar para miles de familias, que descubrieron este sabroso recurso para sus veladas especiales. Jiménez asegura que la clientela se ha ido dando cuenta de que “esta comida está buena todo el año” y que puede ponerla en sus mesas más allá de los festejos navideños. “2021 es un ejercicio creciente. Los pedidos de Navidad se han adelantado porque la gente temía posibles desabastecimientos”, augura el cofundador de la empresa, que prevé un aumento del 10% de ventas respecto a la pasada Navidad. Las Pascuas de 2019 fueron “las mejores de la historia” y las de 2020 resistieron porque muchos hogares eligieron sus viandas pese a que no pudieran degustarlas en hoteles o restaurantes.
El futuro ilusiona a Alfonso Jiménez, que relata las mejoras e inversiones que se han ido realizando: la primera y crucial fue en 2005, con el nacimiento de la fábrica de Dueñas. Después llegaron ampliaciones en 2012 y 2015 hasta que en 2018 se impulsó la modernización mediante “un almacén inteligente y robotizado para absorber el crecimiento”. El porvenir de Cascajares se antoja positivo y genera el deseo de “ampliar y contratar a más gente, las cosas pintan bien” una vez que ha entrado en escena la alimentación en distribución como nueva pata del negocio.
La plantilla proviene en su mayoría de Palencia y los productos con los que trabajan se intentan obtener también en proximidad, como el cochinillo o el cordero palentino. “Priorizamos lo propio, ganamos los dos”, sentencia Jiménez sobre la estrategia que ha permitido que el grupo siga ganando peso tanto en los menús de restaurantes como en las cestas de la compra de familias que quieren un buen banquete hogareño durante las fiestas navideñas y de año nuevo.
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