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ESTADOS UNIDOS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Qué tal va la economía estadounidense?

Los republicanos afirman que la situación actual es peor que cuando el mercado laboral perdía 800.000 empleos al mes

Un hombre carga combustible en Washington.
Un hombre carga combustible en Washington.Anadolu Agency (Anadolu Agency via Getty Images)
Paul Krugman

El informe de la semana pasada sobre el empleo fue desconcertante. La Oficina de Estadísticas Laborales realiza dos encuestas distintas, una a los empresarios y otra a las familias. Normalmente esperamos que las dos ofrezcan una imagen similar, pero esta vez no lo ha sido tanto. La encuesta a los empresarios fue, por utilizar el término técnico, ni fu ni fa: 210.000 nuevos puestos de trabajo, una cifra respetable, pero no lo que a muchos les habría gustado. La encuesta a los hogares, en cambio, fue espectacular; en concreto, la tasa de empleo entre los adultos jóvenes, un indicador fundamental de la salud del mercado laboral, está empezando a acercarse a niveles prepandémicos.

La verdad es que no tendríamos que dar demasiada importancia a las aparentes incoherencias del informe. Siempre hay datos que generan ruido y, en general, el panorama económico parece bastante bueno; de hecho, en muchos sentidos se diría que estamos ante la mejor recuperación económica en décadas.

Sin embargo, el talante de los consumidores parece muy pesimista, o al menos eso es lo que dicen encuestas como el famoso Índice de Confianza del Consumidor de Michigan, y esta percepción de que la economía va mal está pesando claramente en el índice de aprobación del presidente Biden. Lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿tienen razón los consumidores? ¿La economía va mal a pesar de que los datos digan que va muy bien? Y si en realidad no va mal, ¿por qué la gente dice que sí?

Para que quede claro, estoy verdaderamente interesado en conocer la respuesta a estas preguntas. No creo que se trate tan solo de un caso de “gente engañada por los medios de comunicación corporativos”, aunque si me preguntan a mí, es ridículo que quienes trabajan en los medios se muestren de lo más ofendidos ante cualquier insinuación de que la manera en que informan sobre la economía influye en la percepción de la opinión pública. (Si no influye, ¿para qué se toman la molestia?).

Entonces, ¿qué está pasando? Empecemos por el culpable obvio, la inflación, que, en efecto, está subiendo más de lo que lo ha hecho en décadas.

No cabe duda de que el alza de los precios ha ido en detrimento de las mejoras salariales de muchos trabajadores, a pesar de que los ingresos individuales reales per cápita siguen estando por encima del nivel prepandémico aun cuando el Gobierno ya no reparta montones de dinero. Y mi sensación es que, por más que los ingresos suban, la inflación tiene un efecto corrosivo en la confianza, ya que crea la percepción de que las cosas están fuera de control.

Dicho esto, los sondeos sobre la inflación también ilustran el hecho de que, cuando se habla con los consumidores, las preguntas a las que estos responden puede que no sean las que uno pensaba que les estaba haciendo. Si es así, ¿a qué responde en realidad la gente cuando se le pregunta por el estado de la economía? Una pista es que las respuestas contienen una cantidad enorme de sesgo partidista. Curiosamente, los republicanos afirman que la situación económica actual es mucho peor que la de marzo de 2009, cuando la economía perdía 800.000 puestos de trabajo al mes.

Otra pista es que se obtienen respuestas muy diferentes cuando se pregunta a la gente cómo le van las cosas en vez de cómo va la economía. El Índice Langer de Confianza del Consumidor pregunta por separado a los entrevistados por la economía nacional, en cuyo caso la valoración es pésima, y por su situación financiera personal, con valoraciones altas según baremos históricos. Las encuestas de Michigan no hacen esas mismas preguntas, sino que piden a la gente que compare su situación financiera actual con la de hace cinco años. El 63% responde que es mejor, el mismo porcentaje que en septiembre de 1984, justo antes de que Ronald Reagan lograra una victoria electoral aplastante con su afirmación de que había llegado “el amanecer a Estados Unidos”.

Aparte de fijarse en lo que dice la gente, seguramente también tenga sentido fijarse en lo que hace. Si los consumidores en verdad están tan deprimidos como indican las cifras sobre el sentimiento del consumidor, ¿por qué las ventas de los minoristas están subiendo tanto? Y si de los consumidores pasamos a fijarnos en las empresas, lo que vemos es un enorme aumento de los gastos de capital. Es decir, las compañías están invirtiendo como si vieran que la economía está en auge y que el auge va a continuar.

Resumiendo, la valoración tan negativa de la economía que hace la opinión pública no se corresponde con todos los demás indicadores que se me ocurren. Insisto, ¿qué está pasando? Como ya he dicho, probablemente parte de la respuesta sea que la inflación pone nerviosa a la gente, aunque sus ingresos sean más altos. Esto puede ser especialmente cierto cuando llenar el depósito de gasolina cuesta mucho más, un coste que tiene una relevancia psicológica muy superior al 4% con que contribuye al IPC. Sin lugar a dudas, el partidismo es otro factor. Dos tercios de los republicanos creen que las elecciones de 2020 fueron un robo; ¿cuánto va a costarles creer igualmente que la economía de Biden es un desastre, independientemente de su experiencia personal?

Por último, como también he dicho, la afirmación de que el tono con el que informan los medios de comunicación es irrelevante resulta poco convincente. Mi mundo está lleno de analistas económicos que se han pasado años deseando moralizar sobre los males de la inflación, y que se sintieron amargamente decepcionados cuando su esperado desastre no se hizo realidad hace una década. Ahora tienen su oportunidad, y seguramente están teniendo algún efecto en la opinión pública.

Por lo tanto, es importante no perder la perspectiva. En realidad, la economía va muy bien, aunque con algunos problemas. No dejen que los agoreros les digan lo contrario.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía. © The New York Times, 2021. Traducción de News Clips.


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