Un modelo suizo de educación para formar, en Marbella, a los futuros líderes del sector turístico
La metodología de Les Roches combina la enseñanza teórica con la experiencia de trabajar en todos los puestos de quienes estarán un día a su cargo
Para saber mandar, primero hay que aprender a hacer. Esa es la máxima que guía la labor educativa de Les Roches, una de las instituciones de educación superior más prestigiosas del mundo en el sector del hospitality y ocio, según los QS University Rankings, y que tiene una de sus dos sedes en un exclusivo entorno marbellí. Serán, al final, graduados en Dirección Hotelera Global y Empresas Turísticas, pero primero empezarán por ser limpiadoras de pisos, cocineros, camareros, chefs. Un modelo suizo de aprendizaje experimental según el cual el conocimiento va, desde el primer momento, mano a mano con la empatía, porque comprender el trabajo de quienes estarán un día bajo su responsabilidad hará que aprendan la mejor manera de entender y tratar con ese camarero, esa limpiadora o ese chef. “La mayor parte de las clases del primer semestre van enfocadas precisamente a comprender cómo funciona un hotel desde el punto de vista del trabajador y cuáles son esos detalles que hacen que el trabajo sea más sencillo o más complicado”, explica Ana Rosa González, directora del programa de grado.
La contabilidad, el marketing, el análisis de datos, la comunicación, la gestión y la sostenibilidad, por supuesto, irán poco a poco encontrando su espacio a lo largo del programa de grado, que dura siete semestres (dos de los cuales son prácticas en empresas). Pero lo fundamental, de entrada, es conseguir que los alumnos asimilen la filosofía de Les Roches. Un campus académico caracterizado, sobre todo, por la multiculturalidad y la internacionalidad que le otorgan 1.200 alumnos de 84 nacionalidades distintas, de los que solo un 25 % son españoles, y donde todas las clases son en inglés (de hecho, uno de los requisitos de entrada es demostrar un nivel equivalente al advanced). “Lo primero es conseguir que entiendan lo que significa trabajar en el mundo de la hotelería y el turismo, que no es otra cosa que servir para que otros tengan experiencias que les enriquezcan y les generen bienestar. Y la base sobre la que se tienen que apoyar es la disciplina, la humildad, el servicio y la generosidad con los demás”, afirma Carlos Díez de la Lastra, CEO global de Les Roches. El 94 % de los estudiantes que terminan sus estudios tienen, al menos, una oferta de trabajo el día de su graduación.
El estudiante, añade, ha de transformarse a nivel personal, “cambiar su forma de escuchar y de relacionarse con los demás, de percibir incluso la realidad que te rodea, algo que afecta a todos los ámbitos de tu vida”. Un objetivo que, en un entorno tan exclusivo (el precio del semestre se sitúa entre los 15.000 y 17.000 euros, aunque hay numerosas becas disponibles), no siempre es fácil. “A veces, es necesario enseñarles algo de humildad”, cuenta Hassan Dejeebet, manager y coordinador de clases prácticas en Food & Beverages (Comida y bebida). “Muchos llegan con 17 años, de familias acomodadas con sirvientes y todo, y no han trabajado un día en su vida. Pero también lo hago con ejecutivos de 35 o 40 años, a los que antes de nada les pido que se quiten la chaqueta para que vean que todos son iguales. Porque solo entonces, con un lienzo en blanco, puedes empezar a pintar”.
Dejeebet llegó al centro en 1996, con 28 años, y con su colección de casi un centenar de pajaritas (muchas regaladas por sus alumnos) es uno de los docentes más estimados en el centro. Pero eso no le impide mantener una disciplina casi militar en sus clases, e interrumpe la conversación para llamar la atención de un alumno que cruza en esos momentos el vestíbulo y cuya vestimenta se sale de la etiqueta establecida: tendrá que cambiarse o irse a casa. Cada mañana, además, comienza pasando lista a sus alumnos, que han de ir perfectamente vestidos y equipados con todos los instrumentos necesarios: “Más que los objetos en sí, lo que es relevante es la actitud, la mentalidad de estar preparados para el trabajo desde la noche anterior”.
Beneficios de la multiculturalidad
En un centro especializado en formar a directivos listos para un mercado global (sus graduados trabajan hoy en más de 110 países), la mezcla de culturas juega un papel fundamental a la hora de desarrollar habilidades blandas que necesitarán en su carrera profesional como la empatía, la apertura de mente y la capacidad de manejar sensibilidades y culturas muy diferentes. “¿Por qué nuestro modelo obliga a que los alumnos, cuando llegan, deban imperiosamente vivir con nosotros, compartiendo habitación con una persona de otra nacionalidad? Porque, de esa manera, sales de tu zona de confort, al tener que interactuar constantemente con gente completamente distinta y que no maneja los códigos que manejas tú”, recuerda Díez de la Lastra. Uno de esos alumnos es Rafael Burgos, que llegó al campus de Marbella tras un periplo de cinco años por varias universidades en las que se esforzó por cursar unos estudios de ADE y Derecho que nunca le acabaron de convencer, y que incluso le impidieron socializar con sus compañeros. Hoy tiene clara su vocación y de su compromiso es buena muestra su estatus, por segundo semestre, como embajador estudiantil del centro: “Soy consciente del esfuerzo que están haciendo mis padres, y de alguna manera quiero poder devolverles la inversión que han hecho en mí”.
En Les Roches, los estudiantes se dividen, al más puro estilo de Harry Potter, en cuatro casas (roja, azul, verde y morada) en las que las diferentes nacionalidades tienen una representación equilibrada, y con ese sistema estudian y se relacionan, participando y compitiendo en todas las actividades y deportes que se organizan cada semana: desde fútbol, tenis, pádel y crossfit hasta clubs gastronómicos, de vinos, sostenibilidad o cocktails, además de colaborar con distintas organizaciones benéficas. Algo de lo que, por cierto, se ocupa el Student Governance Association, un equipo de nueve estudiantes a cargo de Michela Lo Valvo (de Argentina) y Rabea Pfleger (de Alemania) que celebró el pasado 29 de abril una feria culinaria cultural en la que se volcaron gran parte de sus alumnos.
Programas académicos
“Tenemos un plus que no tiene nadie, y es que España es de los mejores países en turismo, con una oferta enormemente diversa, y por cuarto año consecutivo tenemos las mayores eficiencias de gestión turística del mundo”, esgrime Díez de la Lastra. “Y los europeos, que nos tienen cerca, conocen el valor de España en el sector del hospitality, y que nuestra realidad no es la de paella, toros y pandereta, sino la de un país serio y profesional” que, afirma, también se hace notar en unos programas académicos que hacen hincapié en el conocimiento transversal del desarrollo de las personas: “Se trabaja mucho con el comportamiento dentro de un ambiente laboral; les enseñamos la importancia del protocolo internacional y del cómo actuar dentro de las reuniones, al estar con los clientes, el saber escuchar...”, explica González. Además del grado en Dirección Hotelera Global (que tiene especializaciones en emprendimiento, marketing digital y gestión de resorts), Les Roches ofrece distintos másteres y programas de posgrado, de dos semestres de duración y otro adicional de prácticas.
“Yo creo que la parte que más nos distingue es el acercamiento tan grande que tenemos a la industria. Traemos continuamente a conferenciantes para que compartan sus experiencias, a gente que ha montado su propia empresa y visitamos resorts”, añade la responsable del programa de grado. “Cada profesor tiene libertad de cátedra, pero normalmente el primer semestre es más descriptivo; a partir del cuarto ya hay más análisis y casos prácticos y en el séptimo estamos constantemente simulando empresas en las que hacer análisis de los estados financieros y se trabaja con herramientas que después puedas aplicar en tu vida”. Por aprender, añade, se adquieren incluso nociones de ingeniería: cómo se diseña un hotel, cómo se construye, cómo funciona el aire acondicionado, el agua, la calefacción... “Yo recuerdo que pensé, cuando fui estudiante aquí: ¿para qué quiero saber nada de eso? ¡Pero no sabes cuánto te ayuda a la hora de tomar después decisiones en el hotel!”. Y, cómo no, la sostenibilidad, presente a partir del tercer semestre y entendida en un sentido amplio: no solo en lo que respecta a los residuos y a la eficiencia energética, sino en lo relacionado con el cuidado de la comunidad, el bienestar de los trabajadores y la ética corporativa.
El manejo del estrés tiene también su espacio en las instalaciones de Marbella, y por eso recientemente abrieron un Wellness and Mindfulness Club. “Comida saludable, yoga, meditación, respiración... ¿Cuánta gente de éxito como CEOs y similares han tenido un ataque de nervios que les ha obligado a acudir a estas técnicas para recuperarse? Será mejor, entonces, darles esas herramientas para que esta situación no se produzca, que puedan manejar el estrés, reconocer los signos y evitar quemarse”, sostiene Mano Soler, director de Les Roches Marbella. Un cuidado que se esfuerzan también por aplicar en su relación con los estudiantes, a través de un departamento de counseling en el mismo centro educativo.
La importancia de la innovación
Como en tantas otras instituciones educativas, la pandemia también obligó a acelerar la digitalización del campus, cuyas aulas se equiparon con equipos de streaming, cámaras y micrófono, formación del profesorado y una plataforma donde se cuelgan después las grabaciones. Aspectos especialmente útiles en programas académicos de carácter híbrido u online como son los distintos másteres que ofrece la institución, “sobre todo la parte del Executive, que es para ejecutivos que ya están trabajando y que no pueden permitirse dejarlo todo y venirse de forma presencial al campus”, cuenta Susana Garrido, directora del espacio de innovación Spark.
La intención es “traer las innovaciones al campus para que los alumnos, al salir, puedan convertirse en motores del cambio en los hoteles donde trabajen”. Un propósito para el que cuentan con un Demo Room, una habitación que asemeja a la de un hotel de lujo en la que los estudiantes experimentan con innovaciones relacionadas con aspectos como la domótica y los materiales: “Por ejemplo, el suelo de esta habitación está hecho de corcho reciclado, que es más resistente, y el papel de las habitaciones es de un material más duradero. Hay una cajita de aromaterapia e incluso, en la ducha, un secador de cuerpo entero que permite ahorrar recursos, al no gastar tanta agua, toallas, jabón y energía”, argumenta. “No es que nosotros digamos que ese va a ser el futuro de la hotelería; se trata más bien de dar a los alumnos herramientas para que ellos sepan discernir si les vale o no, y qué tipo de datos necesitarían para tomar esas decisiones”.
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