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España sufre mucha más mortalidad en el trabajo que los países más seguros de Europa

La siniestralidad laboral del país se sitúa ligeramente por encima de la media comunitaria, pero cuadruplica la de Holanda, el país con la tasa más baja

Emilio Sánchez Hidalgo

España está muy lejos de los países más avanzados de Europa en distintas variables económicas. Una de ellas es especialmente sensible, las muertes en el trabajo. Según se desprende de las últimas cifra de Eurostat, detalladas este martes, España arroja una incidencia de la siniestralidad laboral (cociente entre el número de decesos en el trabajo por cada 100.000 empleados) de 1,71. Esa tasa está ligeramente por encima de la media comunitaria (1,63) pero es muy superior al dato que notifican los países más seguros del continente. Es el caso de Países Bajos (0,38), Alemania (0,71) o Polonia (1,18).

Los datos de la oficina estadística europea corresponden a 2023. También registran cifras más positivas que España en Dinamarca (1,03), Bélgica (1,1), Irlanda (1,44) o Hungría (1,47). Por contra, algunos de los países más poblados comunican peores guarismos, como Italia (2,01) o, sobre todo, Francia (3,6), que sufre la siniestralidad más alta del continente. Le acompañan con los peores datos Bulgaria (3,51), Chipre (3,24) o Letonia (3,21).

La oficina estadística europea especifica que el altísimo dato de Francia exige algunas precisiones. Según explica Eurostat, el país galo cuenta con un sistema para la notificación de accidentes que no distingue entre aquellos cuya causa principal es la actividad laboral y el resto que ocurren en el lugar de trabajo. “Estos últimos casos solo deberían excluirse si se descartan otros elementos causales relacionados con el trabajo. Esto podría dar lugar a un número mayor de accidentes laborales registrados en Francia en comparación con otros países”, indica Eurostat.

Además de la forma en que se recogen los datos, las cifras de siniestralidad por países siempre están muy condicionadas por el peso de las actividades más peligrosas en cada economía. Entre todas ellas destaca la construcción: a lo largo de 2023 fue el sector que más decesos concentró en la Unión Europea, 792. Fueron el 24% de un total de 3.298. También hubo muchos decesos en transporte (541), industria manufacturera (443) y el sector agrario (426). El sector con más fallecimientos en relación a su masa laboral es la minería, con una incidencia de 11 muertes por cada 100.000 trabajadores a nivel europeo, y de hasta 41 en España.

Así, los países con mayor importancia de esos sectores tienden a comunicar peores cifras de siniestralidad. Para corregir ese desfase, Eurostat también publica un índice de incidencia estandarizado. Consiste en que el organismo adapta el tamaño relativo de cada actividad económica en el país y lo iguala al del promedio europeo, de manera que los fallecimientos en la construcción, por ejemplo, pesen igual en Suecia que en Bulgaria.

Con esa estandarización, los mejores datos siguen siendo los de Países Bajos (0,6) o Alemania (0,91); y los peores, los de Chipre (5,63) o Bulgaria (4,5), con Francia en la tercera peor posición (4,42). España (2,28), lejos de los peores y de los mejores, supera igualmente por poco al promedio europeo (2,07). Estos registros subrayan un aspecto en el que suelen incidir los expertos en salud laboral: más allá del peso de los sectores, los decesos también se relacionan con la cultura preventiva de cada país.

La estadística europea consolida otra constante de la siniestralidad laboral: mueren muchos más hombres que mujeres en el trabajo. En 2023 en Europa fueron el 95%. Esta brecha también se aprecia en la incidencia estandarizada por cada 100.000 empleados, de 3,43 en España frente a los 0,25 de las mujeres. De nuevo, este desfase tiene una raíz sectorial, ya que los sectores con más siniestros están muy dominados por hombres.

Los sindicatos protestan

“La situación que vive España en cuanto a las muertes en accidente laboral es insostenible, incluso si nos comparamos con países europeos más industrializados como puede ser Alemania. Nosotros presentamos datos peores”, lamenta Patricia Ruiz, responsable de salud laboral en UGT.

Una de las lecturas positivas de los datos de Eurostat es que España mejora respecto al año anterior: la incidencia de los siniestros mortales cae de 2,03 por cada 100.000 empleados, en 2022, a una tasa de 1,71 en 2023. Sin embargo, los datos consolidados más actualizados (que recopila el Ministerio de Trabajo) indican que el panorama empeoró en 2024. Entonces fallecieron en su jornada de trabajo 677 personas, un 9,4% más que el ejercicio anterior. Es un aumento muy superior al que experimentó el volumen de trabajadores, lo que refleja la gravedad del aumento del año pasado.

“No puede aceptarse que el aumento de la actividad justifique el crecimiento de los accidentes de trabajo”, reflexiona Mariano Sanz, secretario confederal de salud laboral de CC OO. El sindicalista asegura que las grandes empresas incurren en distintas prácticas que deterioran la prevención de riesgos laborales, como “la descentralización productiva para evitar el cumplimiento de las normas”, en referencia a la subcontratación de servicios a firmas más pequeñas.

Sanz cree que el accidente de la semana pasada en Madrid, en el que murieron cuatro trabajadores de la construcción, “pone sobre la pista de las debilidades estructurales del sistema preventivo español”. Recuerda que su sindicato y UGT negocian con el Ministerio de Trabajo y las patronales una reforma de la legislación de riesgos laborales, diálogo que empezó hace 20 meses. “Se encuentra con el rechazo de las organizaciones empresariales, muy preocupadas con una actividad que cuando no está el micrófono abierto consideran una carga”, agrega Sanz.

“No se puede afrontar los riesgos del siglo XXI con una normativa del siglo XX, que tiene 30 años de antigüedad y que no recoge la protección ante los riesgos de la salud mental, los digitales, los específicos de género de las mujeres y tampoco atiende los riesgos climáticos”, añade Ruiz. La propuesta de Trabajo, aún sin consenso en la mesa de diálogo, aborda varias de las cuestiones que menciona la representante de UGT. La patronal CEOE ha declinado ofrecer su punto de vista para este artículo.

Ruiz también pone el foco en las muertes laborales por derrames cerebrales e infartos, “que en muchos casos tienen que ver con dolencias o con trastornos mentales como la ansiedad, el estrés o la depresión”. A la vez, destaca que la prevalencia de estos trastornos es mayor en España que en el promedio europeo e insiste en que estos riesgos se deben atender en la reforma de la normativa.

Los últimos datos provisionales suministrados por Trabajo radiografían la situación hasta agosto. Según ese estudio, cae ligeramente la mortalidad en lo que llevamos de año, con 398 decesos en jornada (404 en 2024) y 91 in itinere (94 el pasado ejercicio). Es un descenso del 1,8% en un contexto de creación de empleo. Sin embargo, hay sectores en los que el panorama empeora con fuerza. Destaca el aumento de los decesos en la construcción, que pasa de 93 muertes hasta el octavo mes del año pasado a 113 en 2025. A la vez caen las muertes de camino o de regreso al trabajo en este sector, de 11 a 13.

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Sobre la firma

Emilio Sánchez Hidalgo
Redactor de Economía. Empezó su trayectoria en EL PAÍS en 2016 en Verne y se incorporó a Sociedad con el estallido del coronavirus, en 2020. Ha cubierto la erupción en La Palma y ha participado en la investigación de la pederastia en la Iglesia. Antes trabajó en la Cadena SER, en el diario AS y en medios locales de su ciudad, Alcalá de Henares.
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