El sector de frutas y hortalizas en jaque: las regulaciones y costes amenazan su competitividad
Los productores alertan sobre el impacto de la hiperregulación y de las exigencias sanitarias en la rentabilidad del sector
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El rendimiento del sector de las frutas y hortalizas supone en valor más del 70% de toda la producción vegetal y un 38% de la agraria y da empleo a más de 500.000 personas en el campo, a las que se suman la actividad en industria, manipulación y comercio. Sin embargo, pese a esas cifras, el sector se enfrenta a una serie de medidas que amenazan seriamente su competitividad, como las mayores exigencias en la reducción del uso de fitosanitarios con ajuste de rendimientos. Son requisitos mucho más duros que los que se aplican a la hora de producir en terceros países, a los que se suman los mayores costes laborales. Todo ello favorece el aumento de importaciones más baratas y aumenta las dificultades para abrir nuevos mercados vía precios.
Desde la Federación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas señalan estas dificultades crecientes para poder competir. No por un problema de gestión empresarial, sino básicamente por los mayores costes, desde los laborales a los burocráticos, y una hiperregulación de la actividad. A ello se le suma la imposibilidad de utilizar muchos productos fitosanitarios para mejorar rendimientos y rebajar costes por razones de salud que, sin embargo, sí emplean productores de terceros países en la obtención de unas mercancías que luego colocan sin dificultades en los socios comunitarios.
La organización agraria Unió destaca los problemas que suponen las importaciones por las condiciones económicas y, sobre todo, sanitarias en que se llevan a cabo. Unió señala que solo en 2024 se rechazaron 892 partidas de productos de frutas y hortalizas de terceros países por contener sustancias activas no autorizadas en la UE o por superar el Límite Máximo de Residuos autorizados.
Sin embargo, también existen problemas externos. El sector denuncia las dificultades para competir en otros países debido a las exigencias fitosanitarias que enfrentan al exportar a terceros mercados. Estas normas, en muchos casos, no son más que barreras artificiales destinadas a proteger los mercados locales de la competencia extranjera.
Desde la patronal se señala que el sector agroalimentario actúa como una vía de entrada para las producciones hortofrutícolas de otros países de la UE, pero especialmente de países extracomunitarios. A estas importaciones se les exige que cumplan los mismos estándares fitosanitarios y normativos que los productores nacionales. Estas exigencias se concretan en la aplicación de la cláusula espejo, la preferencia comunitaria o diversas medidas de salvaguarda para proteger el mercado interno. También pueden establecerse en acuerdos con terceros países, como ocurre con Mercosur o Marruecos en aspectos como los Límites Máximos de Residuos.
A pesar de estos desafíos, el sector sigue siendo un gran exportador. Sin embargo, la parte negativa es que, para mantener su presencia en los mercados, el crecimiento de las ventas se da más en volumen que en precio.
Con datos hasta octubre, extrapolados a final de año, las importaciones alcanzaron los 3,6 millones de toneladas, con un aumento del 6,6% en volumen y un incremento del 12% en valor, hasta los 4.087 millones de euros. El precio medio subió de 1,08 a 1,14 euros por kilo. En contraste, se estima que las exportaciones crecerán un 6%, alcanzando los 12 millones de toneladas y superando los 14.000 millones de euros en valor. No obstante, los precios han caído a 1,45 euros por kilo, lo que supone un descenso del 3,3% debido a la competencia exterior.
En cuanto a las exportaciones, los productos más vendidos son naranjas, pepinos, lechugas, pimientos, melón, sandía, fresas y tomates, principalmente dirigidos a países europeos, especialmente los comunitarios. No obstante, persisten barreras fitosanitarias y arancelarias que dificultan el acceso a grandes mercados consumidores como Estados Unidos y otros países sudamericanos.
En el apartado de importaciones destacan productos como patatas y cebollas procedentes de Francia y los Países Bajos, así como tomates y judías de Marruecos. También tienen un peso significativo los aguacates, kiwis, plátanos y piñas, en su mayoría importados de América.
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