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Los Estados dejan las manos libres a Bruselas para aplicar los aranceles a los coches eléctricos chinos

Una mayoría suficiente de países respaldan a la Comisión que continuará negociando con China al tiempo que aplica la subida de tarifas aduaneras

Centenares de coches en el puerto de Lianyungan, en China, listos para ser exportados.
Centenares de coches en el puerto de Lianyungan, en China, listos para ser exportados.Wang Chun (Future Publishing/Getty Images)
Manuel V. Gómez

La Comisión Europea tiene las manos libres para aplicar los aranceles a los coches eléctricos chinos. Una mayoría simple de países han respaldado la propuesta de Bruselas de imponer una subida adicional a las tarifas que estos vehículos pagan al llegar a las aduanas de la UE. España se ha abstenido y Alemania ha votado en contra. Este resultado, en realidad un respaldo suficiente pero no contundente, permite al Ejecutivo comunitario continuar con los aranceles que está cargando a estas importaciones desde el pasado julio. Y eso es lo que hará, según ha anunciado en un comunicado en el que también se compromete a “seguir trabajando duro para buscar una salida alternativa compatible con las normas de la OMC”.

El resultado de la votación ha sido recibido por la Comisión con una mezcla de alivio y euforia. Muchas de las capitales habían escondido sus cartas hasta el final, temerosas de la respuesta del gigante asiático, que ve cómo muchas áreas del mundo están levantando barreras arancelarias (Turquía, Brasil, Estados Unidos, India) a sus baratos coches eléctricos y ve en la UE un gran mercado al que inundar con su abundante producción. El día anterior se contenía la respiración en el cuartel general del Ejecutivo que dirige Ursula von der Leyen. Alemania había emitido claras señales que estaba en contra de la propuesta de Bruselas y se temía que arrastrara a bastantes capitales consigo.

Hace poco más de un año que Von der Leyen anunció la apertura de una investigación sobre los coches chinos importados ante la sospecha de que los subsidios y ayudas que les daba Pekín sitúan a estos vehículos en una ventaja competitiva saltándose las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Nueve meses después llegaron las primeras conclusiones de la investigación y la decisión provisional de imponer aranceles compensatorios que iban del 17,4% al 37,6%, estos porcentajes debe sumarse al 10% que ya se aplica desde julio a los vehículos chinos. Finalmente, la tarifa máxima, la que se aplica a las empresas que no han colaborado en la investigación, ha ido bajando y ha quedado en el 35,3%. A los vehículos fabricados en China por Tesla se les aplica un arancel adicional del 7,8%. El objetivo de estas cargas es restaurar algo el equilibrio entre los automóviles fabricados en el gigante asiático y en Europa, algo muy complicado, no solo porque los aranceles no son suficientes, sino porque la tecnología china, especialmente en el sistema de baterías, está muy evolucionada.

Las tarifas entrarán en vigor definitivamente una vez se publique los resultados de los análisis en el Diario Oficial de la UE. En principio, estarán en vigor durante cinco años. Pero Bruselas deja la puerta abierta a la negociación con Pekín y con las empresas. Fuentes de la Comisión han explicado que si las empresas se comprometen a ofrecer un precio que remedie la situación se podrá suspender la tarifa a los productos de esta compañía.

A pesar de la mayoría simple en favor de la propuesta de la Comisión, el resultado demuestra que no hay un consenso amplio sobre qué posición debe tomar la UE hacia el gigante asiático. Era muy difícil que los países contrarios a los aranceles lograran tumbar la subida de tarifas. Precisaban de una mayoría cualificada en contra: un 55% de países que sumaran un 65% de la población de los 27. La ratificación plena requería justo el resultado inverso a favor. El saldo de la votación es 10 países a favor, que reúnen el 46% de la población (lo que indica que Francia y Italia están en este grupo), 12 abstenciones, que suman el 31% de habitantes, entre ellos España, y cinco en contra. El amplio grupo de Gobiernos que prefieren mantenerse en la indefinición evidencia que hay temor a significarse claramente contra Pekín, por si hay represalias.

La posición española había sido, de alguna forma, anunciada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su visita a China de hace unas semanas. Allí habló de “reconsiderar” los aranceles adicionales a estos automóviles. En la consulta de julio, Madrid había respaldado a Bruselas. Pero esta vez ha optado por no posicionarse, como ha aclarado el ministro de Economía y Comercio, Carlos Cuerpo: “España se ha abstenido. Este voto es coherente con nuestra posición de intentar reforzar la negociación de la Unión Europea con las autoridades chinas también para ser capaces de encontrar una solución acordada”. En esta última frase, Cuerpo expone en público la petición que le hizo por carta, texto adelantado por EL PAÍS, al vicepresidente ejecutivo y titular de Comercio, Valdis Dombrovskis, el día anterior.

Falta ahora saber cómo reaccionará China a esta decisión. De julio hasta ahora, Pekín se ha mostrado contundente. Pekín ha abierto investigaciones sobre productos agroalimentarios europeos que, en un caso, afectan de lleno a España: la carne de cerdo. Las otras dos afectan a varios productos lácteos y el brandy. Ha sido una forma de presionar a los Estados miembros para que cierren el paso a las intenciones de la Comisión Europea o, al menos, le lleven a aflojar su posición.

Para la industria automovilística del gigante asiático, que hace ya dos décadas decidió apostar por el coche eléctrico visto que había perdido la carrera en el motor de combustión, es muy importante que el mercado europeo siga abierto. Su apuesta ha sido muy grande, tanto que Bruselas ha identificado subsidios que contravienen las normas del comercio internacional “desde la mina [el litio es fundamental para las baterías] hasta el puerto”. En los últimos años, ha visto como las grandes áreas del mundo han ido levantando barreras para defender su industria automovilística, fuente habitual de puestos de trabajo estables y bien remunerados. Estos muros son un grave problema para el gigante que ha desarrollado un sistema económico que descansa en la exportación masiva y tiene una capacidad de fabricación que crece exponencialmente cada año.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.
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