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¿Qué haría si le toca la Lotería? Los españoles tapan agujeros, compran casas y se casan

Un estudio de Fedea analiza las decisiones económicas y personales que toman los agraciados. Sus elecciones varían en función del premio y del perfil social

Lotería
Un trabajador introduce las bolas del sorteo extraordinario de Navidad de la Lotería Nacional.J.J. Guillén (EFE)
Gorka R. Pérez

Quién no ha fantaseado alguna vez con que le toque la lotería. Es un pensamiento recurrente incluso para aquellos que no juegan. ¿Y qué hacer con tanto dinero? Comprar una casa, un coche deportivo, dar la vuelta al mundo, tapar agujeros... Son algunas de las respuestas más frecuentes (y menos originales) a este dilema. ¿Dejo de trabajar? ¿Emprendo? ¿Creo una nueva vida? Se preguntan muchos otros. Sin embargo, hay estudios que analizan el resultado final de estas disyuntivas. El último lo ha publicado este jueves Fedea, y sus conclusiones, aunque difieren en función de la tipología del agraciado y de la cuantía del premio, resuelven que la mayoría de españoles deja de trabajar al menos como lo hacía hasta ese momento, se compra o salda la hipoteca de su vivienda principal, y decide contraer matrimonio en lugar de separarse, aunque no tener hijos.

El documento de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), titulado Algo más que “tapar agujeros”: efectos de los premios sobre algunas decisiones económicas y personales de los españoles, ha sido elaborado por Julio López Laborda, Jaime Vallés Giménez y Anabel Zarate Marco. En él se analiza “cómo ha afectado la obtención de premios procedentes del juego y la lotería en España al comportamiento de los ganadores y sus parejas” a través del estudio de sus decisiones económicas y personales. Para ello, los autores se basan en los microdatos que integran el Panel de Hogares que publica el Ministerio de Hacienda, en este caso los obtenidos para el periodo 2016-2021.

El trabajo de Fedea —que en distintos apartados advierte de la heterogeneidad de las respuestas en función de variables como la edad, el estado civil, o el nivel de renta de cada grupo analizado—, disgrega las respuestas obtenidas en dos categorías principales: por un lado, aquellas que sitúa en el margen intensivo (en la decisión de trabajar más o menos); y por otro, las que se encuentran en el margen extensivo (en la decisión de trabajar o no).

Así, en las primeras, el estudio muestra que las rentas del trabajo salarial y empresarial del sujeto premiado “se ven reducidas en un 1,66% y 0,77%, respectivamente, por cada 100.000 euros de premio”. Esto es, que dejan de trabajar como lo hacían antes, principalmente porque lo hacen durante menos tiempo. Sin embargo, el informe detalla que esta respuesta solo es significativa cuando el salario que percibían hasta ese momento estas personas “constituye su principal fuente de renta”. En cuyo caso, “el premio actúa como sustituto de la renta principal del sujeto premiado”. El boceto del premiado que se comporta en mayor medida de esta manera se concentra, según Fedea, “en las mujeres no casadas y sin hijos”.

Una vez detallado el perfil mayoritario, el estudio indica que este se reproduce especialmente dentro del colectivo de asalariados, y de manera significativa entre las personas con ingresos bajos y de más edad. “Por el contrario, en el caso de los autónomos, es representativa para la mitad con ingresos más elevados y entre los más jóvenes. En cambio, no parece que los premios hayan afectado significativamente a las rentas derivadas de las pensiones y las prestaciones por desempleo”, indica el texto. Para muchos premiados no resulta viable la fórmula de adelantar la jubilación, puesto que muchos de ellos pueden no acreditar los requisitos necesarios para abandonar el mercado laboral.

En cuanto a la decisión de seguir trabajando o no, las respuestas analizadas “parecen evidenciar que los premios inducen a los asalariados a dejar de trabajar por cuenta ajena, si son mujeres, no tienen hijos, están más cerca de la edad de jubilación, tienen poca renta y el premio es pequeño”, explican los autores. “No obstante”, matizan, “hay ciertos perfiles de premiados (hombres, con hijos, cercanos a la edad de jubilación y con renta elevada) que deciden emprender”.

Fondos de inversión

¿Y qué deciden hacer los afortunados con el dinero cuando lo reciben? Pues, en principio, lo ingresan en un depósito bancario ya existente, y lo emplean los años posteriores para invertir en activos inmobiliarios y financieros, “en especial, en vivienda habitual y fondos de inversión”, dice el estudio; y, en algunos casos, para cancelar deudas. “La inversión en activos financieros es bastante inmediata y, excepto para los fondos de inversión, se agota los primeros años; mientras que la inversión en inmuebles requiere su tiempo y sigue presente cuatro años después del premio”, afirman los autores. “La excepción es la vivienda habitual, que parece una inversión más urgente y se agota en los primeros años”.

En cuanto a otras decisiones de carácter personal, el informe, a pesar de que su perímetro de análisis contempla otros trabajos, también a nivel internacional, determina que “los resultados en España sugieren que los beneficiarios podrían utilizar su herencia universal para comprar vivienda y contraer matrimonio, pero no para tener hijos, al menos, a medio plazo”.

“En definitiva, la evidencia para España sugiere que los premios obtenidos en el juego y la lotería se emplean para algo más que tapar agujeros —es decir, pagar deudas, en muchos casos vinculadas a la compra de la vivienda habitual de la familia—, que es lo que contestan los premiados cuando se les pregunta sobre qué destino van a dar al premio que han obtenido”, remacha el texto.

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Sobre la firma

Gorka R. Pérez
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
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