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De la toma del Popular por un euro al gran viraje digital: una década de Ana Botín al timón del Banco Santander

En la noche del 9 al 10 de septiembre de 2014 fallece Emilio Botín y su hija toma los mandos de la entidad cántabra

Ana Botín, presidenta del Banco Santander.
Ana Botín, presidenta del Banco Santander.
Álvaro Bayón

Era un martes de finales de verano. Una de esas mañanas en las que los niños vuelven al cole, unos pocos afortunados aprovechan las últimas gotas de las vacaciones y la rutina va tomando su pulso tras el parón estival. Unos 15 minutos antes de la apertura de la Bolsa se produjo una noticia inesperada. El Banco Santander comunicaba la muerte de su presidente durante los últimos 18 años, Emilio Botín, acaecida la noche anterior. Ese misma día, el consejo de administración de la entidad nombraba a su hija, Ana Botín como su sucesora. La vida seguía y todo quedaba en familia.

De estos hechos luctuosos se cumplen, entre este lunes 9 de septiembre y el martes 10, 10 años. Toda una década de Ana Botín, la primera presidenta de un gran banco español, a los mandos del transatlántico rojo. La entidad supera hoy los 1,7 billones en activos, los 66.000 millones de euros de valor en Bolsa, ganó 11.100 millones en 2023, su récord histórico, y se ha consolidado como el primer banco español, con 168 millones de clientes, y uno de los más relevantes de la zona euro.

Con la Gran Recesión aún coleando, los primeros meses de Botín al frente del Santander siguieron, tomando una metáfora militar, un blitz o guerra relámpago, basada en ejecutar movimientos rápidos y contundentes en el campo de batalla. Así, pocos meses después sustituyó al consejero delegado por José Antonio Álvarez, que se ha mantenido como su mano derecha durante buena parte de este decenio. Remodeló rápidamente toda la cúpula directiva y nombró nuevos responsables para todas las geografías y áreas de negocio. Pero el movimiento más contundente llegó en enero de 2015, cuando realizó en apenas 48 horas una macroampliación de capital de 7.500 millones, un hito en las finanzas.

De su padre, Emilio Botín, muchos destacan un especial olfato para detectar las oportunidades de negocio y ejecutarlas con un golpe contundente encima de la mesa. Su hija demostró que lo llevaba en los genes en junio de 2017. El Banco Popular agonizaba y el Santander emergió como su salvador. Tras su resolución por las autoridades europeas, acordó su adquisición por un euro y lanzó una nueva ampliación de capital por 7.000 millones para digerir el lastre del ladrillo que arrastraba la entidad que presidía Emilio Saracho.

Es quizás la mayor operación corporativa que ha realizado en estos años y la que le ha permitido colocar al Santander como el segundo banco en el mercado español tanto por crédito como por depósitos, detrás de CaixaBank (que absorbió Bankia) y seguido de cerca por el BBVA. Además, adquirió en 2015 el banco portugués Banif y en 2016 el negocio de Citi en Argentina, lo que le ha permitido colocarse como el primer banco privado del país austral. También ha realizado dos opas para hacerse con los títulos de los minoritarios de su enseña mexicana.

En una entrevista publicada este fin de semana en la propia web del banco, Botín afirmaba que de lo que más orgullosa estaba de estos años es de los números conseguidos. Por concretar, el banco ha pasado de ganar 5.800 millones en 2014 a 11.100 millones en 2023 y, según las estimaciones, 12.200 millones para el cierre de este año. La rentabilidad ha pasado del 11,24%, en el tercer trimestre de 2014, al 16,8% hasta junio, mientras que el capital ha pasado del 11,4% al 12,5%, mientras que los estándares de solvencia de los reguladores se han endurecido.

En el lado del debe ha estado el precio de la acción. Con respecto a la última jornada bursátil con Emilio Botín al frente, en la que la acción cerró a 7,35 euros, ha caído un 41%. No obstante, recupera terreno frente a los mínimos que marcó en septiembre de 2020, en pleno Covid, y remonta un 30%. Eso sí, en 2014 el banco se gastaba 1.100 millones en retribuir a sus accionistas en 2014 y en 2023 lo hizo en 5.500 millones, entre dividendos y recompras de acciones. El plan es superar los 6.000 millones este año.

Durante esta década al timón de este gran transatlántico, Botín ha tenido que enfrentar varias tempestades. Unas cuantas externas, como la salida del Reino Unido (uno de sus principales mercados) de la UE, la súbita crisis económica por la covid o las consecuencias de la guerra de Ucrania. Además, en el contexto de las entidades financieras, los años de los tipos cero, el incremento de la regulación tras la crisis y la transformación tecnológica. Pero también ha tenido que apagar algunos incendios internos. El más mediático, el conflicto con Andrea Orcel. El fichaje frustrado del banquero italiano como rutilante CEO —ahora ejerce esa función en Unicredit— le ha llevado a la entidad a ser condenada a pagar al ejecutivo 43,4 millones, si bien la sentencia está recurrida ante el Tribunal Supremo.

Han sido también unos años de reducción de la red comercial y procesos de recorte de plantilla, al tiempo que el barco emprendía un gran viraje, de una vez y para siempre, hacia lo digital. En septiembre de 2014 el banco tenía unas 13.000 oficinas y a cierre de junio cuenta con apenas 8.300. Pese a la concatenación de varios ERE, ha pasado de 183.000 empleados a algo más de 200.000. Botín relanzó Openbank en 2017 como su gran apuesta digital y el banco presume de contar con 57.000 clientes digitales.

La propia Botín reconocía en esa misma entrevista que el mercado había tardado siete u ocho años en empezar a poner en precio el esfuerzo transformacional que habían desarrollado, basado fundamentalmente en la preponderancia de lo digital y simplificar sus productos y su estructura. En junio de 2022 nombró a Héctor Grisi consejero delegado y el año pasado arrancaron una gran reestructuración, basada en dividir el negocio en áreas temáticas y no por geografías. De cara al futuro, el foco parece puesto en crecer en gestión de activos y banca de inversión, un área que ha vivido una auténtica revolución en estos años y una avalancha de fichajes; por países, apuesta por crecer en EE UU, a donde llevará Openbank ya en octubre.

El Santander ha cambiado mucho en estos últimos 10 años, pero también lo ha hecho la propia Botín. Se ha convertido en una asidua en las redes sociales y postea con frecuencia tanto en su cuenta de X (antiguo Twitter) como en Instagram, donde se muestra cada vez más sensible a las preocupaciones sociales. En 2018, en una entrevista en la Cadena Ser, se reconocía como feminista. “Hace diez años le diría que no era feminista, hoy le digo que sí”, admitía. Y a principios de 2020, en el programa de TV Planeta Calleja, alertaba de los riesgos del cambio climático y la contribución del ser humano a su aceleración.

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Sobre la firma

Álvaro Bayón
Redactor de la sección de empresas especializado en operaciones corporativas, banca de inversión y capital riesgo. Graduado en Estudios Hispánicos por la Universidad Autónoma de Madrid y Máster en Periodismo UAM-El País, ha desarrollado toda su carrera en Cinco Días, donde trabaja desde 2016.
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