El Banco de España calcula que las renovables reducirán el precio de la luz a la mitad en 2030
Sin el fuerte salto de la eólica y, sobre todo, de la fotovoltaica en el último lustro, el precio habría sido un 40% mayor en lo que va de año. Sus previsiones, sujetas a que se cumpla el PNIEC
El precio de la electricidad caerá a la mitad de aquí a 2030 si España es capaz de cumplir el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), la hoja de ruta gubernamental para el despegue de las renovables. Así lo cree, al menos, el Banco de España, que también calcula una reducción achacable a estas tecnologías de en torno al 50% desde 2017. Sin la eclosión de las renovables desde 2019, dice, el precio mayorista de la luz habría sido un 25% más alto el año pasado y un 40% este.
El razonamiento de los técnicos del regulador financiero es sencillo: el aumento en el peso de las renovables en la matriz eléctrica “puede implicar un cambio muy significativo en la dinámica de precios mayoristas (…) en la medida en que desplace del mix a otras tecnologías de mayor coste marginal”. En otras palabras: el viento y el sol reducen la factura de la luz en tanto en cuanto son capaces de expulsar —o, al menos, de llevar a mínimos— el peso del gas natural en varias franjas del día.
La fuerza combinada de la eólica y la solar ha pasado de cubrir el 26% de la demanda eléctrica hace un lustro al 44% en lo que va de año. Con un impacto evidente sobre el mercado mayorista, del que bebe la tarifa regulada (o PVPC) y que, antes o después, termina afectando a todos los consumidores. En él, el número de horas a precio cero o negativo ha pasado de ser nulo en 2019 a representar el 15% del total en los ocho primeros meses de 2024.
El poder del viento y el sol para achicar el recibo eléctrico no es lineal. El modelo construido por el servicio de estudios del Banco de España apunta, por ejemplo, a que un aumento en el peso de la generación solar y eólica del 20% al 30% tiene un impacto “relativamente reducido” sobre el precio mayorista. En cambio, si el salto es del 50% al 60%, la reducción esperable en el precio es cercana al 25%. “Es decir, el impacto aumenta más que proporcionalmente a medida que sube el peso de las renovables”, se lee en el texto publicado este miércoles.
Desplazamiento de lo fósil
La razón de esa no linealidad descansa en la propia naturaleza del sistema marginalista de fijación de precios. “Un mismo aumento en el peso de las renovables tendrá un impacto significativo si es suficiente para desplazar no solo las plantas [de carbón o gas] menos eficientes, sino también el conjunto de las tecnologías de generación basadas en combustibles fósiles”, explican los técnicos del Banco de España. “En este caso, la contribución de las renovables llevaría el precio mayorista de la electricidad a cero”. Eso es justo lo que ha ocurrido ya en varias ocasiones en lo que va de 2024; en especial en primavera, cuando al efecto combinado del viento y el sol se ha sumado también el agua, con un poder de turbinación por encima de la media histórica gracias a la buena racha de lluvias en el noroeste de la Península tanto en invierno como en primavera.
En estos últimos años, la “mayor parte” del ahorro responde al aumento de la generación eólica, según los cálculos del organismo. Un efecto que tiene mucho que ver con su peso total en la matriz eléctrica, aún superior al de la solar. “Sin embargo, la contribución de la energía fotovoltaica ha crecido notablemente en los dos últimos años, como consecuencia del aumento de la capacidad instalada”, apostillan los economistas del Banco de España, capitaneados por Javier Quintana, firmante del estudio. El texto también subraya la elevada complementariedad entre ambas: en los periodos en los que coinciden, la suma de ambas “desplazar por completo” al gas, reduciendo tanto el precio final de la electricidad como las emisiones de dióxido de carbono (CO₂). “El efecto conjunto sobre el precio es mayor que las sumas individuales”, expone.
Para llegar al 50% de reducción en el precio de la electricidad en 2030 (respecto a la media del último año), Quintana parte de dos supuestos: que se cumpla el PNIEC, un plan bien encaminado para cumplir los objetivos de solar fotovoltaica pero de muy difícil cumplimiento en eólica, donde el rezago de los últimos años es sustancial; y que el precio del gas natural siga en los niveles actuales. Este último punto también está sujeto a una notable incertidumbre: aunque a corto y medio plazo todo apunta a que se mantendrá estable, con una importante prima geopolítica incorporada a su cotización, a futuro lo más probable es que vaya perdiendo paulatinamente fuerza a medida que las renovables, el biometano e incluso el hidrógeno verde lo reemplazan en los muchos procesos productivos en los que hoy es necesario.
“El comportamiento de los precios mayoristas de la electricidad es aún muy incierto”, reconoce el Banco de España, no muy dado a los vaticinios en materia energética. Tiene, sin embargo, una cosa clara: “Además de contribuir a la transición climática, las renovables tienen un papel muy relevante en la reducción de los precios mayoristas de la electricidad, y esa relevancia previsiblemente se incrementará a futuro”. Siempre y cuando se cumpla un PNIEC que muchas voces del sector consideran excesivamente ambicioso. Sobre todo, si el almacenamiento —baterías y bombeos, llamados a ser clave de bóveda del sistema— no despega a la velocidad necesaria.
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