El Tribunal de Cuentas de la UE pide una “visión realista” sobre la producción de hidrógeno verde
Los auditores europeos saludan los esfuerzos para impulsar esta industria, pero consideran que la Comisión Europea estableció objetivos “excesivamente ambiciosos” que estuvieron motivados por una “voluntad política” en vez de un análisis sólido
La Unión Europea hace bien en apostar por el hidrógeno verde, pero necesita “actualizar” su estrategia con una “visión realista”, advierte el Tribunal de Cuentas de la UE. En un informe publicado este miércoles, los auditores europeos consideran que los objetivos para esta energía fijados por la Comisión Europea para 2030 son “excesivamente ambiciosos” y obedecen más a una “voluntad política” que a un análisis sólido de la situación. Algo que, de no corregir el rumbo, podría acabar perjudicando la competitividad de las industrias clave y generar nuevas dependencias estratégicas, advierte la institución con sede en Luxemburgo. “La política industrial de la UE en el ámbito del hidrógeno renovable necesita una visión realista”, subraya en su informe el miembro del tribunal responsable de la auditoría, Stef Blok.
El problema de fondo, señala el documento, es que el objetivo de 10 millones de toneladas tanto de producción como de importación de hidrógeno renovable para 2030 es “excesivamente ambicioso” y resulta “poco probable” que sea alcanzado. De hecho, aunque se espera que se estimule con el tiempo la demanda de esta energía (que en 2022 supuso menos del 2% del consumo energético de Europa), los auditores consideran que, por mucho que crezca, “ni siquiera alcanzará los diez millones de toneladas en 2030 y menos aún los 20 millones de toneladas inicialmente previstos por la Comisión”.
El motivo del desajuste es que la meta fijada por Bruselas no obedece necesariamente a estudios “sólidos” de las posibilidades y necesidades en materia de hidrógeno verde, sino a una “voluntad política” de impulsar esta energía. Todo ello cuando “las diferentes ambiciones de los Estados miembros no siempre se ajustaban a los objetivos” y, encima, la Comisión “no se aseguró de que todas las partes avanzaran en la misma dirección”.
En un toque positivo, los auditores saludan la rapidez con que el Ejecutivo europeo estableció el marco jurídico, algo que proporciona una certidumbre “fundamental para el establecimiento de un nuevo mercado”. Pero a la vez lamentan el tiempo que se tardó en “llegar a un acuerdo sobre las normas que definen el hidrógeno renovable”, lo que hizo que “muchas decisiones de inversión quedaran aplazadas”. En este sentido, aluden al “problema del huevo y la gallina”: los promotores del proyectos posponen las decisiones de inversión porque la oferta depende de la demanda, y viceversa.
Además, la creación de una industria del hidrógeno de la UE requiere de “enormes inversiones públicas y privadas”, pero la Comisión, critica el informe, “no tiene una visión completa de las necesidades ni de la financiación pública disponible”.
En sus recomendaciones, los auditores proponen que Bruselas “actualice” su estrategia de hidrógeno en tres ámbitos: cómo calibrar los incentivos de mercado para al producción y el uso del hidrógeno renovable; cómo priorizar también la “escasa financiación” de la UE (unos 18.00 millones para 2021-27, según sus cálculos) y en qué partes de la cadena de valor centrarse. Finamente, la UE debe decidir “qué industrias mantener y a qué precio”, dadas las implicaciones geopolíticas de la producción de la UE en comparación con las importaciones procedentes de países no procedentes de la UE.
La UE “debe tomar decisiones sobre el camino estratégico a seguir hacia la descarbonización sin perjudicar la competitividad de industrias clave de la UE ni crear nuevas dependencias estratégicas”, resume el responsable del informe, Stef Blok.
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