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ONU
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

EE UU y la UE deben respaldar un convenio fiscal de la ONU

Sería un error plantear la negociación de una convención de la ONU sobre cooperación fiscal como un antagonismo frente a otras instituciones internacionales

EE UU UE ONU
Sala de la Asamblea General de la ONU en la sede de la organización en Nueva York.POOL (Reuters)

Esta semana seremos testigos de lo que puede ser un avance histórico hacia una economía mundial más equitativa… o quizás de un terrible fracaso. En el marco de las Naciones Unidas el conjunto de países votará para decidir el futuro de la gobernanza fiscal internacional. Es decir, si la toma de decisiones en materia fiscal a nivel global surgirá de la negociación de una Convención Marco más inclusiva en las Naciones Unidas, o si un grupo de países ricos logrará con éxito mantener el control sobre las negociaciones, que hasta el momento han resultado en acuerdos ineficaces y excluyentes.

La votación de hoy refleja la urgencia de abordar la injusticia y la ineficacia del modelo actual en la tributación de grandes corporaciones y sobre la riqueza. También es una llamada de atención para que el mundo construya soluciones multilaterales sobre la base de principios realmente multilaterales. El éxito en esta instancia demostraría que sí es posible forjar un multilateralismo diferente y mejor, verdaderamente integrador y capaz de llevar a cabo reformas transformadoras.

Tras casi una década de negociaciones en el seno de la OCDE para revisar el diseño del sistema fiscal internacional, los avances han sido mínimos. El proceso ha generado sin duda algunas ideas innovadoras y una base técnica sobre la que articular un nuevo sistema global, pero las soluciones concretas que se han ido avanzando se quedan muy lejos de los cambios necesarios y esperados. Estudios independientes demuestran que la propuesta de “dos pilares” liderada por la OCDE generaría mucho menos recursos de lo esperado frente a lo que la propia institución había estimado inicialmente.

Decepcionados por los escasos resultados alcanzados tras un proceso intenso y desgastante en la OCDE, el conjunto de países africanos presentó una resolución para trasladar la discusión a las Naciones Unidas. La propuesta del Grupo Africano obtuvo rápidamente un impresionante apoyo del G-77, el conjunto de países en desarrollo, que lleva más de dos décadas exigiendo una participación justa en el establecimiento de las normas de tributación global.

La cuestión que está en vilo esta semana es qué harán las economías ricas como Estados Unidos y la Unión Europea. Si se oponen a una convención marco vinculante en la ONU (como ya han señalado que harán) estarían enviando el mensaje de que prefieren los actuales acuerdos, ineficaces e injustos, a la posibilidad de verdaderas reformas que en realidad serían también mucho más beneficiosas para sus propias ciudadanías. De lo que se trata es de poder frenar de forma más efectiva las pérdidas de ingresos fiscales que sufren ahora también las economías más avanzadas.

Sería un error plantear la negociación de una convención de la ONU sobre cooperación fiscal como un antagonismo frente a otras instituciones internacionales. La propuesta del Grupo Africano, y el importante apoyo que ha suscitado en el G-77, demuestran que muchos países en desarrollo quieren mejorar el sistema multilateral sin excluir a nadie. Bloquear la Resolución sobre la Promoción de una Cooperación Fiscal Internacional Inclusiva y Eficaz de las Naciones Unidas enviaría la peligrosa señal de que quienes más pregonan los beneficios de un orden internacional basado en estándares globales, en realidad no creen en él.

Los miembros de la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (ICRICT) creemos que bloquear los avances en negociaciones hacia una convención específica en la ONU tendría consecuencias nefastas para todo el sistema internacional.

Es políticamente insensato menospreciar un apoyo tan amplio a las negociaciones sobre fiscalidad global que emerge de los países en desarrollo. Y es sencillamente miope desaprovechar esta oportunidad para frenar las pérdidas de ingresos que todos los países (incluidos los ricos) y el conjunto de su ciudadanía padecen debido a los abusos fiscales todavía excesivos.

Estados Unidos y la UE deberían reconsiderar su postura y respaldar la resolución del Grupo Africano.

Esta carta abierta está firmada por: Edmund Valpy Knox Fitzgerald, Jayati Ghosh (ICRICT, copresidenta), Martín Guzman, Kim Jacinto-Henares, Eva Joly, Ricardo Martner, Léonce Ndikumana, José Antonio Ocampo, Irene Ovonji-Odida, Thomas Piketty, Magdalena Sepúlveda, Joseph E. Stiglitz (ICRICT, copresidente), Wayne Swan, Gabriel Zucman.

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